VIAJE DE INVIERNO AL HARZ
Semejante al buitre
que entre pesadas nubes matinales
con suave vuelo en calma
busca la presa
se cierne mi canto.
Pues un Dios
ha designado a cada uno
su trayecto,
que el afortunado
pronto hacia la feliz
meta recorre:
al que sin embargo la desgracia
el corazón oprimió,
en vano se obstina
contra las barreras
del férreo hilo
que la sin duda amarga tijera
sólo libera una vez.
En la estremecedora espesura
se abre paso la salvaje bestia,
y con los gorriones ha tiempo
se han hundido los ricos en su ciénaga.
Fácil es seguir el carro
que guía Fortuna,
como el pausado séquito
por caminos bien hechos
tras el príncipe triunfal.
¿Pero quién está al margen?
En el monte se pierde su sendero,
tras él se aúnan las matas,
la hierba vuelve a crecer,
la soledumbre lo traga.
¿Pero quién cura los dolores
de a quien el bálsamo le era veneno?
¡Quien odio humano bebía
de la plenitud del amor!
Primero despreciado, ahora desprecia,
consume en secreto
su propia valía
en insatisfecho egoísmo.
¡Si hay en tu salterio,
padre del amor, una nota
sensible a su oído,
recrea su corazón!
Abre la adusta mirada
sobre las miles fuentes
junto al que tiene sed
en el desierto.
Tú que creas tanta alegría,
a cada uno en abundante medida,
bendice a los hermanos de la caza
que siguen el rastro del venado,
con loca petulancia juvenil
alegre pasión de muerte,
vengadora tardía de la iniquidad
que ya hace años en vano
con estacas defiende el campesino.
¡Pero al solitario envuelve
en tu nube de oro!
¡Rodea con hierbadoncella,
hasta que la rosa se alce de nuevo,
los húmedos cabellos,
oh amor, de tu poeta!
Con la antorcha en crepúsculo
lo iluminas
por los vados en la noche,
por caminos sin firme,
por soledumbres;
con la mañana de mil colores
le ríes en el corazón;
con la cetrería de la tormenta
lo llevas hacia lo alto;
ríos invernales se precipitan de rocas
en sus salmos
y altar del más tierno agradecimiento
es para él de la cumbre temida
la cima cubierta de nieve,
que con coros de espíritus
coronaron antepasados pueblos.
Tú te alzas con el pecho inexplorado,
misterioso y evidente
sobre el mundo asombrado
y miras desde las nubes
sus reinos y el esplendor
que de las venas de tus hermanos
junto a ti riegas.
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