39 Pruebas diagnósticas genéticas
En la ciudad inglesa de Cambridge hay un carril bici decorado con más de 10.000 rayas, cada una de uno de cuatro colores. El patrón imita la secuencia de un gen. Es el gen BRCA2, que debe su denominación a la enfermedad a la que suele dar lugar cuando está alterado: el cáncer de mama (breast cancer).
En los países desarrollados, una de cada nueve mujeres va a desarrollar un cáncer de mama a lo largo de su vida. Sin embargo, entre las mujeres con mutaciones en el gen BRCA2, localizado en el cromosoma 13 e identificado en 1995, cuatro de cada cinco van a presentar esta enfermedad, y se aplica un riesgo similar a las alteraciones que afectan al gen denominado BRCA1. Ambos son «genes de supresión tumoral», cuya función básica es la de evitar que las células normales se conviertan en células cancerosas. Desafortunadamente, las mujeres que heredan mutaciones en estos genes carecen de un mecanismo clave de defensa que las hace ser especialmente vulnerable al cáncer de mama y de ovarios.
Hay miles de mujeres en cuyos árboles familiares hay numerosos antecedentes de cáncer de mama. El aislamiento de los genes BRCA ha hecho que algunas de ellas puedan descubrir si son portadoras del riesgo familiar. Cuando una mujer averigua que en alguna de sus familiares con cáncer de mama se ha demostrado la mutación en un gen BRCA, ella misma puede ser evaluada para determinar si también la ha heredado. En la mayor parte de los casos, estas medidas consisten en la realización regular de mamografías para asegurarse de la detección temprana de cualquier tumor, pero algunas mujeres optan por una mastectomía bilateral preventiva.
Casamenteros genéticos
La enfermedad de Tay-Sachs es un trastorno mendeliano recesivo que causa lesiones neurológicas y la muerte de los pacientes, generalmente durante su niñez. La presencia del alelo responsable de esta enfermedad es frecuente entre los judíos ashkenazi, posiblemente debido a que los portadores de una copia quedan protegidos, en parte, de la tuberculosis, una gran ventaja en los guetos en los que los judíos se han visto a menudo obligados a vivir.
En las comunidades judías ortodoxas y conservadoras es frecuente que los casamenteros arreglen los matrimonios, y en la actualidad muchos de ellos utilizan como herramienta las pruebas genéticas. Se evalúan el posible estado de portador del gen causante de la enfermedad de Tay-Sachs en los jóvenes, de manera que los portadores del alelo anómalo pueden mantenerse apartados. Si dos portadores contrajeran matrimonio, cada uno de sus hijos tendría una probabilidad del 25% de padecer la enfermedad.
Dilemas planteados por las pruebas genéticas BRCA1 y BRCA2 son dos de los genes cuyas mutaciones causan enfermedades y que, hoy día, pueden evaluarse. Por ejemplo, en todos los recién nacidos, a la semana de vida, se les realizan análisis de sangre para detectar enfermedades hereditarias como la fenilcetonuria. En Reino Unido se obtiene un resultado positivo en aproximadamente 250 lactantes cada año; la detección precoz de la fenilcetonuria permite prevenir las lesiones neurológicas que, inevitablemente, causaría esta enfermedad.
Se dispone de otras pruebas genéticas fiables que permiten diagnosticar cientos de enfermedades causadas por mutaciones en genes únicos. Tal como ocurre con la fenilcetonuria o con la hemofilia, los resultados positivos permiten la administración del tratamiento adecuado. Incluso en enfermedades incurables, como la fibrosis quística y la distrofia muscular de Duchenne, el diagnóstico genético puede ayudar a los médicos a controlar los síntomas y a los padres a prepararse para el futuro.
Sin embargo, algunas pruebas genéticas son más problemáticas. La enfermedad de Huntington es un ejemplo. Dado que se debe a una mutación dominante, cualquier persona con uno de sus progenitores afectado tiene una probabilidad del 50% de haberla heredado. La enfermedad de Huntington es un trastorno que aparece en edades tardías y que cursa un deterioro cognitivo progresivo; es invariablemente mortal y no tiene curación. Dado que un resultado positivo equivale en la práctica a una sentencia de muerte, muchas personas prefieren no someterse a ella.
Otro dilema genético es el que plantea la amniocentesis, una prueba que determina si un feto presenta alteraciones como el síndrome de Down. Si el resultado es positivo, no se puede hacer nada.
Comercialización de las pruebas genéticas Todas las pruebas genéticas hasta el momento en este capítulo se llevan a cabo en el contexto de la medicina clínica: sólo se pueden realizar por indicación médica y tras un consejo genético apropiado y dirigido a las personas en las que su realización se considera adecuada. Con estas pruebas se pretende detectar mutaciones infrecuentes, pero importantes, cuyo efecto siempre es la aparición de una enfermedad o un incremento espectacular del riesgo. Sin embargo, la mayor parte de las influencias de los genes en la salud no siguen este camino: sólo dan lugar a variaciones comunes que aumentan o disminuyen ligeramente la probabilidad de que una persona sufra, por ejemplo, diabetes o una enfermedad cardiovascular. Las pruebas genéticas que permiten detectar estas variantes han planteado nuevos retos, y no sólo debido a la creciente comercialización para el uso directo de los consumidores.
En 2007 se crearon dos empresas que ofrecen este tipo de servicios, deCODEme y 23andMe. Por 1.000 dólares, estas compañías obtienen ADN a partir de una muestra de un frotis de la cavidad oral y pueden evaluar un millón de polimorfismos de nucleótido único (SNP, single nucleotide polymorphisms), que son los puntos en los que el código genético varía entre los individuos. Los resultados se utilizan para valorar el riesgo del consumidor en más de 20 enfermedades, así como para evaluar otros aspectos de la fisiología hereditaria, como la calvicie masculina.
En teoría, esta información debería tener un gran valor para la salud, ya que haría que algunas personas modificaran su dieta o su estilo de vida, o conseguiría que se sometieran a exámenes regulares. Sin embargo, estas pruebas también pueden generar problemas.
«Estas pruebas podrían causar una preocupación innecesaria sobre los posibles riesgos para la salud, o bien ofrecer una falsa sensación de seguridad.»
Jeanne Owens, investigadora británica sobre el cáncer
Esto significa que los resultados logrados con la determinación del genotipo personal pueden ser, en muchos casos, engañosos. Existe el peligro de brindar una falsa tranquilidad, lo que podría hacer que la persona adoptara una actitud desdeñosa en relación con su salud: los individuos con SNP que sugieren un riesgo bajo de cáncer pulmonar podrían tener menos deseos de abandonar el tabaquismo. Los resultados que provocan ansiedad innecesaria también pueden ser aterradores, especialmente en el caso de las personas evaluadas a través de servicios ofrecidos por Internet, sin la orientación o el consejo médicos necesarios. Si alguien presenta un alelo como ApoEε4, que incrementa en seis veces el riesgo de padecer la enfermedad de Alzheimer, ¿querría enterarse a través de un sitio web?
En cualquier caso, las pruebas genéticas personales son cada vez más habituales a medida que disminuye su coste económico. La secuenciación inicial del genoma humano completo costó 4.000 millones de dólares, pero ahora es posible llevar a cabo una secuenciación personal completa por tan sólo 100.000 dólares. La mayor parte de los científicos considera que esta cifra se reducirá hasta 1.000 dólares o menos en los próximos años. Todo ello va a dar lugar a posibilidades médicas muy interesantes, a pesar de que mucha de la información que se consiga va a tener un carácter enigmático y su interpretación será diabólicamente complicada.
Genómica personal
Cuando se secuenció por primera vez el genoma humano, los resultados publicados eran valores promedio y conjuntos de datos correspondientes a varias personas. La disminución actual de los costes económicos de esta tecnología ha permitido que dos personas, Craig Venter y James Watson, hayan llevado a cabo la secuenciación de su genoma personal. El genoma de Venter tuvo un coste de 10 millones de dólares y fue publicado en 2007, mientras que el genoma de Watson se publicó un año después y su coste ascendió a un millón de dólares. El precio sigue bajando; en 2008, una compañía denominada Applied Biosystems cartografió el genoma de un nigeriano anónimo por 60.000 dólares.
La X Prize Foundation, que ya ha organizado un concurso para lanzar el primer vuelo espacial privado, ofrece en la actualidad un premio de genómica para fomentar los avances tecnológicos en esta área. El premio, de 10 millones de dólares, lo ganará el primer equipo que secuencie 100 genomas de personas anónimas en 10 días, con un coste que no sea superior a 10.000 dólares por cada una.
Cronología:
1993: Identificación de la mutación que causa la enfermedad de Huntington
1995: Identificación del gen BRCA2
2001: Finalización del primer boceto del Proyecto Genoma Humano, con un coste de 4.000 millones de dólares
2007: Creación de las compañía deCODEme y 23andMe, que ofrecen servicios de genotipificación a particulares
2008: La compañía Applied Biosystems lleva a cabo la secuenciación de un genoma individual por 60.000 dólares
La idea en síntesis: el ADN puede avisar, pero también puede engañar