CAPÍTULO 79
Martes, 1 de mayo de 2012
Kate
Emma negó con la cabeza cuando Kate le propuso que llamara al inspector Sinclair para conocer los resultados de los análisis.
—Ya sé cuál será el resultado. No hace falta que lo llame. Dejé a mi bebé bajo tierra, debajo de la maceta. No necesito que me lo confirmen.
La que acabó llamándolo fue Kate, y le contó que estaba con Emma en Howard Street, en casa de otra víctima de Will Burnside: Barbara.
—Voy enseguida —dijo.
Kate no supo distinguir si estaba enfadado por el hecho de que ella hubiera llegado antes. ¿Qué más daba? Lo importante era que Emma estuviera a salvo.
Cuando llegó, acompañado de una sargento de unos treinta años, se apiñaron en el salón todos menos el perro, al que encerraron en la cocina.
—Vamos a ver —dijo el inspector Sinclair—, todo esto se está volviendo muy complicado, pero me gustaría comenzar por el bebé, que es con quien se inició mi investigación. ¿De acuerdo?
Emma asintió y las demás se sentaron en un segundo plano.
—Como seguramente ya sabe, Emma, se ha confirmado la coincidencia entre usted y el cadáver del bebé desenterrado en las obras de Howard Street.
—Kate me ha dicho que ya tenían los resultados de los análisis —comentó ella.
—Más tarde hablaremos de eso —le dijo a Kate, levantando la mano para detener cualquier intento de justificación—. Más tarde —repitió—. Estamos esperando la verificación de los resultados del análisis de ADN de Angela Irving, pero al parecer debieron de cometer algún error. Hablaré con el señor y la señora Irving por la mañana, aunque le agradecería que no revele el resultado del análisis a nadie hasta que los tengamos todos y podamos hacer una declaración formal, Emma.
El inspector miró también a Kate para subrayar lo que acababa de decir.
—Es un asunto muy delicado, especialmente para los Irving. Llevan mucho tiempo esperando que se descubra lo que le ocurrió a su hija y debemos ser justos con ellos —añadió.
Todas las cabezas de la sala asintieron al unísono.
—¿Ha quedado claro? —preguntó—. Evidentemente eso te incluye a ti, Kate.
—Por supuesto —murmuró ella enojada.
—Es tarde —dijo el inspector Sinclair—, creo que deberíamos reunirnos de nuevo por la mañana. ¿Podrá venir a la comisaría de Woolwich, señora Simmonds? ¿Y usted, señora Walker? Entiendo que las dos tienen asuntos que querrán discutir respecto al profesor Burnside, pero hay que hacerlo como corresponde, no de esta forma improvisada.
Emma y Barbara aceptaron y Kate evitó la mirada del inspector.
—Quizá deberíamos hablar en privado, Kate —sugirió él—. Fuera.
Ella lo siguió y el resto de las mujeres se quedaron dentro, despidiéndose.
—Te has pasado de la raya, Kate —le reprochó el inspector Sinclair en cuanto llegaron a la acera—. Has puesto en peligro la investigación con tus excentricidades de cowboy. No deberías haberle dicho nada sobre los resultados de los análisis de ADN a Emma Simmonds. Podrías haber hecho mucho daño.
Kate solo le había dicho que ya tenían los resultados, pero el inspector Sinclair no estaba de humor para oír excusas. Debería haber intentado suavizar la situación disculpándose, aunque después de la presión que había tenido que soportar esa noche estaba más dispuesta a pelear que a pedir perdón.
—Me he limitado a hacer mi trabajo, Andy. Me pagan por esto. He seguido las pistas y he encontrado a personas que podrían ayudarte a resolver la investigación. Y te las he mandado cada vez que me lo has pedido. Mi periódico ha hecho todo lo posible para contribuir a descubrir lo que le ocurrió a Alice Irving. No creo que sea culpa mía que se hayan equivocado en el laboratorio…
—Hablaré con tu director —repuso el inspector Sinclair. Dicho esto, dio media vuelta y se marchó; la sargento tuvo que apresurarse para no perderlo de vista.
—¡Joder! —exclamó Kate en voz alta—. Otro contacto que se va a la mierda.