CAE EL CREPÚSCULO DE ARRIBA,
todo lo cercano fue a alejarse,
pero primero en el cielo se fija
el hermoso lucero de la tarde.
Todo vacila en lo incierto
pasan a la altura nieblas,
en calma el lago es reflejo
de ennegrecidas tinieblas.
Ahora en campos orientales
presiento luna y flama,
la cabellera del sauce
bromea en la onda cercana.
De ágiles sombras en juego
tiembla a la luna el fulgor,
por los ojos entra el fresco
suave hasta en el corazón.
1827