A LA LUNA
Llenas de nuevo el lindo valle
de brillo de niebla,
silente, liberar de nuevo sabes
mi alma entera.
Sobre mi campo esparces,
tal el ojo querido,
tu sedante mirada suave
sobre mi destino,
que conoces bien agitado.
Al corazón en llamas
lo tenéis junto al río encantado
como un fantasma,
cuando en la noche invernal
de muerte se crece
y en el esplendor primaveral
los capullos mece.
Bendita quien se aparta del mundo
y no odia,
tiene un hombre junto al pecho suyo
y con él goza
lo que, ignorado o en desprecio
de los hombres,
por el laberinto del pecho
pasa en la noche.
1777