26 Genealogía genética
Aunque la pertenencia a la comunidad judía se transmite por línea femenina, las tradiciones ortodoxa y conservadora otorgan un estatus especial a un grupo de hombres denominado kohanim. Según el libro del Éxodo, Dios otorgó el título de kohen a Aarón, el gran sacerdote hermano de Moisés; este título era un «cargo vitalicio» que sería transmitido a todos sus herederos por la línea masculina. Los miembros de esta casta de sacerdotes constituida por vía paterna desempeñan responsabilidades específicas en los oficios religiosos.
A mediados de la década de 1990, un médico canadiense, Karl Skorecki, perteneciente al grupo kohanim, se dio cuenta de que si todos ellos tenían un ancestro común (si bien de una antigüedad superior a los 3.000 años) también debían de compartir similitudes genéticas. El cromosoma Y (que contiene el segmento del ADN que determina el sexo masculino) se transmite de padre a hijo. Skorecki se preguntó si era posible que el cromosoma Y de Aarón se hubiera preservado en los kohanim actuales.
Para determinarlo, estableció contacto con Michael Hammer, un genetista de la Universidad de Arizona que estaba investigando el cromosoma Y, y juntos seleccionaron a 188 hombres judíos que proporcionaron una muestra de su ADN y también detalles de su ascendencia judía. Los resultados fueron extraordinarios: 97 de los 106 individuos que se identificaron como kohanim compartían un conjunto de seis marcadores genéticos en el cromosoma Y. La genética molecular había permitido confirmar una tradición genealógica.
Árboles de genes Desde entonces la genética se convirtió en un buen negocio. Decenas de compañías pueden estudiar en la actualidad el ADN para determinar nuestra ascendencia. Al menos en los hombres, el instrumento más útil para este estudio sigue siendo el cromosoma Y. Como vimos en el capítulo anterior, el ADN del cromosoma Y no sufre modificaciones debidas a la recombinación en cada nueva generación. De la misma manera que los apellidos anglosajones, este ADN deja la línea masculina más o menos intacta. Al evaluar su tasa de mutación, los científicos pueden agrupar a los hombres que comparten un ancestro masculino fallecido hace mucho tiempo.
Hay 18 clanes o «haplogrupos» genéricos del ADN del cromosoma Y, y el origen de cada uno se ha localizado en regiones geográficas concretas. Los haplogrupos A y B son exclusivamente africanos; el haplogrupo H se originó en el subcontinente indio, y el haplogrupo K es específico de los aborígenes australianos y de Nueva Guinea. Muchos de estos grupos se podrían dividir a su vez en subgrupos. El subgrupo R1b es el más frecuente entre los hombres europeos, mientras que los hombres kohanim pertenecen a los subgrupos J1 y J2. Según parece, Aarón pudo haber vivido lo suficiente como para que su línea masculina se dividiera en dos.
Por supuesto, las mujeres carecen de cromosoma Y, pero los árboles de genes femeninos se pueden trazar mediante el ADN mitocondrial (ADNmt), heredado de sus madres tanto por los hombres como por las mujeres, y que también escapa a la recombinación. Así, las personas pueden clasificarse en casi 40 haplogrupos según la línea materna que, de nuevo, se han relacionado con diversas regiones geográficas.
Cruzados y musulmanes
Los acontecimientos históricos han dado lugar a un legado genético visible en el ADN de las personas que viven hoy día. En un estudio reciente, se ha demostrado que un número desproporcionado de cristianos del Líbano posee un cromosoma Y que tiene su origen en el occidente europeo. Posiblemente, los cruzados lo trasladaron al Líbano entre los siglos XII y XIII, y desde entonces ha sido transmitido por los descendientes de quienes se asentaron en esa región.
La investigación también ha demostrado que entre los libaneses musulmanes es más frecuente un tipo de cromosoma Y que hunde sus raíces en la península arábiga, lo que puede reflejar las antiguas migraciones que tuvieron lugar durante la expansión islámica en los siglos VII y VIII.
Por consiguiente, cualquier persona puede conocer su ascendencia remota mediante las pruebas de ADN, lo que hace que las compañía dedicadas a la genealogía genética estén haciendo un gran negocio. La compañía Oxford Ancestors, fundada por el genetista Bryan Sykes, utiliza el ADNmt para asignar a los europeos a clanes fundados por las «siete hijas de Eva», supuestas matriarcas con nombres como Úrsula (para el haplogrupo U) o Helena (para el haplogrupo H). También está especializada en la vinculación del ADN del cromosoma Y; Sykes ha señalado que uno de sus clientes (un contable norteamericano de nombre Tom Robinson) posee el cromosoma Y de Genghis Khan.
Estas pruebas de ADN también son útiles para definir árboles familiares más recientes, lo que puede tener un gran valor para los historiadores. Cuando en 1991 se exhumaron los cuerpos del zar Nicolás II y su familia, se realizaron pruebas genéticas para confirmar sus identidades. El ADN de la zarina Alexandra se comparó con una muestra de ADNmt proporcionada por su sobrino nieto, el duque de Edimburgo.
Y en 2005, un niño de 15 años de edad concebido mediante una donación de esperma llegó incluso a utilizar una base de datos genética en Internet para localizar a su padre biológico. Su cromosoma Y fue congruente con el de dos hombres que tenían el mismo apellido; dado que la madre del niño conocía la fecha y el lugar de nacimiento del donante, el dato genético lo condujo al hombre correcto.
El Proyecto Genographic
La iniciativa de genealogía genética de mayor envergadura a nivel mundial es el Proyecto Genographic, una colaboración empresarial de 40 millones de dólares entre National Geographic e IBM, iniciada en 2005; su objetivo es el de recoger al menos 100.000 muestras de ADN de indígenas de todo el mundo. En última instancia, se pretende reconstruir la historia de las migraciones humanas e investigar las relaciones genéticas entre los distintos grupos raciales. Además, en el contexto de este proyecto también se han vendido más de 250.000 equipos de evaluación genética (con un coste de 100 dólares cada uno) para que las personas puedan conocer su ascendencia.
Al igual que una iniciativa similar, el Proyecto Diversidad del Genoma Humano (Human Genome Diversity), Genographic ha suscitado las críticas de algunos genetistas y de organizaciones que representan a los pueblos indígenas, que argumentan que la identificación de las firmas genéticas de los grupos raciales concretos podría fomentar el racismo. También hay dudas acerca del valor del consentimiento informado otorgado por parte de grupos sociales que no comprenden qué es la genética.
«Entre los literalmente miles de ancestros genéticos de las 12 últimas generaciones (digamos que aproximadamente hasta el año 1700), el ADN mitocondrial puede establecer la vinculación de cada persona viva con sólo uno de estos antepasados.»
Jonathan Marks, antropólogo
Advertencia al comprador Los profesionales de la genética han cuestionado el valor de muchas de las pruebas comerciales. En Estados Unidos, estos tests son populares entre las personas de origen africano que desean encontrar sus raíces: la presentadora de televisión Oprah Winfrey ha señalado que su ADN demostraba que tenía un origen zulú. Casi con total seguridad, este resultado es engañoso. Incluso si su ADNmt perteneciera al mismo haplogrupo que el de la mayor parte de los zulúes, este dato ofrece muy poca información acerca de su ascendencia. Si retrocedemos tan sólo 20 generaciones, todos tenemos más de un millón de antepasados directos. La prueba del ADNmt a la que se sometió Oprah solamente le dice que uno de esos antecesores podría haber sido un zulú. Lo mismo ocurre con el cromosoma Y. Tom Robinson podría descender de cualquier asiático que hubiera tenido muchos hijos y nietos, pero no hay ninguna prueba real de que ese hombre hubiera sido Genghis Khan.
Las pruebas de ADN también pueden ofrecer resultados incómodos. Muchos afroamericanos se han sorprendido al descubrir que sus cromosomas Y pertenecen a haplogrupos europeos, lo que representa un legado de la explotación sexual a la que los propietarios de las plantaciones sometían a sus esclavas. Así, estas pruebas han confirmado que Thomas Jefferson (el tercer presidente estadounidense) tuvo hijos con su esclava Sally Hemmings. Las comparaciones del material genético de los descendientes masculinos de estas dos personas demuestran la existencia del mismo ADN en el cromosoma Y.
Por otra parte, la genética tanto puede refutar las relaciones biológicas como confirmarlas; no pocas personas han sido excluidas de los estudios de grupos familiares debido a que su ADN demostraba que no tenían ninguna relación con los que se suponían eran sus padres. Así que, además de que no va a demostrar que procedemos de los vikingos o de los zulúes, nos puede ofrecer sorpresas desagradables.
Cronología:
1991: El ADN mitocondrial permite identificar los cuerpos de la familia del zar Nicolás II
1997: Identificación del cromosoma Y de los kohanim
2001: Brian Sykes publica Las siete hijas de Eva
2005: Lanzamiento del Proyecto Genographic
La idea en síntesis: los genes nos permiten conocer a nuestros antepasados