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LOS PASOS QUE MARCAN LA DIFERENCIA

Me duele un poco, para qué vamos a mentir. Pero es un dolor morbosillo que al cabo de un rato te hace casi cosquillitas. Pero la ocasión lo merece. La frase lo merece. Ellas lo merecen y yo… también. Sonrío mientras la tatuadora completa su trabajo y pone el broche final al tatuaje.

—Bien, pues, ya está.

Lo limpia, me lo cura, y en lo que tarda en ir a buscar un apósito, yo lo miro orgullosa y con los ojos emocionados. Le hago una foto para mandársela luego a Daniel; sé que le gustará. Mi padre espera afuera y, al cabo de unos minutos y varias indicaciones, salgo sonriente y se lo enseño.

—Es muy bonito. —Sonríe—. ¿Te ha dolido?

Niego con la cabeza y miro mi brazo una y otra vez. Debajo del pliegue interno del codo, envuelto en film transparente, resplandecen enrojecidas en bonitas letras finas las palabras «Punto y seguido». Le mando la foto a Daniel con el texto «Todo en la vida es un punto y seguido». Él me responde con varios iconos de aplauso, sonrisas y un «Es la mejor frase que podías elegir. Es la frase que marca la diferencia. Es… tú». Sonrío, porque sé lo que significa.

Mi padre y yo nos vamos a cenar a su casa y a ultimar todos los detalles. Como mañana madrugamos, he decidido quedarme a dormir aquí. Tenemos que dar carpetazo definitivo a los fantasmas que nos acechan y a todas las cosas que nos han hecho sufrir así que, tras hablarlo con mi tía Amparo, pasado mañana esparciremos los restos de mis abuelos en la Estación Internacional de Canfranc. Ambas incineraciones ya estaban hechas y mi tía había guardado una urna con los restos de los dos, así que mañana iremos a Canfranc, dormiremos en la casa familiar, en la de mis abuelos y donde vivieron también mi padre y la tía Amparo y que ahora es nuestra, de nosotros dos, por herencia, y al día siguiente esparciremos las cenizas con mis tíos y primos. Y así les diremos adiós. Le diré adiós. Me moriré de pena, pero sé que es algo necesario.

Daniel y yo apenas hemos hablado estos días más que algún mensaje banal y poco más. Le conté lo de las cenizas de mis abuelos y el viaje a Canfranc y le dije que a mi vuelta quedaríamos, si él quería, para hablar. Me dijo que sin problema y que estaba ahí si lo necesitaba, pero no hemos vuelto a hacerlo. Sé que está esperando a que yo termine de solucionar mis cosas para que ambos podamos fluir hacia un mismo punto. Y sé que ambos queremos que ese punto sea estar juntos, pero queremos hacerlo bien y no caer en errores conocidos, así que primero me despediré de mis abuelos y a la vuelta quedaremos y dejaremos que las cosas que siempre han estado allí nos deslumbren y nos hagan volar… si han de hacerlo.