CAPÍTULO 80

Miércoles, 2 de mayo de 2012

Kate

Joe estaba inmerso en el trabajo cuando Kate llegó a la oficina al día siguiente. Concentrado en su pantalla, le dedicaba un grado de atención que a Kate le provocaba dolor de cabeza al instante. Estaba demasiado cansada y desanimada para preguntarle qué estaba haciendo. Se sentó en la silla a esperar la siguiente bronca.

No tardó ni treinta segundos en llegar.

Terry la convocó en su despacho con una seña. Una seña lenta, con un solo dedo. Estaba enfadado.

—Bueno, estrella del periodismo, ¿cómo lo tienes? —espetó con un tono de voz teñido por el sarcasmo—. ¿Ya has resuelto la historia?

—Bueno… —empezó a decir Kate.

—¿Sí o no?

—No —respondió ella—. Y creo que Simon recibirá una queja de la policía. Anoche mi contacto en el caso se cabreó conmigo y me prohibió escribir nada hasta que se emita una declaración oficial. Creo que nuestra historia de amor ha terminado.

—Genial —dijo Terry irritado—. Eso significa que no tendremos la exclusiva que le prometí, ¿no? Y encima recibirá un tirón de orejas del comisario. Genial. ¡Genial que te cagas!

Kate pensó en la posibilidad de disculparse, pero sabía que tampoco era lo que Terry quería oír.

—Lo intentaré por otra vía —repuso, escabulléndose a su mesa de nuevo.

Joe levantó la mirada.

—¿Quieres que te traiga un café, Kate? —preguntó, y a ella le entraron ganas de abrazarlo.

—Sí, Joe, gracias. Eres un sol. ¿Te he dicho ya que estoy pensando en adoptarte? Y tráeme un brandi también, si tienen.

Kate encendió la pantalla del ordenador para que pareciera que estaba trabajando y sacó el cuaderno de notas.

«Me pregunto cómo reaccionará Simon, —pensó. La amenaza de un despido revoloteaba por su mente—. Él me apoyará, ¿no?».

Joe regresó con cafeína, pero ni rastro de alcohol.

—Se les había terminado el brandi —dijo.

—¿Qué estás leyendo? —preguntó Kate al ver que Joe volvía a clavar los ojos en la pantalla.

—Algo sobre el ADN —respondió él—. Es realmente interesante. ¿Sabías que, si se analizan las mitocondrias, nuestro ADN puede coincidir con el de nuestros ancestros? Bueno, a través de la línea materna hasta nuestras bisabuelas. Y la línea paterna se puede obtener analizando las repeticiones cortas en tándem del cromosoma Y.Esto es brutal.

—Brutalísimo —repitió Kate—. ¿No tienes nada que hacer?

—No, no lo entiendes. Según esto, todos nuestros parientes cercanos, ya sean padres, tíos, hermanos, primos o abuelos, presentarán coincidencias porque comparten los mismos marcadores de ADN.

—De acuerdo. ¿Me estás diciendo que más de una persona podría presentar coincidencias con el ADN del bebé?

—Sí, creo que sí —dijo Joe—. Al menos eso dice la Wikipedia.

Kate se inclinó por encima del hombro de Joe y leyó ella misma la entrada.

—Entonces no hay dos bebés —reflexionó sonriendo de oreja a oreja—. Sino dos parientes.

Kate llamó al móvil de Andy Sinclair, pero no le cogió la llamada. «Debe de seguir enfadado», pensó.

Bob Sparkes, en cambio, respondió de inmediato.

—Dios mío, Kate. Ya me han contado que no eres precisamente la periodista favorita del inspector Sinclair.

—Pues sí, te han informado bien. ¿Has hablado con él? Anoche le dio un buen berrinche antes de marcharse —dijo ella.

—Él no me lo ha descrito de ese modo, pero el caso es que está absolutamente harto de ti. Y tendrán que repetir todas las pruebas de ADN, porque obtienen los mismos resultados una y otra vez. Está sometido a una gran presión. Deberías ser más indulgente con él, Kate.

—La indulgencia no resolverá el caso, Bob —dijo ella, y el comentario le arrancó una carcajada al inspector.

—En cuanto le hincas el diente a algo eres incapaz de soltarlo, ¿verdad? Eres como un terrier con un hueso.

—Por eso soy buena periodista, Bob. En cualquier caso, Andy no me coge el teléfono, pero tengo una sugerencia para él. ¿Puedo comentártela a ti primero?

—Adelante —dijo Sparkes.

Le explicó el hallazgo de Joe omitiendo el hecho de que lo hubiera encontrado en la Wikipedia y esperó hasta que Sparkes hubo digerido la información.

—¿O sea que tanto Angela como Emma podrían estar emparentadas con el bebé?

—Es posible, si no he entendido mal cómo funciona el tema…

—Lo llamaré ahora mismo —dijo Sparkes, y colgó antes de que Kate pudiera pedirle que le devolviera la llamada enseguida para saber su reacción.

Kate tomó un trago de café mientras pensaba en ello y Joe se sentó en el borde de la mesa de su jefe. Cuando sonó el teléfono, ella intentó tragar precipitadamente el café que tenía en la boca y le hizo señas a Joe para indicarle que respondiera.

—Hola, inspector Sinclair, se la paso enseguida —dijo, y le tendió el teléfono a Kate.

—Hola, Andy. Lo siento, me he atragantado con el café. Mira, siento mucho lo de anoche. Todo fue muy estresante y seguramente mi reacción fue excesiva.

El inspector Sinclair se aclaró la garganta antes de hablar.

—Sí, bueno, probablemente yo también me pasé. Olvidémoslo, ¿de acuerdo?

—Sí, me parece bien. Gracias por llamar. Te lo agradezco de verdad.

—Bob Sparkes acaba de contarme tu sugerencia —dijo el inspector Sinclair—. Quería hacerte saber que nuestro equipo forense ya está comparando el ADN de Emma y de Angela para ver si se produce un falso positivo. Eso confirmaría un ancestro común. Y estamos a punto de hablar con las dos mujeres para establecer algún tipo de vínculo. Por favor, no te pongas en contacto con ninguna de las dos hasta que hayamos hablado nosotros con ellas.

—¡Dios mío, Andy! Emma es Alice, ¿verdad? —preguntó Kate en el mismo instante en el que la idea cobró sentido dentro de su cerebro.