Derechos humanos y democracia

Durante los años setenta y ochenta, más de treinta países pasaron de sistemas políticos autoritarios a otros democráticos. Fueron varias las causas responsables de esta ola de transiciones. El desarrollo económico era indudablemente el principal factor subyacente que generó estos cambios políticos. Pero, además, las directrices y actuaciones de los Estados Unidos y las grandes potencias e instituciones europeas ayudaron a llevar la democracia a España y Portugal, a muchos países latinoamericanos, a Filipinas, a Corea del Sur y a Europa del Este. La democratización tuvo mucho éxito en países donde las influencias cristianas y occidentales eran fuertes. Parecía muy probable que los nuevos regímenes democráticos se estabilizaran en los países del sur y el centro de Europa que eran predominantemente católicos o protestantes y, menos seguro, que sucediera lo mismo en los países latinoamericanos. En el este de Asia, Filipinas, país católico y con fuerte influencia estadounidense, volvió a la democracia en los años ochenta, mientras que líderes cristianos promovían un movimiento hacia la democracia en Corea del Sur y Taiwán. Como se ha señalado anteriormente, en la antigua Unión Soviética las repúblicas bálticas parecen estar estabilizando con éxito la democracia; en las repúblicas ortodoxas, el grado de la democracia varía considerablemente y su estabilidad es incierta; las perspectivas democráticas en las repúblicas musulmanas no son nada prometedoras. Para los años noventa, salvo en Cuba, se habían producido transiciones democráticas en la mayoría de los países, fuera de África, cuyos pueblos eran adeptos al cristianismo occidental o donde existían influencias cristianas importantes.

Estas transiciones y el hundimiento de la Unión Soviética generaron en Occidente, particularmente en los Estados Unidos, la creencia de que estaba en marcha una revolución democrática a escala mundial y de que en un plazo breve de tiempo las ideas occidentales sobre derechos humanos y las formas occidentales de democracia política prevalecerían en todo el mundo. Promover esta difusión de la democracia se convirtió, por tanto, en un objetivo con prioridad absoluta para los occidentales. Esto lo confirmó el gobierno de Bush cuando el secretario de Estado James Baker declaró en abril de 1990 que «Tras la contención viene la democracia» y que, para el mundo de posguerra fría, «el presidente Bush ha determinado que nuestra nueva misión sea la promoción y consolidación de la democracia». En su campaña electoral de 1992, Bill Clinton dijo repetidas veces que la promoción de la democracia sería una prioridad absoluta de un gobierno Clinton, y la democratización fue el único tema de política exterior al que dedicó íntegramente un discurso importante de campaña. Una vez en el cargo, recomendó un incremento de dos tercios en la financiación de la Fundación Nacional para la Democracia; su asesor de seguridad nacional explicitó que el tema central de la política exterior de Clinton era la «extensión de la democracia»; y su secretario de Defensa señaló la promoción de la democracia como una de las cuatro metas básicas e intentó establecer un cargo de nivel superior en su Ministerio para favorecer su consecución. En menor grado y de maneras menos obvias, la promoción de los derechos humanos y la democracia asumió también un papel destacado en las políticas exteriores de los Estados europeos y en los criterios manejados por las instituciones económicas internacionales controladas por Occidente para conceder préstamos y subvenciones a países en vías de desarrollo.

Hasta 1995, los esfuerzos europeos y estadounidenses por alcanzar estas metas habían tenido un éxito limitado. Casi todas las civilizaciones no occidentales se resistían a la presión de Occidente. Entre ellas se encontraban países hinduistas, ortodoxos, africanos y, en alguna medida, incluso latinoamericanos. Sin embargo, la mayor resistencia a los esfuerzos de democratización occidentales procedía del islam y de Asia. Esta resistencia hundía sus raíces en los movimientos más amplios de afirmación cultural encarnados por el Resurgimiento islámico y la afirmación asiática.

Los fracasos de los Estados Unidos con respecto a Asia se debían principalmente a la creciente riqueza económica de los gobiernos asiáticos y a su confianza cada vez mayor en sí mismos. Los publicistas asiáticos recordaban reiteradamente a Occidente que los viejos tiempos de dependencia y subordinación habían pasado y que el Occidente que en los años cuarenta producía la mitad del producto económico mundial, dominaba las Naciones Unidas y había redactado la Declaración Universal de los Derechos Humanos había pasado a la historia. «[L]os esfuerzos por promover los derechos humanos en Asia», afirmaba un representante de Singapur, «deben tener también en cuenta los cambios en la distribución del poder en el mundo de posguerra fría… La influencia occidental sobre el este y el sudeste asiático se ha visto enormemente reducida.»13

Tiene razón. Mientras que el acuerdo entre los Estados Unidos y Corea del Norte en materia nuclear se podría llamar con propiedad una «rendición negociada», la capitulación de los Estados Unidos ante China y otras potencias asiáticas en cuestión de derechos humanos puede considerarse una rendición incondicional. Tras amenazar a China con negarle el trato de nación más favorecida si no se mostraba más favorable en materia de derechos humanos, el gobierno de Clinton vio primero a su secretario de Estado humillado en Pekín, donde no se le ofreció ni siquiera un gesto que salvara las apariencias, para reaccionar después ante esta conducta renunciando a su anterior postura y separando el estatuto de nación más favorecida de las cuestiones sobre derechos humanos. China, a su vez, reaccionó ante esta demostración de debilidad continuando e intensificando la conducta a la que el gobierno de Clinton se oponía. El gobierno cambió de forma semejante su postura en sus tratos con Singapur, acerca del apaleamiento de un ciudadano estadounidense, y con Indonesia, a propósito de su violenta represión en Timor oriental.

La capacidad de los regímenes asiáticos para resistir a las presiones occidentales en materia de derechos humanos se vio reforzada por varios factores. Las empresas estadounidenses y europeas sentían el deseo imperioso de incrementar su comercio y su inversión en estos países que crecían rápidamente, y sometieron a sus gobiernos a una presión intensa para que no rompieran relaciones económicas con ellos. Además, los países asiáticos veían tal presión como una violación de su soberanía y se manifestaban unos en apoyo de otros cuando surgían problemas. Los hombres de negocios de Taiwán, Japón y Hong Kong que invertían en China tenían gran interés en que China mantuviera sus privilegios de nación más favorecida con los Estados Unidos. El gobierno japonés por lo general se distanciaba de las directrices estadounidenses sobre derechos humanos: no dejaremos que «nociones abstractas de derechos humanos» afecten a nuestras relaciones con China, dijo el Primer ministro Kiichi Miyazawa no mucho después de los sucesos de la plaza de Tiananmen. Los países de la ASEAN no estaban dispuestos a ejercer presión alguna sobre Birmania y, de hecho, en su encuentro de 1994 dieron la bienvenida a la Junta militar, mientras que la Unión Europea, como dijo su portavoz, tenía que reconocer que su política «no había tenido mucho éxito» y que tendría que aprobar la postura de la ASEAN ante Birmania. Además, su creciente poder económico permitía a Estados como Malaisia e Indonesia aplicar «restricciones negativas» a países y empresas que les criticaban o que adoptaban cualquier otra conducta que consideraban censurable.14

En conjunto, el creciente poder económico de los países asiáticos les hace cada vez más inmunes a la presión occidental en lo que respecta a derechos humanos y democracia. «Actualmente, el poder económico de China», decía Richard Nixon en 1994, «hace imprudentes los sermoneos de los EE.UU. sobre derechos humanos. Dentro de una década los hará inoperantes. Dentro de dos décadas, ridículos.»15 Sin embargo, para entonces, puede ser que el desarrollo económico chino haga innecesarios los sermones occidentales. El crecimiento económico está fortaleciendo los gobiernos asiáticos en relación a los gobiernos occidentales. A la larga, también fortalecerá a las sociedades asiáticas en relación a los gobiernos asiáticos. Si la democracia llega a otros países asiáticos, llegará porque las cada vez más fuertes burguesías y clases medias asiáticas querrán que llegue.

A diferencia del acuerdo de prórroga indefinida del tratado de no proliferación, los esfuerzos occidentales por promover los derechos humanos y la democracia en los organismos de la ONU por lo general se quedaron en agua de borrajas. Con pocas excepciones, como las que condenaron a Irak, las resoluciones sobre derechos humanos casi siempre fueron rechazadas en las votaciones de la ONU. Aparte de algunos países latinoamericanos, había otros gobiernos reacios a sumarse a los esfuerzos por promover lo que muchos consideraban «el imperialismo de los derechos humanos». En 1990, por ejemplo, Suecia propuso en nombre de veinte naciones occidentales una resolución de condena del régimen militar de Birmania, pero la oposición de los países asiáticos, y de otros, dio al traste con ella. Las resoluciones que condenaban a Irán por violaciones de los derechos humanos también fueron rechazadas en votación, y durante cinco años seguidos de la década de los noventa China fue capaz de movilizar el apoyo asiático para derrotar las resoluciones apadrinadas por Occidente que expresaban preocupación acerca de sus violaciones de los derechos humanos. En 1994, Paquistán presentó una resolución en la comisión de derechos humanos de la ONU que condenaba las violaciones de derechos por parte de la India en Cachemira. Los países amigos de la India se unieron contra dicha resolución, pero también adoptaron esa misma postura dos estrechos amigos de Paquistán, China e Irán, que habían sido blanco de medidas parecidas y persuadieron a Paquistán de que retirara la propuesta. Al no condenar la brutalidad india en Cachemira, decía The Economist, la Comisión de derechos humanos de la ONU «la sancionó con su silencio. También otros países quedan impunes pese a sus asesinatos: Turquía, Indonesia, Colombia y Argelia han escapado a la crítica. Así, la Comisión está amparando a gobiernos que practican la matanza y la tortura, precisamente lo contrario de lo que sus creadores pretendían».16

Las diferencias acerca de los derechos humanos entre Occidente y otras civilizaciones, así como la limitada capacidad de Occidente para alcanzar sus objetivos, se pusieron claramente de manifiesto en la Conferencia Mundial sobre Derechos Humanos de la ONU, celebrada en Viena en junio de 1993. Por un lado estaban los países europeos y norteamericanos; por otro lado había un bloque de unos cincuenta países no occidentales, cuyos quince miembros más activos eran los gobiernos de un país latinoamericano (Cuba), un país budista (Birmania), cuatro países confucianos con ideologías políticas, sistemas económicos y niveles de desarrollo muy diversos (Singapur, Vietnam, Corea del Norte y China) y nueve países musulmanes (Malaisia, Indonesia, Paquistán, Irán, Irak, Siria, Yemen, Sudán y Libia). El liderazgo de este conglomerado asiático-islámico lo ostentaban China, Siria e Irán. Entre estos dos grupos estaban los países latinoamericanos, salvo Cuba, que a menudo apoyaban a Occidente, y países africanos y ortodoxos que a veces apoyaban las posturas occidentales, pero que a menudo se oponían a ellas.

Entre las cuestiones sobre las que los países se dividieron siguiendo criterios de civilización estaban: la universalidad y el relativismo culturales con respecto a los derechos humanos; la relativa prioridad de los derechos económicos y sociales (incluido el derecho al desarrollo) frente a los derechos políticos y civiles; la condicionalidad política respecto de la asistencia económica; la creación en la ONU de un Comisario para los derechos humanos, la medida en que a las organizaciones de derechos humanos no gubernamentales que se reunían simultáneamente en Viena se les debía permitir participar en la conferencia gubernamental; los derechos particulares que debería ratificar la conferencia; y también cuestiones más concretas tales como si al Dalai Lama se le debía permitir dirigirse a la conferencia y si las violaciones de los derechos humanos en Bosnia debían ser condenadas explícitamente.

Sobre estas cuestiones existían grandes diferencias entre los países occidentales y el bloque asiático-islámico. Dos meses antes de la conferencia de Viena, los países asiáticos se reunieron en Bangkok y aprobaron una declaración que insistía en que: los derechos humanos se debían considerar «en el marco… de las particularidades nacionales y regionales y en el contexto de los diversos bagajes históricos, religiosos y culturales»; el control del cumplimiento de los derechos humanos violaba la soberanía estatal; y que condicionar la asistencia económica a la actuación en materia de derechos humanos era contrario al derecho al desarrollo. Las diferencias sobre éstas y otras cuestiones eran tan grandes que casi la totalidad del documento elaborado en la última reunión preparatoria, previa a la conferencia de Viena y celebrada a principios de mayo en Ginebra, estaba entre paréntesis, que indicaban discrepancias por parte de uno o más países.

Las naciones occidentales estaban mal preparadas para Viena, estaban en minoría en la conferencia, y durante sus sesiones hicieron más concesiones que sus oponentes. Como consecuencia de ello, aparte de una enérgica ratificación de los derechos de la mujer, la declaración aprobada por la conferencia fue de mínimos. Era, como decía un partidario de los derechos humanos, un documento «imperfecto y contradictorio», y representaba una victoria para la coalición asiático-islámica y una derrota para Occidente.17 La declaración de Viena no contenía ninguna ratificación explícita de los derechos a la libertad de expresión, de prensa, de reunión y de religión, y de ese modo era en muchos aspectos más débil que la Declaración Universal de los Derechos Humanos que la ONU había adoptado en 1948. Este cambio ponía de manifiesto la decadencia del poder de Occidente. «El régimen internacional de derechos humanos de 1945», comentaba un luchador estadounidense de los derechos humanos, «ya no existe. La hegemonía estadounidense se ha desgastado. Europa, aun con los acontecimientos de 1992, es poco más que una península. El mundo es ahora tan árabe, asiático y africano como occidental. Hoy la Declaración Universal de los Derechos Humanos y los Pactos Internacionales son menos relevantes para gran parte del planeta que durante la era inmediatamente posterior a la segunda guerra mundial.» Un crítico asiático de Occidente tenía opiniones parecidas: «Por primera vez desde que la Declaración Universal fue adoptada en 1948, están en primer plano países no impregnados completamente de las tradiciones judeo-cristianas y de derecho natural. Esa situación sin precedentes definirá la nueva política internacional de derechos humanos. También multiplicará las ocasiones de conflicto».18

«El gran vencedor» en Viena, comentó otro observador, «fue sin duda alguna China, al menos si el éxito se mide por la capacidad de mandar a otros que se quiten de en medio. Pekín se mantuvo victorioso durante todo el encuentro simplemente lanzando su peso aquí y allá.»19 Superado en votos y tácticamente en Viena, Occidente fue capaz, pese a todo, de anotarse pocos meses después una victoria no insignificante contra China. Lograr para Pekín los juegos olímpicos de verano del año 2000 era un importante objetivo del gobierno chino, que invirtió enorme cantidad de recursos para intentar conseguirlo. En China se hizo muchísima publicidad acerca de la tentativa olímpica, y las expectativas públicas eran altas; el gobierno trató de influir en otros gobiernos para que presionaran a sus comités olímpicos; Taiwán y Hong Kong se le unieron en la campaña. Por otro lado, el Congreso de los Estados Unidos, el Parlamento Europeo y las organizaciones de derechos humanos se oponían enérgicamente a la candidatura de Pekín. Aunque la votación en el Comité Internacional Olímpico es secreta, siguió claramente criterios civilizatorios. En la primera votación, según se dice con amplio apoyo africano, Pekín estaba en primer lugar, y Sydney en el segundo. En posteriores votaciones, cuando Estambul quedó eliminada, la conexión confuciano-islámica concentró sus votos mayoritariamente en Pekín; cuando fueron eliminados Berlín y Manchester, sus votos pasaron mayoritariamente a Sydney, dándole la victoria en la cuarta votación e infligiendo una humillante derrota a China, derrota de la que culpó directamente a los Estados Unidos.* «Estadounidenses y británicos», comentó Lee Kuan Yew, «consiguieron bajarle los humos a China… La razón aparente eran "los derechos humanos". La verdadera razón era política, demostrar la fuerza política occidental.»20 Indudablemente, en el mundo hay muchas más personas interesadas en los deportes que en los derechos humanos, pero, dadas las derrotas en materia de derechos humanos que Occidente sufrió en Viena y en otros lugares, esta aislada demostración de «fuerza» occidental fue también un recordatorio de la debilidad occidental.

No sólo disminuye la fuerza de Occidente, sino que la paradoja de la democracia debilita también la voluntad occidental de fomentar la democracia en el mundo de la posguerra fría. Durante la guerra fría Occidente, y especialmente los Estados Unidos, tuvieron que afrontar el problema del «tirano aliado»; los dilemas de cooperar con juntas militares y dictadores que eran anticomunistas y, por tanto, aliados útiles en la guerra fría. Tal cooperación produjo malestar y, a veces, dificultades, cuando estos regímenes se vieron envueltos en indignantes violaciones de los derechos humanos. Sin embargo, la cooperación se podía justificar como un mal menor: normalmente, estos gobiernos eran aparentemente menos represivos que los regímenes comunistas, y se podía prever que su existencia sería menos perdurable, así como más sensible a las influencias externas, básicamente a las de los Estados Unidos. ¿Por qué no trabajar con un tirano menos brutal y aliado, si la alternativa era otro tirano más brutal y enemigo? En el mundo de la posguerra fría la opción era más difícil, pues había que elegir entre un tirano aliado y una democracia hostil. El fácil supuesto occidental según el cual los gobiernos elegidos democráticamente tendrán una actitud de cooperación y serán prooccidentales no es necesariamente cierto cuando se trata de sociedades no occidentales en las que la contienda electoral puede llevar al poder a nacionalistas y fundamentalistas antioccidentales. Occidente se sintió aliviado cuando, en 1992, los militares argelinos intervinieron y anularon las elecciones que, claramente, iban a ganar los fundamentalistas del FIS. Los gobiernos occidentales también se sintieron más tranquilos cuando el fundamentalista Partido del Bienestar turco y el nacionalista BJP de la India quedaron excluidos del poder tras ganar las elecciones en 1995 y 1996. Por otra parte, Irán, dentro del contexto de su revolución, tiene, en algunos aspectos, uno de los regímenes más democráticos del mundo islámico, y si se celebrasen elecciones realmente competitivas en muchos países árabes, incluyendo Arabia Saudí y Egipto, es harto probable que los gobiernos derivados de ellas fuesen bastante menos considerados con los intereses occidentales que sus menos democráticos antecesores. Un gobierno elegido por votación popular en China bien podría ser altamente nacionalista. A medida que los dirigentes occidentales se dan cuenta de que los procesos democráticos en las sociedades no occidentales producen, a menudo, gobiernos hostiles a Occidente, intentan influir en las elecciones, por una parte, y también pierden su entusiasmo a la hora de fomentar la democracia en esas sociedades.

El choque de civilizaciones
titlepage.xhtml
sec_0001.xhtml
sec_0002.xhtml
sec_0003.xhtml
sec_0004.xhtml
sec_0005.xhtml
sec_0006.xhtml
sec_0007.xhtml
sec_0008.xhtml
sec_0009.xhtml
sec_0010.xhtml
sec_0011_split_000.xhtml
sec_0011_split_001.xhtml
sec_0012.xhtml
sec_0013.xhtml
sec_0014.xhtml
sec_0015.xhtml
sec_0016.xhtml
sec_0017.xhtml
sec_0018.xhtml
sec_0019.xhtml
sec_0020.xhtml
sec_0021.xhtml
sec_0022.xhtml
sec_0023.xhtml
sec_0024.xhtml
sec_0025.xhtml
sec_0026.xhtml
sec_0027.xhtml
sec_0028.xhtml
sec_0029.xhtml
sec_0030.xhtml
sec_0031.xhtml
sec_0032.xhtml
sec_0033.xhtml
sec_0034.xhtml
sec_0035.xhtml
sec_0036.xhtml
sec_0037.xhtml
sec_0038.xhtml
sec_0039.xhtml
sec_0040.xhtml
sec_0041.xhtml
sec_0042.xhtml
sec_0043.xhtml
sec_0044.xhtml
sec_0045.xhtml
sec_0046.xhtml
sec_0047.xhtml
sec_0048.xhtml
sec_0049.xhtml
sec_0050.xhtml
sec_0051.xhtml
sec_0052.xhtml
sec_0053.xhtml
sec_0054.xhtml
sec_0055.xhtml
sec_0056.xhtml
sec_0057.xhtml
sec_0058.xhtml
sec_0059.xhtml
sec_0060.xhtml
sec_0061.xhtml
sec_0062.xhtml
sec_0063.xhtml
sec_0064.xhtml
sec_0065.xhtml
sec_0066.xhtml
sec_0067.xhtml
sec_0068.xhtml
sec_0069.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_000.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_001.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_002.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_003.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_004.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_005.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_006.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_007.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_008.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_009.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_010.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_011.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_012.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_013.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_014.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_015.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_016.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_017.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_018.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_019.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_020.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_021.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_022.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_023.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_024.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_025.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_026.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_027.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_028.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_029.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_030.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_031.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_032.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_033.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_034.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_035.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_036.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_037.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_038.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_039.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_040.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_041.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_042.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_043.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_044.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_045.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_046.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_047.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_048.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_049.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_050.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_051.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_052.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_053.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_054.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_055.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_056.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_057.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_058.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_059.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_060.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_061.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_062.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_063.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_064.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_065.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_066.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_067.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_068.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_069.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_070.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_071.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_072.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_073.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_074.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_075.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_076.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_077.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_078.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_079.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_080.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_081.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_082.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_083.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_084.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_085.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_086.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_087.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_088.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_089.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_090.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_091.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_092.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_093.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_094.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_095.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_096.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_097.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_098.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_099.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_100.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_101.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_102.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_103.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_104.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_105.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_106.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_107.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_108.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_109.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_110.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_111.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_112.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_113.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_114.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_115.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_116.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_117.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_118.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_119.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_120.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_121.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_122.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_123.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_124.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_125.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_126.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_127.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_128.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_129.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_130.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_131.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_132.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_133.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_134.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_135.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_136.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_137.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_138.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_139.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_140.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_141.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_142.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_143.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_144.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_145.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_146.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_147.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_148.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_149.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_150.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_151.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_152.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_153.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_154.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_155.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_156.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_157.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_158.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_159.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_160.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_161.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_162.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_163.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_164.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_165.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_166.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_167.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_168.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_169.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_170.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_171.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_172.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_173.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_174.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_175.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_176.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_177.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_178.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_179.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_180.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_181.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_182.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_183.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_184.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_185.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_186.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_187.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_188.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_189.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_190.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_191.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_192.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_193.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_194.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_195.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_196.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_197.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_198.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_199.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_200.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_201.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_202.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_203.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_204.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_205.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_206.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_207.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_208.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_209.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_210.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_211.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_212.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_213.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_214.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_215.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_216.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_217.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_218.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_219.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_220.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_221.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_222.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_223.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_224.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_225.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_226.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_227.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_228.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_229.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_230.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_231.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_232.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_233.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_234.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_235.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_236.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_237.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_238.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_239.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_240.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_241.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_242.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_243.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_244.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_245.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_246.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_247.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_248.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_249.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_250.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_251.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_252.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_253.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_254.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_255.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_256.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_257.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_258.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_259.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_260.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_261.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_262.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_263.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_264.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_265.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_266.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_267.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_268.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_269.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_270.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_271.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_272.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_273.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_274.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_275.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_276.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_277.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_278.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_279.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_280.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_281.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_282.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_283.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_284.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_285.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_286.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_287.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_288.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_289.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_290.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_291.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_292.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_293.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_294.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_295.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_296.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_297.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_298.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_299.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_300.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_301.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_302.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_303.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_304.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_305.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_306.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_307.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_308.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_309.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_310.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_311.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_312.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_313.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_314.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_315.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_316.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_317.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_318.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_319.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_320.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_321.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_322.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_323.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_324.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_325.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_326.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_327.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_328.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_329.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_330.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_331.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_332.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_333.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_334.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_335.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_336.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_337.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_338.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_339.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_340.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_341.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_342.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_343.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_344.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_345.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_346.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_347.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_348.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_349.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_350.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_351.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_352.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_353.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_354.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_355.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_356.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_357.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_358.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_359.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_360.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_361.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_362.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_363.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_364.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_365.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_366.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_367.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_368.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_369.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_370.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_371.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_372.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_373.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_374.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_375.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_376.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_377.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_378.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_379.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_380.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_381.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_382.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_383.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_384.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_385.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_386.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_387.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_388.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_389.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_390.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_391.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_392.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_393.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_394.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_395.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_396.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_397.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_398.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_399.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_400.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_401.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_402.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_403.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_404.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_405.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_406.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_407.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_408.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_409.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_410.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_411.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_412.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_413.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_414.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_415.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_416.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_417.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_418.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_419.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_420.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_421.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_422.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_423.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_424.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_425.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_426.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_427.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_428.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_429.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_430.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_431.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_432.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_433.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_434.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_435.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_436.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_437.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_438.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_439.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_440.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_441.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_442.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_443.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_444.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_445.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_446.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_447.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_448.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_449.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_450.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_451.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_452.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_453.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_454.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_455.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_456.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_457.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_458.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_459.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_460.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_461.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_462.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_463.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_464.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_465.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_466.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_467.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_468.xhtml