EL REY EN THULE
Había un rey en Thule
que hasta la tumba amó,
su amada al ver que muere
un vaso de oro le dio.
No lo olvidaba jamás,
lo apuraba en cada orgía;
sus ojos se iban detrás
cada vez que de él bebía.
Y cuando vino a morir
contó las villas del reino,
su herencia vino a partir,
el vaso retuvo empero.
En el banquete real,
los caballeros vecinos,
en la alta sala ancestral,
en el castillo marino,
allí el viejo bebedor
del postrer fuego de vida
el vaso santo arrojó
a la onda estremecida.
Lo vio caerse, beber
y hundirse al fondo del mar.
Cayeron los parpados de él,
no bebió una gota más.
1774