17 ¿Se nace o se hace?
Según Próspero, su amo, el monstruo Calibán era «un demonio, un puro demonio sobre cuya herencia la educación nunca pudo influir». Sin embargo, unas pocas décadas antes de que Shakespeare escribiera La tempestad, san Ignacio de Loyola había fundado la orden jesuita cuya famosa máxima era: «Dame al niño hasta que cumpla siete años y te mostraré al hombre». El debate acerca de las contribuciones relativas de la herencia y la experiencia o la cultura a la condición humana tiene raíces históricas profundas.
Tal como hemos visto, este debate adquirió una fuerte carga política en la era de la genética. En un lado, los que defendían las explicaciones genéticas para la psicología humana, y en el otro, los que creían que la psicología podía ser modelada por la cultura. Sarah Blaffer Hrdy, antropóloga que defendía la psicología evolutiva, llegó incluso a bromear señalando que estamos programados genéticamente para que nuestra naturaleza se oponga a nuestra cultura.
Sin embargo, estas dos concepciones de la naturaleza humana no están tan alejadas como se ha supuesto. Son pocos o ninguno los miembros de la «escuela de la naturaleza» verdaderamente deterministas de lo genético que consideren que todos los rasgos humanos se pueden cartografiar en los tripletes del ADN. De la misma forma, a pesar de que el determinismo cultural es más frecuente, la mayor parte de los críticos de las teorías genéticas argumenta que se ha exagerado la importancia de los genes, no que sea inexistente. Así, el conocimiento cada vez mayor de la forma de actuación de los genes deja claro que es imposible separar las dos tendencias.
Una enfermedad genética y ambiental En 1934, el médico noruego Asbjörn Fölling comenzó a tratar a dos hermanos que habían parecido normales en el momento del nacimiento, pero en los que pronto se estableció el diagnóstico de retraso mental. Fölling efectuó pruebas en la orina que demostraron el exceso del aminoácido fenilalanina. Había descubierto la causa del retraso mental de estos niños: una enfermedad hereditaria denominada fenilcetonuria.
Los fenilcetonúricos presentan dos copias de un gen recesivo, por lo que no pueden elaborar la enzima denominada fenilalanina hidroxilasa (FAH). En consecuencia, no pueden convertir la fenilalanina en tirosina, lo que conlleva el desequilibrio químico que altera el desarrollo cerebral. Sin embargo, si se detecta con la rapidez suficiente, los lactantes fenilcetonúricos pueden comenzar a recibir una dieta con contenido bajo en fenilalanina que incluye la retirada de la leche materna, y luego restricciones en carne, productos lácteos y legumbres, lo que permite reducir las lesiones cerebrales y facilitar el desarrollo normal de los pacientes.
La causa de la fenilcetonuria implica elementos de la naturaleza y de la cultura. Ni el genotipo ni la dieta podrían dar lugar por sí mismos al retraso mental: la enfermedad sólo aparece cuando se combinan las alteraciones de ambos elementos. En la actualidad se realizan pruebas a todos los recién nacidos para detectar la mutación, de manera que es posible prevenir las alteraciones cerebrales antes de que se produzcan.
¿Qué ambientes tienen importancia?
Dado que son pocos los atributos psicológicos determinados completamente por la genética, el ambiente debe de ser importante. Sin embargo, ¿qué factores ambientales son los más relevantes? Podríamos asumir que el ambiente familiar es primordial, pero excepto en los casos de abandono o maltrato, no suele ser lo habitual.
La psicóloga norteamericana Judith Rich Harris ha demostrado que el ambiente familiar que comparten los niños influye muy poco sobre la mayor parte de los aspectos de su desarrollo: lo que tiene realmente importancia son sus amigos. Así, estos niños tienen más posibilidades de compartir las actitudes sociales y los rasgos de personalidad de sus compañeros y amigos, que no los de sus padres.
Los padres pueden enseñar a sus hijos habilidades como tocar el piano, pero no modificar sus aptitudes innatas para la música. Es obvio que los padres influyen en la felicidad de sus hijos, pero esto no configura necesariamente sus perspectivas acerca de la vida.
Estudios sobre gemelos En el estudio de los gemelos se han demostrado efectos de combinación similares. Los gemelos idénticos o monocigóticos comparten todo su ADN y no muestran un ligamiento genético más estrecho que el que puedan tener con algún otro hermano. Sin embargo, ambos tipos de gemelos comparten el útero, la familia y el entorno cultural. Las comparaciones entre ambos tipos pueden así determinar hasta qué punto es importante la herencia.
En lo que se refiere a una amplia gama de rasgos, incluyendo el cociente intelectual (CI), los indicadores de la personalidad como la extraversión y la tendencia a la neurosis, e incluso a la homosexualidad, la religiosidad y el conservadurismo político, los gemelos idénticos se parecen entre sí mucho más que los gemelos dicigóticos. Este dato indica que los genes deben influir en estos aspectos de la personalidad.
La genética de las aptitudes
En la interacción entre naturaleza y cultura, hay a menudo una similitud con el dilema de «el huevo y la gallina». Vamos a considerar como ejemplo las aptitudes deportivas. Si un niño ha heredado genes que le procuran músculos de contracción rápida, fuertes y una buena capacidad pulmonar, es muy probable que pueda ser un velocista mejor que muchos de sus compañeros. En consecuencia, posiblemente va a disfrutar del deporte, va a atraer la atención del entrenador del colegio, va a formar parte del equipo de los 100 metros y entrenará para incrementar todavía más su velocidad. Busca un ambiente que sea adecuado para sus genes.
Posiblemente podríamos decir algo similar de otras aptitudes como la inteligencia y la música. Los genes podrían no influir en la inteligencia por sí mismos, sino a través de la creación de una aptitud para el aprendizaje, de manera que el niño permaneciera concentrado en clase y pasara su tiempo libre en la biblioteca.
En cualquier caso, la concordancia entre los gemelos idénticos no suele ser nunca del 100%; por ejemplo, sus puntuaciones del CI tienden a presentar una similitud de aproximadamente el 70% en comparación con el 50% entre los gemelos dicigóticos. Esto demuestra que, por definición, la herencia no puede ser el único factor implicado: si lo fuera, los gemelos idénticos serían absolutamente idénticos en todo. En lo que se refiere a la mayor parte de los rasgos humanos, no son correctas las hipótesis extremas de la cultura ni de la naturaleza.
El estudio de la cohorte Dunedin Más sorprendentes han sido los estudios de Avshalom Caspi y Terrie Moffitt relativos a una cohorte de niños nacidos entre 1972 y 1973 en Dunedin, Nueva Zelanda, con registro de los detalles de sus experiencias vitales y con evaluación de su ADN. Los resultados han echado por tierra la dicotomía naturaleza-cultura.
En primer lugar, Moffitt y Caspi estudiaron un gen denominado MAOA, que posee dos variantes o alelos. Los niños con uno de estos alelos mostraban mayor probabilidad de presentar un comportamiento antisocial, pero sólo si además eran maltratados durante su niñez. Cuando se criaban en familias equilibradas, el alelo «de riesgo» no se manifestaba. No era un gen indicador de criminalidad y no implicaba ninguna forma de determinismo, genético o ambiental. Para llegar a ser potencialmente peligrosa, una variante genética debe ser activada por una influencia ambiental.
«Durante al menos un siglo, la argumentación sobre la inteligencia ha versado sobre la naturaleza frente a la cultura. Ahora nos estamos dando cuenta de que trabajan juntas.»
Terrie Moffitt
El gen de la molécula transportadora de la serotonina, 5HTT, también posee dos alelos y sabemos que está relacionado con el estado de ánimo. Moffitt y Caspi observaron que las personas con uno de estos alelos tenían una probabilidad 2,5 veces mayor de sufrir depresión clínica que las que poseían el otro alelo; sin embargo, de nuevo, la depresión clínica sólo aparecía en circunstancias concretas (pérdida del empleo, divorcio o desaparición de un ser querido), e incluso en estas situaciones lo que se observa es un aumento del riesgo, no un determinismo. Cuando los entornos de estos individuos son felices, sus genes no establecen ninguna diferencia.
Moffitt y Caspi también observaron que una versión de un gen denominado COMT puede incrementar el riesgo de esquizofrenia si los portadores también fuman marihuana durante la adolescencia. Su descubrimiento más reciente ha sido el de que los niños alimentados al pecho materno presentan en promedio un CI superior al de los niños que no lo son, pero únicamente si tienen además un perfil genético concreto. La minoría que carece de dicho perfil no recibe una influencia negativa sobre su inteligencia.
Todo ello lo que demuestra es la esterilidad de la controversia entre naturaleza y cultura. La naturaleza actúa a través de la cultura y la cultura a través de la naturaleza; el objetivo de ambas es el de modelar nuestras personalidades, actitudes, salud y comportamiento.
Cronología:
1934: Asbjörn Fölling (1888-1973) identifica la fenilcetonuria
1953: Descubrimiento de la estructura en doble hélice del ADN
2001: Publicación de los primeros bocetos del genoma humano
2002: El estudio de la cohorte Dunedin demuestra las contribuciones genéticas y ambientales en múltiples efectos sobre la salud y el comportamiento
La idea en síntesis: los genes y el ambiente trabajan juntos