30 Homosexualidad

Se cuenta que en la década de 1960 apareció un grafiti en un urinario público de Londres. Bajo la leyenda «Mi madre me hizo un homosexual», otra persona había escrito: «Si le diera la lana, ¿también me podría hacer uno a mí?».

Esta historia bien podría ser apócrifa, pero ilustra la creencia generalizada de que la homosexualidad es un proceso condicionado por el ambiente en el que se desenvuelve una persona, por sus experiencias y por la educación que recibe. Éste es un punto de vista muy popular entre los conservadores, que consideran la homosexualidad una elección personal pecaminosa. Sin embargo, también es un punto de vista atractivo para algunos homosexuales, convencido de que todo el mundo sería homosexual si se desarrollara en el contexto social adecuado, o que temen que el descubrimiento de causas biológicas de la homosexualidad pudiera ser utilizado para desarrollar un método de «curación».

Sin embargo, otros homosexuales y lesbianas sienten que «nacieron así». Aunque son pocos los científicos que rechazan el papel de la cultura en la orientación sexual, hay pruebas de que la biología —e incluso quizá la genética— también está implicada. Los gemelos monocigóticos tienen más probabilidades de compartir su orientación sexual, en comparación con los gemelos dicigóticos, lo que representa otro signo de la posible función de los genes.

¿Un gen gay? En 1993 el genetista americano Dean Hamer descubrió el primer gen relacionado con la homosexualidad. Hamer había observado que los homosexuales tenían con frecuencia familiares de sexo masculino que también lo eran, sobre todo en la rama materna. Ello podría implicar al cromosoma X, que los hombres heredan siempre de sus madres, y comenzó a comparar los cromosomas X de hombres homosexuales y de heterosexuales.

De las 40 parejas de hermanos homosexuales que participaron en el estudio, 33 compartían un conjunto específico de variantes en una región denominada Xq28. Los hermanos heterosexuales tendían a compartir un conjunto diferente de variantes en la misma zona. Hamer sugirió que la región Xq28 podía influir en la homosexualidad masculina. No era un «gen gay» en sí mismo, ya que algunos hombres que poseen los alelos supuestamente codificadores de la homosexualidad son heterosexuales, y viceversa. Sin embargo, podía indicar una predisposición a la homosexualidad, quizá acentuado en conjunto con otros elementos genéticos o ambientales.

La vinculación con la región Xq28 ha sido validada en otros estudios, pero no en todos. Sigue siendo imposible determinar con certeza si influye o no en la homosexualidad masculina.

Una paradoja evolutiva La posible función de los genes en la homosexualidad plantea una cuestión evolutiva interesante. La selección natural es un mecanismo eficaz de eliminación de las variantes que influyen de manera adversa en la reproducción y, desde una perspectiva darwiniana, la homosexualidad es algo así como un crimen contra los intereses evolutivos. Incluso si los homosexuales se casaran con frecuencia y tuvieran hijos, tal fue el caso de Oscar Wilde, las mutaciones que reducen el deseo por el apareamiento heterosexual nunca podrían diseminarse de manera generalizada en el conjunto de genes. Entonces, ¿cómo pueden haber sobrevivido los genes que predisponen a la homosexualidad?

Animales gays

Los orígenes naturales de la homosexualidad quedan claramente ilustrados por algunas curiosidades del reino animal. Bruce Bagemihl, de la Universidad de Columbia Británica, ha demostrado que la actividad sexual con individuos del mismo sexo se da en al menos 1.500 especies animales y ha sido bien documentada en más de 450.

Los chimpancés bonobo hembra establecen relaciones frotando sus genitales entre ellas, y los macacos japoneses hembra también pueden ser lesbianas entusiastas. En algunos rebaños de jirafas, nueve de cada diez actos sexuales tienen lugar entre animales macho; hasta el 8% de los carneros macho prefieren aparearse con animales del mismo sexo, y los pingüinos, los cisnes y los delfines son conocidos por formar parejas del mismo sexo. Nada de ello prueba que exista alguna implicación genética, pero la ubicuidad de la homosexualidad es bastante sugestiva. Ciertamente, no es un fenómeno específico del ser humano.

La respuesta está en el efecto que estos genes inducen sobre las mujeres. Si apareciera una mutación que incrementara la fertilidad femenina, de manera que las mujeres que la heredaran tuvieran más hijos, esta mutación prosperaría aunque en los hombres diera lugar al efecto contrario. Apoya esta hipótesis los resultados obtenidos por Andrea Camperio-Ciani, de la Universidad de Padua, quien en 2004 investigó los clanes familiares de 98 hombres homosexuales y de 100 hombres heterosexuales. Este investigador observó que los familiares femeninos de los homosexuales eran significativamente más fértiles de lo habitual. Las madres de los hombres homosexuales tenían un promedio de 2,69 hijos, en comparación con el promedio de 2,32 correspondiente a las madres de los hombres heterosexuales.

Orden de nacimiento Hay otro mecanismo a través del que se podría explicar la paradoja evolutiva de la homosexualidad. Es concebible que en las familias grandes, con muchos hijos, los intereses egoístas de los genes pudieran tener más éxito si los hermanos menores no participaran en la competencia por las mujeres, invirtiendo sus recursos en las sobrinas y sobrinos (que comparten la cuarta parte de su ADN). Esta posibilidad podría explicar una de las observaciones mejor asentadas acerca de la homosexualidad: que está relacionada con el orden de nacimiento.

La investigación efectuada por Ray Blanchard, de la Universidad de Toronto, ha establecido de manera concluyente que los hombres que tienen hermanos mayores muestran más posibilidades de ser homosexuales. Las posibilidades aumentan en aproximadamente un tercio con cada hermano mayor que tiene un hombre; no obstante, dada la baja prevalencia básica de la homosexualidad, la mayor parte de los hombres que tienen muchos hermanos mayores son heterosexuales.

Lesbianas

La mayor parte de la investigación acerca del origen biológico de la homosexualidad se ha centrado en los hombres, mientras que las mujeres han quedado algo de lado. En algunos estudios con gemelos y clanes familiares se ha señalado que el lesbianismo es, al menos, moderadamente heredable y también hay pruebas que indican concentraciones elevadas de testosterona. Sin embargo, hasta el momento no se han realizado estudios que sugieran, más que como tentativa, la existencia de un «gen lésbico» y tampoco se dispone de explicaciones evolutivas bien formuladas acerca del lesbianismo. La situación podría reflejar en parte las dificultades mayores que conlleva el estudio de las lesbianas, dado que el número de mujeres homosexuales que se declaran bisexuales es mayor que el de los hombres homosexuales; además, en sociedades dominadas por el hombre, las lesbianas carecen de libertad para seguir su orientación sexual. Algunas han expresado su malestar por el hecho de que la ciencia se comporta a menudo como si no existieran.

La razón puede estar relacionada con el ambiente uterino. El sistema inmunitario de la madre reacciona siempre contra el feto que se ha instalado en su útero, dado que es genéticamente extraño. Si tenemos en cuenta que los hombres poseen un cromosoma Y, lo que no ocurre con sus madres, esta respuesta de rechazo es más intensa cuando el feto es de sexo masculino y puede influir en los perfiles hormonales y también en el desarrollo sexual del cerebro.

El efecto del orden de nacimiento no se aplica a los niños con hermanos mayores adoptados o hermanastros, lo que sugiere que el elemento responsable está relacionado con la biología, más que con las circunstancias familiares. También está el elemento correspondiente a los dedos anulares: los hombres y las mujeres homosexuales tienden a tener dos dedos anulares largos, lo que constituye un signo de exposición prenatal a concentraciones elevadas de testosterona. Tal como se ha sugerido previamente, la relación entre la homosexualidad y el orden de nacimiento puede haber evolucionado o persistido a pesar de la selección natural. Dado que esta relación se observa principalmente en las familias con muchos hijos, no constituye una desventaja real en términos evolutivos.

La orientación sexual parece iniciarse a través de una miríada de factores entremezclados; algunos son genéticos, otros hormonales y gestacionales, y otros incluso el producto de los condicionamientos culturales. La contribución relativa de cada uno de estos factores sigue siendo una cuestión abierta, y podría ser diferente en cada individuo.

Todo ello hace que sea casi imposible considerar por separado los orígenes genéticos de la homosexualidad: es casi seguro que no se van a descubrir «genes gay» que pudieran ser evaluados en los embriones o frente a los cuales tienen poco que temer respecto a este campo de la investigación. Su sexualidad no es un trastorno ni tampoco una elección, sino un aspecto de la variación humana normal.

Cronología:

1932: J. B. S. Haldane siguiere que los efectos de selección de los familiares pueden explicar la supervivencia de la homosexualidad a pesar de su coste evolutivo

1993 Dean Hamer (nacido en 1951) pone en relación la región genética Xq28 con la homosexualidad masculina

1997: Ray Blanchard encuentra un vínculo entre la homosexualidad masculina y la existencia de hermanos mayores

2004: Andrea Camperio-Ciani observa que los familiares femeninos de los hombres homosexuales tienden a ser más fértiles

La idea en síntesis: la biología influye en la sexualidad