14 Determinismo genético
Tras la publicación en febrero de 2001 de su versión de la secuencia del genoma humano, Craig Venter pronunció una conferencia en el congreso de biotecnología en Lyon, Francia. En ella resaltó, entre otros aspectos, el descifre del genoma humano como un hito histórico del conocimiento, y que el escaso número de genes indicaba que el comportamiento, el carácter y la fisiología del ser humano no podían estar del todo determinados por su constitución genética. «Simplemente, no tenemos los genes suficientes para que esta idea del determinismo biológico sea correcta», expresó. «La maravillosa diversidad de la especie humana no está recogida en nuestro código genético. La clave está en el ambiente».
El razonamiento de Venter era un tanto imperfecto y, así, Sulston le acusó incluso de formular una «falacia filosófica». Es cierto que los 30.000-40.000 genes que entonces se consideraba poseía el genoma humano eran completamente insuficientes para determinar todos y cada uno de los rasgos humanos. Sin embargo, la conclusión de Sulston en el sentido de que, si tuviéramos un número tres veces superior de genes, podría ser posible, resulta equivocada. Los factores genéticos y los ambientales son relevantes para explicar la condición humana, pero el genoma no arrojó inicialmente mucha luz acerca de la importancia relativa de cada uno de ellos.
En cualquier caso, la intención de Venter era desprestigiar el determinismo genético. Desde los comienzos de la ciencia, la genética ha sido con frecuencia malinterpretada, en el sentido de que implicaría una predestinación; la idea de que las personas son prisioneras de sus genes ha tenido consecuencias sociales y científicas terribles.
Darwinismo social Cuando Charles Darwin publicó El origen de las especies en 1859, evitó la discusión sobre la influencia de la evolución en el comportamiento humano, aunque no pasó mucho tiempo antes de que sus contemporáneos intentaran aplicar sus teorías a la sociedad. Figuras como Herbert Spencer (un filósofo que acuñó el concepto de «supervivencia de los mejor adaptados») propusieron que las sociedades humanas podían aprender de la naturaleza y mejorar por medio de la marginación y el rechazo de sus miembros más débiles.Los «darwinistas sociales» argumentaban que las intervenciones para ayudar a los pobres y a los enfermos podían tener una intención noble pero, en última instancia, debilitaban la raza humana al subvertir la selección natural.
Otros pensadores se apropiaron de las ideas de Darwin para apoyar sus propios conceptos acerca del determinismo biológico. Cesare Lombroso (1836-1909) y Paul Broca (1824-1880) señalaron que los delincuentes, los enfermos mentales y los sujetos con discapacidad intelectual eran fisiológicamente diferentes de los ciudadanos corrientes que cumplían las leyes, y también que su escaso valor era hereditario e inmutable. Las ahora desacreditadas seudociencias de la frenología y la craneología apoyaban estos puntos de vista.
La teoría evolutiva también se utilizó para defender el racismo, con el argumento de que ciertos grupos raciales (especialmente los de piel oscura) representaban formas más primitivas de humanidad. Robert Knox, anatomista escocés, desarrolló una teoría antropológica en la cual se señalaba que la humanidad constituía en realidad un género, y las diferentes razas eran especies de mayor o menor sofisticación que podían clasificarse científicamente en orden de superioridad. Por supuesto, a los blancos de origen anglosajón los colocaba en el vértice de su jerarquía racial.
«En el camino de sirga encontramos una larga fila de imbéciles y tuvimos que atravesarla. Fue completamente horrible. Ciertamente, habría que matarlos.»
Virginia Woolf
Eugenesia Darwin rechazó las teorías sociales que se aprovecharon de sus conocimientos biológicos, en parte por sus propios antecedentes familiares de enfermedades: dos de sus diez hijos fallecieron durante la niñez, y la muerte de su hija Annie a la edad de 10 años lo dejó devastado. Sin embargo, su primo Francis Galton adoptó estos razonamientos con un gran fervor, y llegó a la conclusión de que era posible mejorar la especie mediante la aplicación de métodos de cría selectiva, tal como ocurría con otras especies. Fue el creador de la eugenesia.
Galton, un «hombre del Renacimiento»
Francis Galton suele ser recordado hoy en día por la eugenesia, pero muchos de sus otros logros estuvieron fundamentados en ciencia realmente sólida y tuvieron una vigencia mayor. Sus experimentos con conejos demostraron que los rasgos no se transmiten mediante la mezcla de las características de los progenitores, tal como había considerado probable Darwin y había conjeturado la genética mendeliana. Galton fue el fundador real de la estadística moderna al introducir el principio de la regresión hacia la media, que indica que los resultados anómalos tienden a retornar al valor promedio. También participó en el desarrollo de la ciencia forense, con la descripción de las huellas dactilares, y de meteorología, ya que ideó el primer mapa del tiempo. Su única idea errónea oscureció en gran medida el resto de sus aportaciones.
Esta filosofía, que significa «buena crianza», perseguía el objetivo de crear una casta elitista de superdotados a través de la potenciación de los denominados «matrimonios eugenésicos» entre personas de buena salud y gran inteligencia. Sin embargo, pronto adoptó una forma más siniestra en la que sus defensores proponían la esterilización forzada de los «imbéciles», los discapacitados, los locos y otros individuos considerados no aptos desde el punto de vista genético.
A finales del siglo XIX y principios del XX, la eugenesia era considerada como tendencia científica de carácter progresista. Algunos de los defensores más entusiastas como H. G. Wells y Beatrice y Sidney Webb, quienes señalaron que la eugenesia era un método para mejorar la calidad de los genes de las clases trabajadoras y, por tanto, de las perspectivas sociales.
A pesar de sus orígenes británicos, las ideas de la eugenesia nunca se incorporaron a la legislación inglesa (véase el recuadro de la página siguiente), aunque otros muchos países las adoptaron. Muchos estados norteamericanos aprobaron leyes relativas al matrimonio eugenésico que prohibían el casamiento de los «débiles mentales o lelos» e incluso de los epilépticos. Cuando en la década de 1970 estas prácticas se declararon ilegales, 64.000 personas ya habían sido esterilizadas de manera forzada. La Alemania nazi fue todavía más allá, en una macabra progresión desde las 400.000 esterilizaciones forzadas en nombre de la «higiene racial», pasando por la eutanasia de los lisiados o incapacitados hasta llegar, en última instancia, al horror del Holocausto.
«¿Y en lo que se refiere al resto, esos enjambres de personas negras, mestizas y amarillas sin relevancia para las nuevas necesidades de la eficiencia? Bien, el mundo es el mundo, no una institución de beneficencia, y creo que tendrían que desaparecer.»
H. G. Wells
Múltiples malentendidos Dejando aparte las violaciones de la libertad humana que acompañaron a la eugenesia, el tipo de determinismo biológico sobre el que se fundamentaba este movimiento descansaba en un tremendo malentendido científico. A pesar de que los genes tienen una gran influencia en muchos aspectos de la salud y el comportamiento humanos, y de que muchas enfermedades y trastornos mentales son hereditarios, la mayor parte de los rasgos y las enfermedades que pretendían eliminar los defensores de la eugenesia no está controlada únicamente por la genética. Venter tenía razón en un sentido genético: los genes no programan el comportamiento ni la salud del ser humano, sino que ejercen una influencia mucho más sutil.
Proyecto de ley británico sobre la eugenesia
En 1912, el gobierno liberal inglés introdujo el proyecto de ley sobre las diferencias mentales (Mental Deficiencies Bill), que tuvo un ponente tan extraordinario como Winston Churchill. Esta ley habría impuesto penas a las personas que contraían matrimonio con deficientes mentales, y en el anteproyecto se recogía la posibilidad de que, en el futuro, fuera aprobada la esterilización obligatoria. La campaña en contra fue dirigida por Josiah Wedgwood, un parlamentario liberal que —al igual que Galton— también era pariente de Darwin. Wedgwood atacó tanto los débiles principios científicos en los que se basaba la ley como su violación efectiva de la libertad individual, y consiguió el apoyo suficiente para que fuera retirada. Ésta constituyó la mayor aproximación de los británicos a la legislación sobre la eugenesia.
Sin embargo, los abusos de la genética en el pasado hicieron que muchas personas rechazaran cualquier sugerencia de que los genes pueden desempeñar alguna función en la configuración del carácter o el comportamiento humanos, de forma que hoy en día la investigación de estos efectos se considera políticamente incorrecta. En cualquier caso, esta actitud no es más científica que las teorías equivocadas de Galton o Knox.
Cronología:
Década de 1860: Francis Galton (182-1911) desarrolla ideas para la promoción del «genio hereditario»
1883: Galton acuña el término «eugenesia» para describir este movimiento
1912: Retirada del proyecto de ley británico relativo a la deficiencia mental tras la campaña de Josiah Wedgwood
1927: El Tribunal Supremo estadounidense autoriza la aplicación de la ley de esterilización obligatoria en el caso «Buck contra Bell»
1933: 400.000 esterilizaciones forzadas en la Alemania nazi
La idea en síntesis: los genes influyen, pero no suelen ser determinantes