Capítulo 5. Economía, Demografía Y Civilizaciones Rivales
La indigenización y el renacimiento de la religión son fenómenos globales. Sin embargo, han sido muy evidentes en la autoafirmación cultural y las impugnaciones a Occidente procedentes de Asia y del islam. Estas han sido las civilizaciones dinámicas del último cuarto del siglo xx. El desafío islámico se manifiesta en el resurgimiento cultural, social y político generalizado del islam en el mundo musulmán y el correlativo rechazo de los valores e instituciones occidentales. El desafío asiático se manifiesta en todas las civilizaciones del este de Asia -sínica, japonesa, budista y musulmana- y subraya sus diferencias culturales respecto a Occidente y, a veces, los elementos comunes que comparten, a menudo identificados con el confucianismo. Tanto asiáticos como musulmanes subrayan la superioridad de sus culturas frente a la cultura occidental. En cambio, los pueblos de otras civilizaciones no occidentales -hindú, ortodoxa, latinoamericana, africana- pueden afirmar el carácter distintivo de sus culturas, pero hasta mediados de los años noventa dudaban a la hora de proclamar su superioridad respecto a la cultura occidental. Asia e islam se encuentran solos, y a veces juntos, en su cada vez más firme afirmación con respecto a Occidente.
Tras esos desafíos subyacen causas afines pero diferentes. La seguridad en sí mismos de los asiáticos se enraíza en el crecimiento económico; la de los musulmanes procede en una medida considerable de la movilización social y del crecimiento de la población. Cada uno de estos desafíos está teniendo, y seguirá teniendo en el siglo xxi, una repercusión muy desestabilizadora en la política mundial. Sin embargo, la naturaleza de dichas repercusiones difiere de forma importante. El desarrollo económico de China y otras sociedades asiáticas proporciona a sus gobiernos tanto los incentivos como los recursos para hacerse más exigentes en su trato con otros países. El crecimiento de la población en los países musulmanes, y particularmente la expansión del grupo de edad entre los quince y veinticuatro años, proporciona adeptos para el fundamentalismo, el terrorismo, la sublevación y la emigración. El crecimiento económico fortalece a los gobiernos asiáticos; el crecimiento demográfico amenaza a los gobiernos musulmanes y a las sociedades no musulmanas.