REENCUENTRO
¡Estrella de estrellas, posible sería,
vuelvo a apretarte en mi corazón!
Ah, la noche de la lejanía
es un abismo, es un dolor.
¡Sí, dulce, de mis alegrías
querido adversario eres;
pensando en penas sufridas
me estremezco ante el presente!
Cuando el mundo en fondo profundo
yacía en el eterno pecho de Dios,
la primera hora ordenó seguro
con sublime placer de creación
y dijo la palabra: ¡Hágase!
Sonó entonces un ¡ah! doloroso
cuando penetró en las realidades
el universo con gestos poderosos.
¡La luz se hizo! se separó
tímida la tiniebla de ella,
y los elementos en redor
separados se dispersan.
Pronto, en salvajes sueños,
busca cada cual la lontananza,
rígido, en espacios inmensos,
sin sonido, sin nostalgia.
¡Mudo era todo, silente y desierto,
Dios por vez primera en soledad!
La aurora creó en aquel momento
que se compadeció de angustia tal.
De lo turbio ella desarrolló
de colores un sonoro juego
y lo que antes se separó
ahora pudo amar de nuevo.
Y con veloz tentativa
se busca lo que se pertenece
y a la vida sin medida
sentir y mirada vuelven.
¡Sea prender o arrebatar,
siempre que se tenga y sostenga!
Alá no necesita crear más,
somos quienes su mundo crean.
Así con un auroral vuelo
me arrebaté hacia tu boca
y la noche con miles de sellos
la alianza refuerza luminosa.
Ambos somos en la tierra
modelos en pena y placer
y una segunda palabra: ¡sea!
No nos separa otra vez.
1815