Capítulo V

 

El Noviazgo

 

Habían pasado ya casi dos años de nuestra amistad, una maravillosa amistad que cultivamos de manera asombrosa a través de la correspondencia y algunas visitas furtivas que él hacía a Barcelona llegando así a 1,978. Para ese tiempo él ya estaba a punto de terminar sus estudios en Viena y aunque anteriormente ya había hecho un servicio militar por agua y por tierra ahora le faltaba hacerlo por aire lo que implicaba que ahora residiría en Inglaterra. Por una parte me alegré porque tendría un poderoso motivo para visitar al tío George más seguido, ya que estaba un poco resentido que lo hubiera descuidado tanto en estos últimos años, según él porque ahora yo tenía otros intereses que ocupaban mi mente así que ahora si tenía la excusa perfecta para viajar y escaparme a Inglaterra a la menor oportunidad que mi tiempo me lo permitiera pero también me asustaba el saber que él estaría mucho tiempo volando, deseaba estudiar y culminar con honores su carrera de piloto y según él, algún día volar su propio avión y eso me asustaba un poco. Recordé la historia de la abuela y el abuelo y eso me inquietó mucho, el abuelo era un experto piloto de guerra pero antes de terminar la segunda guerra mundial fue declarado “perdido en acción” y nunca más se tuvo noticias de él, la abuela mandó a levantar una tumba y un monumento simbólico en su honor en la propiedad de Wessex, a su manera quiere creer que él está allí ya que su cuerpo nunca fue encontrado y eso la mortifica en su interior aunque no quiera reconocerlo, cosa que sobrelleva sorprendentemente con valentía y con la frente en alto. He estado enamorada de Leopoldo desde que nos vimos la primera vez aquella tarde en el parque y quisiera engañarme creyendo que él también lo está, pero su deber está por encima de cualquier cosa y si no fuera porque pertenece a una familia muy importante, antigua y de rangos y abolengos pensaría que es un príncipe porque su extraña preparación parece no tener fin. Creo que tendré que esperar muy cómodamente sentada si pienso que él tomará alguna iniciativa para dar el primer paso a otro nivel, a veces me pregunto si él estará enamorado de otra persona y yo estaré perdiendo el tiempo rechazando a Ezequiel o a Andrés quienes si me han confesado su amor abiertamente, realmente tengo miedo a estar equivocada. Antes de viajar a Inglaterra para ultimar algunos detalles en la academia Leopoldo vino a visitarme ese último fin de semana de Febrero, me sentía feliz por verlo y saber de él, tuvimos mucho tiempo para hablar y ponernos al día personalmente de todo lo acontecido. Tita lo recibió muy bien como siempre y se esmeraba en atenderlo personalmente algo que me extrañaba mucho ya que no lo hacía con los demás, desde el principio Leopoldo y ella simpatizaron y eso me llenó de alivio. Esa tarde mientras degustábamos en el salón té y galletas notaba a Leopoldo un tanto extraño, feliz, emocionado, nervioso, no sabía exactamente como describirlo, había llegado directamente del aeropuerto a la casa por lo que tenía todas sus maletas en la cajuela de su coche y algo más; cuando la abuela tuvo que dejarnos un momento para atender una llamada de larga distancia él aprovechó y dándole las llaves de su coche a Marcos le pidió que le trajera una guitarra que había en la cajuela. Su petición me asombró ya que no sabía que tocaba la guitarra así que cuando solícitamente le trajeron el instrumento, se puso a afinar las cuerdas en silencio y después de un momento y de un leve suspiro dijo:

—Aprendí a tocar la guitarra desde los diez años y en mis ratos libres me gusta practicar para no olvidar las lecciones.

—¡Olé! muy español —aplaudí emocionada.

—Sin duda la música española puede generar muchos sentimientos, pero tuve un compañero norteamericano que tarareaba una canción estadounidense muy romántica y al escucharla le pedí que me la enseñara y ahora quiero cantarla para ti.

—¿De verdad? —pregunté emocionada—. ¿Una canción para mí?

—Te advierto que no canto muy bien pero he practicado mucho y trataré de hacerlo bien, espero te guste —dijo modestamente ruborizándose un poco.

—Ya me gusta, la intensión en suficiente.

Nos miramos fijamente por un momento y sonreímos, hubiera dado lo que fuera por saber interpretar su mirada en ese momento, sentí que su silencio y su mirada quiso decir mucho. Después de afinar las cuerdas completamente comenzó con la canción la cual me sonó divina viniendo de él, la letra decía así:

 

You're mine, and we belong together.
      Yes, we belong together, for eternity...


  Al escucharlo cantar mi piel se estremeció por completo, música y letra eran preciosas, Leopoldo estaba dedicándome una canción, era como si fuera mi primera serenata y su timbre de voz sonaba como un hombre enamorado. Lo escuché atentamente de principio a fin completamente hipnotizada, su voz estaba derritiéndome y al observar esa dulzura con la que deslizaba sus dedos por las cuerdas quise ser esa guitarra por un momento, el movimiento de sus dedos me había excitado y quise que me tocara de esa manera, sacudí la cabeza ante eso y evité retorcerme. Cuando terminó me sentía en las nubes, un hermoso ángel de carne y hueso con una voz divinamente celestial había descendido de las alturas con todo y arpa, me sentía más que bendecida, me sentía elegida por él.

—Fue preciosa —le dije casi llorando y temblando de la emoción—. Me gustó mucho, gracias.

—Cuando escuché la letra por primera vez —continuó mientras observaba la guitarra—. Supe que era para ti y me hice el firme propósito de aprenderla sólo para cantártela a ti.

—Leopoldo eres muy gentil, tus palabras me estremecen y no sé que sentir.

Luego de acomodar la guitarra a un lado metió la mano en la chaqueta que usaba y sacando una pequeña cajita de terciopelo negra dijo;

—He pensado mucho en ti y quiero llegar más allá, quiero dar un paso más porque siento que algo me falta y no puedo seguir así, lo que me falta eres tú.

Ver la cajita me había asustado mucho y mi corazón latió tan apresuradamente que creí que lo iba a vomitar, lo que hizo que me llevara las manos a la boca y me sintiera un poco mareada;

—Leopoldo yo… —comencé a titubear sintiendo la temperatura de mi cuerpo cambiar drásticamente.

Abriendo la cajita me mostró un anillo de plata pura con un pequeño brillante con forma de corazón e hincándose frente a mí continuó:

—Leonor Hampton… ¿Me harías el honor de convertirte en mi novia?

No podía quitar las manos de mi boca y mis ojos comenzaron a llenarse de lágrimas, con las fuerzas que pude asentí con la cabeza y él tomando mi mano izquierda colocó el anillo en señal de nuestro noviazgo ya sellado. Mirándolo fijamente no podía articular palabra y la primera reacción que tuve fue lanzarme a él y abrazarlo con todas mis fuerzas llorando en sus hombros, el ser su novia por fin me había hecho la mujer más feliz de la tierra en ese momento. Nos pusimos de pie y lo abracé de nuevo, no deseaba soltarlo ni un instante, el calor de su pecho me embriagaba de felicidad y el sentir sus brazos rodeándome era la gloria para mí, ese había sido el momento en el que habíamos estado lo más cerca posible el uno del otro y al calmarme un momento, secando mis lágrimas con su pulgar bromeó;

—¿Aún no me has dicho nada?

—Sí, sí, sí, por supuesto que sí —le contesté muy emocionada—. Ese ha sido mi deseo desde el primer momento en que te vi.

Y sin decir nada más con mucha ternura y gentileza tomó mi rostro entre sus cálidas manos y me acercó a él, me sentía muy nerviosa y temblaba sin parar como la hoja de un árbol que es movida por el viento, tocó mi nariz con la suya y yo sólo cerré mis ojos, la dulzura y suavidad de sus labios tocaron los míos por primera vez y esa sensación casi hace que me desmaye en sus brazos, mi corazón latía descontroladamente, mi cuerpo temblaba entre sus brazos y mis piernas ya no querían responder, poco a poco el deseo me enseñó a corresponderle y a besarlo de igual forma, nuestros labios se habían tocado por fin y el aire del ambiente comenzó a faltarme, movimientos lentos, suaves y húmedos nos embriagaban y por primera vez bebíamos el uno del otro, mis labios eran sólo suyos como decía la canción, él fue el primer hombre que me besó en la boca y en ese instante supe también que sería el único y el último, lo que mi cuerpo sintió, ese estremecimiento, ese fuego, ese placer fue más allá de mis expectativas de lo que sería mi primer beso, realmente estaba enamorada y sé que él también, toda yo le pertenecía completamente sólo a él.

Tita se reunió con nosotros cuando se desocupó de sus asuntos y obviamente al ver nuestro “extremo acercamiento” no tuvo más remedio que carraspear y toser intentando disimular o hacer que nosotros disimuláramos, creo que los tres nos apenamos un poco.

—¿Perdón? —Preguntó mirándonos un tanto desconcertada— ¿Me gustaría saber qué pasa?

—¡Tita! —corrí hacia ella para abrazarla emocionada—. Estoy muy feliz, Leopoldo me ha pedido ser su novia, mira qué lindo anillo me ha dado.

—Me da mucho gusto mi niña —dijo besando lo alto de mi cabeza y mi frente en señal de aprobación y bendición—. Al fin tu deseo se volvió realidad, no has dejado de soñar con eso ni un tan solo instante.

—¡Tita! —exclamé apenada—. No me eches de cabeza, ¿Qué va a pensar Leopoldo?

Pues lo obvio, supongo que para él no es nada nuevo.

—Tiene razón mi lady —dijo Leopoldo dejando escapar un ligero rubor y sonriendo sutilmente—. Creo que ambos no hemos podido ocultar nuestros sentimientos.

—Me alegra porque ya era tiempo —dijo Tita mientras nos invitaba a sentarnos de nuevo—. No es que quiera presionarlo pero me da gusto saber que al fin, podrán mostrar su amor libremente. Un noviazgo es un paso más serio y supongo que está seguro de eso.

—Estoy muy seguro —dijo Leopoldo tomando mi mano para besarla—. Sabiendo a Leonor como mi novia no habrá terceras personas que se interpongan entre nosotros. Ella está segura de mi amor y fidelidad así como yo lo estoy del suyo.

—Que no te quepa la menor duda —acaricié su mano y besé su mejilla—. Desde que te vi por primera vez, me fue imposible volver a mirar a otro, desde ese mismo momento, yo te pertenecí por entero y así será, siempre.

Su intensa mirada y su sonrisa mostraron esa seguridad que necesitaba, él podía estar tranquilo. Besó mi mano de nuevo y estoy segura que de haber estado solos nos hubiéramos besado otra vez. ¿Cómo podría vivir con esto? Ahora que me besó, estoy aún más sedienta, quería besarlo de nuevo, quería que me besara, quería volver a sentir lo que sentí hace un momento, quería beber de esos labios, de esos perfectos y deseables labios de los que nunca me saciaría.

—¿Y su familia ya lo sabe? —preguntó Tita haciéndonos bajar de las nubes.

—Aún no —contestó reaccionando—. Casualmente voy a reunirme con ellos y a darles la noticia.

—¿Y cree que no habrán problemas? —insistió—. Disculpe la pregunta pero aunque nosotros seamos de descendencia noble, usted es muy acaudalado también y no es que hubiera querido a un noble para Leonor pero muchas veces las personas ya tienen una opinión acerca de la nobleza y no son partidarios de ciertas cosas, yo no quiero que nadie por mucho dinero que tenga vaya a menospreciar y a ver mal a mi nieta simplemente por su ascendencia noble, ya sabe, hay muchos partidarios antimonárquicos y como puede ver, nosotros no hacemos alarde de la realeza y tratamos de mostrarnos lo más humildes posible.

—Y eso es lo que yo más admiro de ustedes. —Leopoldo suspiró con emoción—. La nobleza que tienen se les ve más en su corazón y eso en lo personal me hace muy feliz. No creo que hayan problemas con mi familia, es más creo que es una noticia que han estado esperando, no se van a oponer.

—Siendo así me sentiré más tranquila y ahora que es el novio de Leonor, me gustaría saber más sobre usted —insistió Tita.

No sé si fue mi imaginación pero noté en Leopoldo un semblante extraño que no sabría describir, se quedó callado y un tanto pensativo.

—Por supuesto mi lady será un placer darme a conocer.

—Desde que lo conozco usted está de viaje en viaje y de estudios en estudios, pero nunca ha dicho donde reside exactamente.

—Bueno…

—¡Tita! —Exclamé de nuevo interrumpiéndolo—. ¿Qué va a pensar Leopoldo? No quiero que se sienta presionado o que se vaya a arrepentir de haberme pedido ser su novia.

—Tienes razón mi niña, disculpe usted joven.

—No se preocupe. —Leopoldo sonrió aliviado—. Además, de lo que nunca me voy a arrepentir es de haberle pedido a Leonor que fuera mi novia, es la mejor decisión que he tomado.

Esos hermosos ojos azules se clavaron en mí y yo me sentía como un helado expuesto al calor, me estaba derritiendo.

Tita lo invitó a cenar para celebrar nuestro noviazgo, ordenó que prepararan una comida especial para él y tuvimos una placentera velada, lastimosamente tuvo que retirarse temprano, se iría por la mañana de viaje y necesitaba descansar. Al despedirse de mí me besó de nuevo tan intensamente como la primera vez y deseaba que ese momento no se acabara nunca, me estremecía en sus brazos y deseaba quedarme allí para siempre.

—Te quiero —susurró.

—Yo también —contesté ruborizada.

—Regresaré dentro una semana, no te preocupes. ¿Me vas a extrañar?

—Mucho, como siempre, espero que esta situación… quiero decir, espero que nuestro amor pase la prueba fuego de la distancia y que la misma, no sea por mucho tiempo.

—Y si pasamos esa prueba nuestro amor será invencible —besó mi mano—. Necesito que me tengas paciencia, mucha paciencia.

—Leopoldo… —balbuceé pero luego me arrepentí, aunque como Tita yo también necesitaba saber quién era él realmente, pero preferí esperar—. No nada, espero que esta semana pase rápido.

—Así será, ¿Prometes pensar en mí?

—Lo hago todo el tiempo ¿Y tú?

—A cada minuto —susurró mientras me besaba de nuevo.

Subió a su auto y lo vi salir de la casa hasta perderse en la oscuridad. Otra vez se iba y la verdad este jueguito de ir y venir me podía cansar de un momento a otro, casi no teníamos tiempo para estar juntos y ahora que estábamos más unidos lo necesitaba más tiempo, sólo esperaba ser valiente y seguir soportando esta situación, la verdad no quería una relación a distancia, no quería que nos viéramos de vez en cuando, pero si las cosas serían así, sólo esperaba resistir.

La semana pasó rápidamente porque me encerré en mis estudios para que el tiempo pasara de manera acelerada, al notar el anillo de mi mano Ezequiel y Andrés pensaron lo peor así que tuve que hablarles con la verdad, no estaba comprometida como creían lo que los llenó de alivio pero les aclaré que ya era oficialmente la novia de Leopoldo para que ya no se hicieran ningún tipo de ilusión conmigo y aunque nos les hizo nada de gracia me advirtieron que no bajarían la guardia y en algo tenían razón, era solamente la novia y no la esposa lo que me hacía parcialmente libre y no pude evitar pensar en eso. Tenían razón, un noviazgo no garantiza al cien por ciento una relación pero al menos por algo se empieza y era un paso más, sólo esperaba que no perdiéramos el tiempo y el siguiente paso también lo diéramos más adelante, nada me haría más feliz que ser su esposa, ser completamente suya y para toda la vida. Aunque intentaba no pensar en él me era imposible apartarlo de mi mente, recordar sus besos me encendía la piel pero necesitaba concentrarme en mis clases, así que intentaba estudiar durante el día y deleitarme pensando en él por las noches, en donde descubrí que mi cuerpo reaccionaba a él, lo que me hacía despertar muy contenta por las mañanas.

Ese viernes del fin de semana de nuevo llegó de su viaje, Tita lo recibió con una cena especial para hacerlo sentir en familia y durante la comida aprovechó para hablar con nosotras.

—Necesito que dispongan de su tiempo porque deseo llevarlas a conocer mi casa y a mi familia —dijo mientras degustaba el vino.

—Me encanta la idea —le dije entusiasmada.

—¿Y es muy largo el viaje? —preguntó Tita.

—Algo, pero prometo que viajaran muy cómodas y que será muy placentero, no serán muchos días de estadía, así que pueden estar tranquilas, regresaran conmigo.

—¿Y cómo iremos? ¿volando? —pregunté.

—Primero volaremos y después nos embarcaremos.

—¿Barco? —Preguntó Tita—. Le advierto que no soy buena para viajar por mar aunque haya nacido en una isla, Madeira es preciosa pero sólo salía de la isla cuando no había otro remedio.

—No se preocupe, me encargaré de que viaje lo más cómoda posible —dijo Leopoldo.

—Mi niña, ¿Como harías con tus estudios?

—Pediré un permiso, pero también necesitaré una nota firmada por ti en donde expliques el motivo de mi ausencia.

—Está bien. —Me sonrió y en ese momento se dirigió a Leopoldo—: ¿Y para cuando exactamente sería el viaje?

—¿Qué les parece el próximo fin de semana? yo debo salir mañana para Viena y también debo pasar unos días en Alemania, necesito unos documentos para la academia en Inglaterra, pero regresaré el próximo viernes, así que podemos irnos el sábado por la mañana, ¿Les parece bien?

—Muy bien —le dijo Tita—. Esta semana será suficiente para poder prepararnos.

—Espero que pase muy rápido —le dije emocionada—. Esperaré tu regreso.

Leopoldo sonrió complacido y siguió bebiendo su vino. Después de la cena se quedó con nosotras un momento pero luego se retiró a descansar por su viaje. Se despidió de mí como siempre haciéndome estremecer con sus besos y deseando de ellos cada día más, como todo un caballero también me besó ambas manos y con ese noble gesto subió a su auto y desapareció como siempre. Ahora esperaba que esta nueva semana pasara rápidamente, el viaje me entusiasmaba y deseaba con todas las fuerzas conocer su casa y a su familia, eso hablaba muy bien de él, significaba que nuestra relación iba en serio y eso me hacía estar tranquila, si deseaba presentarme con los suyos era porque nuestra relación le interesaba mucho, me hacía muy feliz pensar que yo era muy importante para él.

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Nieblas del pasado 2
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