EL NOVIO
A medianoche, dormía, en el pecho despertó
el corazón lleno de amor tal si fuera de día;
el día llegó y sin embargo para mí anocheció
sea lo que fuera lo que a mí me traería.
Ella faltaba, mi hacer y afán tan diligente,
por ella sólo soporté la ardiente faena
de las cálidas horas; ¡qué vida placiente
en la tarde fresca, gratificante y buena!
El sol se puso y mano en mano comprometidos
saludamos a la última mirada que nos bendecía
y el ojo habló, al otro ojo claramente dirigido:
del este, espera sólo, vuelve con el día.
A medianoche por las estrellas guiado
en sueños al umbral donde yace serena.
Oh también ahí descanso me sea dado,
como quiera que sea, la vida es buena.
1828 (o antes)