ESPAÑA COMO POSIBILIDAD
«UN viaje por España y Portugal —dice Meier-Graefe en el prólogo de su nuevo libro Viaje de España— proporcionó a los venturosos participantes variadísimas impresiones. Lo que de ello pudo ser anotado en las pocas horas exentas de mejor ocupación va copiado aquí. Si hubiera sido más, habría yo sacado menos. Quien visitó aquel país comprenderá que prefiriera yo vivir a escribir. A quien no estuvo allí, le aumentarán mis someras sugestiones el ansia de ir, mejor que la descripción detallada de cosas que quieren ser vistas. Para conocer la Península pirenaica son menester, mal contados, diez años, dándoles buen empleo. Yo disponía sólo de seis meses, y carecía por completo del impulso a tanta aplicación. Nos hemos encontrado a placer en España. Europa se hace poco a poco tan pequeña, que merece gratitud la indicación de espacios libres donde agitar el cuerpo y el espíritu. Esto constituye el único orgullo del autor».
He de hablar largamente de este libro en otro lugar. Ahora sólo me interesa comentar esa interpretación general de España como posibilidad para inmigración de sensibilidades europeas. ¿Cómo? ¿Los europeos necesitan de emociones españolas? ¿Será un error consiguiente nuestro europeísmo?
—Europa se hace angosta —clama Meier-Graefe desde Alemania—. ¡Y nosotros, que buscamos en el germanismo una introducción a regiones infinitamente extensas! Perdón; ¿dónde está el horizonte, dónde está realmente la rotunda línea, magnífica, de la amplia visión? ¿Es la tierra quien hace ancho el horizonte? ¿No es más bien el punto de vista?
Meier-Graefe trae en su retina a Europa: Europa no es una expresión geográfica. Cuando se ha combatido la tendencia de esta revista, se ha cometido la gedeonada de confundir a Europa con el extranjero. ¿Qué nos importa el extranjero, la serie de formas étnicas, históricas que pueda tomar la cultura en otras partes? Precisamente, cuando postulamos la europeización de España, no queremos otra cosa que la obtención de una nueva forma de cultura distinta de la francesa, la alemana… Queremos la interpretación española del mundo. Mas, para esto, nos hace falta la sustancia, nos hace falta la materia que hemos de adobar, nos hace falta la cultura.
Una secular tradición y ejercicio de lo humano ha ido sedimentando densas secreciones espirituales: Filosofía, Física, Filología. La enorme acumulación se eleva como un monte asiático; desde lo alto se dominan espacios ilimitados. Esa altura ideal es Europa: un punto de vista.
No solicitemos más que esto: clávese sobre España el punto de vista europeo. La sórdida realidad ibérica se ensanchará hasta el infinito; nuestras realidades, sin valor, cobrarán un sentido denso de símbolos humanos. Y las palabras europeas que durante tres siglos hemos callado, surgirán de una vez, cristalizando en un canto. Europa, cansada en Francia, agotada en Alemania, débil en Inglaterra, tendrá una nueva juventud bajo el sol poderoso de nuestra tierra.
España es una posibilidad europea.
Sólo mirada desde Europa es posible España.
Europa, 27 febrero 1910.