01 Teoría de la evolución

El genetista Theodosius Dobzhansky escribió: «No hay nada en biología que tenga sentido si no es a la luz de la evolución». Si bien Charles Darwin no conocía los genes ni los cromosomas, éstos y todos los conceptos que se describen en este libro están relacionados, en última instancia, con la genialidad de su contemplación de la vida sobre la Tierra.

La teoría de la selección natural de Darwin sostiene que los organismos individuales heredan las características de sus progenitores con modificaciones pequeñas e impredecibles. Los cambios que favorecen la supervivencia y la reproducción se multiplican en una determinada población con el paso del tiempo, mientras que los cambios que inducen efectos negativos desaparecen de manera gradual.

La evolución en función de la selección natural es de una sencillez tan hermosa que, una vez comprendida, convence de manera inmediata. Cuando el biólogo Thomas Henry Huxley escuchó por primera vez esta hipótesis, exclamó: «¡Qué tremendamente estúpido soy por no haber pensado antes en ello!». El escéptico al principio, se convirtió después en su defensor más enérgico, hasta el punto de recibir el apodo de «el perro guardián de Darwin» (véase el recuadro de la página siguiente).

El razonamiento desde el diseño A lo largo de varios siglos antes de Darwin, los filósofos de la naturaleza habían intentado explicar la extraordinaria variedad de la vida sobre la Tierra. Por supuesto, la solución tradicional se refería a lo sobrenatural: la vida era creada en toda su diversidad por un dios, y los rasgos que permitían a un organismo concreto adaptarse a un nicho ecológico estaban en función del plan del gran creador.

Aunque el origen del «razonamiento desde el diseño» se remonta a Cicerón, se le atribuye a William Paley, un pastor protestante inglés, quien en un tratado publicado en 1802, equiparó la complejidad de la vida con la de un reloj encontrado en un prado, cuya simple existencia presupone, a su vez, la existencia de un relojero. Esta teoría se convirtió rápidamente en un elemento de la ortodoxia científica e incluso Darwin la compartió en los inicios de su trayectoria profesional.

Sin embargo, para el filósofo David Hume (siglo XVIII), el razonamiento desde el diseño conduce, en última instancia, a la pregunta siguiente: ¿quién diseñó al diseñador? La ausencia de una explicación obvia desde el punto de vista natural es una pobre razón para no seguir investigando. Los implicados en esta controversia, desde Paley hasta los denominados creacionistas «del diseño inteligente», argumentan en esencia: «No lo sé, de manera que todo debe de proceder de Dios». Como forma de razonamiento, no es un buen sustituto de la ciencia.

Características adquiridas Al tiempo que Paley apelaba al argumento del relojero, Jean-Baptiste Lamarck propuso que los organismos descendían los unos de los otros, y que las diferencias se debían a sutiles modificaciones en cada generación. La suya fue realmente la primera teoría de la evolución.

El motor evolutivo de Lamarck era la herencia de las características adquiridas: los cambios anatómicos debidos al efecto del medio ambiente podían ser transmitidos a la descendencia. El hijo de un herrero heredaría los fuertes músculos que su padre había desarrollado en la fragua. Las jirafas estiran su cuello para alcanzar las ramas más altas y, al mismo tiempo, alargan también el cuello de las generaciones subsiguientes.

El «perro guardián» de Darwin

A T. H. Huxley se le apodó «el perro guardián de Darwin» durante la reunión de 1860 de la British Association for the Advancemente of Science, tras su defensa de la teoría de Darwin frente al razonamiento desde el diseño defendido por Samuel Wilberforce, el obispo de Oxford. A pesar de que no existe una transcripción literal de su conferencia, Wilberforce comenzó burlándose de su rival y preguntando si lo que quería decir en realidad era que descendía de un mono a través de su madre o de su padre. Parece ser que Huxley respondió: «Preferiría descender de un mono más que de un hombre cultivado que puso toda su cultura y elocuencia al servicio de los prejuicios y la falsedad».

Esta teoría todavía es objeto de burla, debido a su resurgimiento en 1930 por iniciativa del biólogo favorito de Stalin, Trofim Lysenko. Su insistencia en «entrenar» al trigo para resistir las olas de frío fue la causa de millones de fallecimientos por hambre en la Unión Soviética. En ocasiones, las ideas de Lamarck se describen incluso como herejías. Aunque equivocado en lo relativo a los detalles de la evolución, señaló, con acierto, que las características biológicas eran hereditarias; sólo erró en lo relativo a los medios a través de los que se transmite la herencia.

Solamente una teoría

Los creacionistas suelen señalar que la de la evolución es «tan sólo una teoría», como si quisieran dar a su alternativa cierta paridad científica. Esta postura refleja su mala interpretación del concepto ciencia, un contexto en el que el término «teoría» no se emplea con la acepción habitual de intuición. Más aún, una teoría es una hipótesis confirmada por todos los datos disponibles. La teoría de la evolución cumple sobradamente esta definición al apoyarse en la evidencia procedente de la genética, la paleontología, la anatomía, la botánica, la geología, la embriología y otras muchas ramas científicas. Si la teoría de la evolución fuera incorrecta, habría que volver a evaluar casi todo lo que sabemos acerca de la biología. Es algo parecido a la teoría de la gravedad; no es una idea que podamos tomar o dejar, sino la mejor explicación posible de un conjunto de hechos.

El origen de las especies Los medios reales a través de los cuales se transmite la herencia fueron esclarecidos por Darwin. A principios de 1830 se enroló en el HMS Beagle como naturalista, en un viaje que le permitió efectuar observaciones detalladas de la flora y la fauna, especialmente en las islas Galápagos, situadas al oeste de la costa de Ecuador, en cada una de las cuales anidaban especies ligeramente diferentes de pinzones. Las similitudes y las diferencias entre estas especies hicieron que Darwin considerara que podrían estar relacionadas entre sí y que, con el paso del tiempo, se habían adaptado al entorno de cada isla.

La valoración de Darwin fue muy similar a la de Lamarck. Lo que diferenció su hipótesis fue el mecanismo de la adaptación. El economista Robert Malthus (1766-1834) había descrito previamente la manera con la que los grupos de población que aumentan de tamaño compiten por los recursos y, en sus estudios, Darwin aplicó este principio a la biología. Las variaciones aleatorias que ayudaban al organismo a competir por el alimento y la cópula facilitaban su supervivencia y se transmitían a su descendencia. Sin embargo, las variaciones con efectos negativos desaparecían con el paso del tiempo a medida que los individuos portadores sucumbían frente a los individuos mejor adaptados a su entorno.

La selección natural no tenía ningún objetivo ni propósito, y tampoco otorgaba ninguna consideración especial a la vida humana. En la frase famosa de Herbert Spencer, lo que importaba era «la supervivencia de los mejor adaptados».

Darwin propuso inicialmente sus ideas en 1842, pero no las publicó por temor al escarnio que se había hecho de tratados como Vestiges of the Natural History of Creation («Vestigios de la historia natural de la creación»), un folleto dado a conocer en 1844 en el que se argumentaba que las especies se pueden transformar en otras distintas. En 1858, Darwin recibió una carta de Alfred Russell Wallace, un joven naturalista que había desarrollado una serie de conceptos similares. Tras una presentación conjunta con Wallace en la Linnean Society londinense, Darwin se apresuró en publicar El origen de las especies en 1859.

«La teoría de la evolución a través de una selección natural acumulativa es la única teoría conocida que, en principio, puede explicar la existencia de la complejidad organizada.»

Richard Dawkins

Los naturalistas de despacho, incluyendo los antiguos tutores de Darwin, Adam Sedgwick y John Stevens Henslow, estaban escandalizados por la nueva teoría. Otro crítico de la teoría de Darwin fue Robert FritzRoy, que se consideró traicionado por un antiguo amigo que se había aprovechado de su amabilidad para exponer puntos de vista próximos al ateísmo.

La teoría de Darwin se ha ido actualizando desde 1859, incluso por parte de su autor: El origen del hombre describió cómo las preferencias relativas a la cópula pueden guiar la selección de la misma manera que el ambiente. Sin embargo, el principio fundamental de que todas las especies están relacionadas entre sí y que únicamente se diferencian unas de las otras debido a cambios aleatorios que sólo se transmiten si tienen utilidad para la supervivencia o la reproducción, se convirtió en el elemento básico de toda la biología y también en la «primera piedra» de la genética.

Cronología:

1802: William Paley (1743-1805) propone la «analogía del relojero» para introducir el razonamiento desde el diseño. Jean-Baptiste Lamarck (1744-1829) propone la teoría de la herencia de las características adquiridas.

1842: Charles Darwin (1809-1882) ofrece un bosquejo de la evolución a través de la selección natural en una carta remitida a Charles Lyell

1858: Presentación de la teoría de la selección natural en la Royal Society por parte de Darwin y de Alfred Russell Wallace (1823-1913)

1859: Charles Darwin publica El origen de las especies

La idea en síntesis: la selección natural da lugar a la aparición de especies nuevas