CAPÍTULO 78

Martes, 1 de mayo de 2012

Jude

Cuando sonó el teléfono, esa misma noche, Jude lo cogió enseguida.

—¿Emma?

—Jude, soy Harry —dijo una voz femenina—. Perdona que te moleste, pero estoy preocupada por Emma.

—Todos estamos preocupados por ella. La prensa también ha venido a preguntarme por ella. —Jude estaba temblorosa y se sentó demasiado rápido en la silla, se dio un golpe en el codo y se le cayó el teléfono al suelo—. Perdona —dijo cuando volvió a tenerlo pegado a la oreja—. ¿Tú sabes algo?

—No, se ha esfumado —replicó Harry—. Paul acaba de llamarme para decirme que todavía no ha podido hablar con ella. Dice que debe de tener el móvil apagado. —Un temor oscuro se apoderó del corazón de Jude—. Necesito saber qué está ocurriendo —insistió Harry—. Y Paul no quiere contármelo.

—Emma ha ido a ver a la policía, Harry. Para contarles que el bebé que encontraron enterrado en el jardín de Howard Street era suyo. Que Will la violó y la dejó embarazada —relató Jude sin apenas poder creer sus propias palabras.

—¡¿Will?! —gritó Harry—. ¿Will Burnside? ¿En serio?

—Sí. A mí también me cuesta creerlo —añadió Jude.

—Dios mío.

—¿Tú sabías que tuvo un bebé, Harry? —preguntó Jude—. Erais como uña y carne, ¿te contó algo?

—No me dijo nada hasta mucho más tarde; en su momento, lo entendí mal. Intentó contármelo, me dijo que había estado embarazada, pero creí que había abortado. No quise insistir, todo lo contrario que esa periodista.

—La periodista ha venido a verme hoy, Harry. ¿Quieres hablar con ella? Tengo su número —dijo Jude, con la esperanza de que alguien tomara las riendas de la situación.

—No, ni hablar —le espetó Harry—. ¿Qué derecho tiene a inmiscuirse en la vida de la gente de ese modo? ¿Dónde ve la noticia? Es una tragedia personal, no una historia que pueda airearse para que todo el mundo la conozca. Emma tiene que estar destrozada.

Se produjo un silencio terrible, reverberante, durante el cual Jude solo oyó la estática de la línea.

—¿Harry? —dijo al fin—. ¿Sigues ahí?

—Sí, estoy aquí. ¿Puedo ir a verte? ¿Ahora?

—Sí —respondió Jude—. Y también le pediré a Kate Waters que vuelva. Juega un papel importante en todo esto, y al parecer Emma confía en ella, da igual lo que opinemos nosotras. Al fin y al cabo, se lo contó a ella.

—De acuerdo —dijo Harry—. Dame media hora.

Jude llamó a Kate enseguida. No se quitaba a Emma de la cabeza. ¿Qué debía de estar haciendo? ¿Dónde estaba? ¿La había incitado a cometer alguna tontería sin quererlo?


Kate llegó justo después de que Harry hubiera aparcado y llamó al timbre. Cuando Jude abrió la puerta, vio que la periodista se había puesto los vaqueros y un abrigo por encima del camisón para salir de casa cuanto antes.

Harry hablaba por teléfono de un modo frenético.

—Es Emma —articuló con los labios mientras escuchaba, y Jude respiró hondo para acallar el miedo a lo que vendría a continuación—. Emma, quédate ahí. Voy a buscarte enseguida. Prométeme que no te moverás de donde estás.

Cuando colgó, Harry se volvió hacia Kate.

—Volvemos a Howard Street. Está en la zona de obras.

—¿Cómo la has notado? —preguntó Kate.

—¿Tú qué crees? —le espetó Harry.

Las tres mujeres se metieron en el coche de Kate. Londres estaba casi vacío: las calles normalmente congestionadas rugieron con el sonido del motor, la luz de las farolas se reflejaba en las superficies que las rodeaban. No volvieron a hablar hasta que hubieron aparcado frente a la zona de obras.

—¿Quieres que vaya contigo? —preguntó Kate.

—En realidad no, pero creo que será mejor que vengas. Puede que necesite ayuda —reconoció Harry.

Encontraron a Emma sentada sobre un cubo vuelto del revés, en un lugar que en otros tiempos había sido un jardín, rodeada de pesados terrones de barro e iluminada por las luces de seguridad que se habían encendido al detectar su presencia. Alzó la mirada cuando oyó que Harry la llamaba por su nombre, pero no se levantó del asiento.

—He estado intentando pensar en lo sucedido. Intentando encontrarle algún sentido —dijo—. Se me ocurrió volver al lugar en el que había empezado todo, con el bebé…

—He tratado de quitarle la idea de la cabeza —intervino una voz femenina desde la penumbra.

—¿Barbara? —dijo Kate.

La señora Walker se acercó a la zona iluminada.

—He visto que se encendían las luces, tengo un sueño muy ligero —explicó—. Y John me dijo que habían tenido problemas con chavales que entraban en la obra, por lo que he venido a echar un vistazo y la he encontrado aquí. A Emma.

Jude contempló a su vieja amiga con incredulidad.

—¿Qué haces aquí? —preguntó, con la sensación de estar viviendo una especie de sueño de lo más extraño.

—Me mudé de nuevo a Howard Street, Jude. Cuando ya habíamos perdido el contacto.

«Después de intentar quitarme a Will», pensó Jude automáticamente, aunque se detuvo enseguida. Al fin y al cabo aquello lo había dicho Will, y había mentido sobre todo lo demás, ¿no?

Harry se agachó junto a Emma y le tocó el brazo.

—Estás helada, Emma —dijo—. Vamos a algún lugar donde puedas calentarte.

—Vivo justo aquí delante, podemos ir a mi casa —propuso Barbara, y Jude se puso tensa. Habría preferido llevarse a Emma a casa, pero en esos momentos no podía decidir por ella.

Emma dejó que se la llevaran al piso de Barbara y se sentó junto a Shorty, que estaba durmiendo en el sofá. Parecía entumecida, con la mirada petrificada por la conmoción.

—¿Estás al corriente de todo? —le susurró a Harry.

—No es necesario que hablemos de esto ahora, Emma —respondió Harry.

—Intenté contártelo una vez. El día que apareciste en el pub en el que trabajaba.

—Me acuerdo. Pero no te escuché, ¿verdad? Saqué directamente mis conclusiones. Lo siento muchísimo, Emma. Sin embargo, ¿por qué no me lo contaste cuando sucedió, cuando éramos niñas?

Jude tuvo que inclinarse hacia delante para poder oír la respuesta.

—No podía. Will me dijo que todo el mundo me odiaría.

Las dos amigas se abrazaron y Jude se resistió al impulso de levantarse del asiento. Debería haber consolado a su hija, pero Emma no había alargado los brazos hacia ella.

Cuando por fin se soltaron y se quedaron sentadas y apoyadas una en la otra, Kate se dio la vuelta en su asiento para mirarlas de frente.

—La policía detendrá a Will por lo que hizo —aseguró, intentando controlar la emoción de su voz—. Lo que te hizo, Emma. Tal vez se crea intocable después de todo este tiempo, pero el caso es que ahora tenemos pruebas, pruebas fotográficas, y estoy segura de que Soames no dudará en delatarlo. Lo he conocido y no es más que escoria —añadió.

—Tiene razón —dijo Harry—. Tendremos la cabeza de ese hijo de puta en una bandeja.

—Y también por lo que te hizo a ti, Barbara —añadió Emma—. Sé que pasaste por lo mismo que yo.

Jude desvió la mirada que había mantenido clavada en su hija para fijarse en la que había sido su amiga.

—¿Cómo lo sabes? —susurró Barbara—. ¿Te lo contó él?

—No. Vi una foto tuya en la mesa de Will. Creía que te la habían hecho mientras dormías, pero en realidad estabas drogada. Era demasiado joven para saber las cosas que es capaz de hacer la gente. Le pregunté a Will al respecto y me dijo que se la habías mandado porque estabas enamorada de él.

Barbara soltó un grito ahogado.

—Me violó al día siguiente. Para que no me fuera de la lengua —contó Emma—. Sin duda sabía que conseguiría silenciarme por medio de la vergüenza. Lo creí cuando me dijo que todo el mundo me culparía a mí. No sabía nada.

Jude cerró los ojos con fuerza. Habían sido todo mentiras. Por parte de él y también por su parte. Había sido ella la responsable de lo sucedido. No podía seguir culpando a Emma ni a Barbara. Había sido ella quien había metido a ese hombre en sus vidas. La culpable era ella. De repente lo vio todo con claridad.