SULEIKA
Ah, por tus húmedas alas,
Oeste, cuánto te envidio:
pues tú puedes anunciarle
cuánto, separada, sufro.
De ellas el movimiento
en el pecho anhelo levanta;
flores, ojos, bosque, oteros,
llevan en tu aliento lágrimas.
Mas tu dulce suave brisa
el párpado herido halaga.
Ah, de pena morir tendría
si yo verlo no esperara.
Hacia mi amor ve en tu vuelo,
sé dulce a su corazón;
pero evita entristecerlo
perdónale mi dolor.
Dile tú en discreta forma
que su amor es mi vida,
alegría de ambas cosas
me dará su cercanía.
1815