CAPÍTULO 61
Sábado, 28 de abril de 2012
Kate
«Dios mío, está muy delgada —pensó Kate al verla—. Ojalá yo pudiera perder algo de peso».
—Emma —dijo Harry—. No sabía que estabas aquí. Te estaba esperando en la mesa.
—Lo siento, tenía pis. Estas copas piden volver a salir enseguida.
—Hola, me llamo Kate.
—Hola. ¿Kate? No recuerdo a ninguna Kate en clase. ¿Ibas un curso por delante? ¿A la clase de Toni? —preguntó Emma.
—No, es periodista —comentó Harry—. Kate Waters.
—Estaba hablando con Toni sobre la noticia de Alice Irving, el bebé que encontraron en Howard Street, y me invitó a este reencuentro —explicó Kate.
La mujer reaccionó a la noticia evitando el contacto visual.
«Oculta algo —pensó Kate—. Pero ¿qué?».
—Tiene que ser interesante ser periodista —constató Emma.
Kate la miró y detectó la clásica técnica de distracción.
Había esperado un comentario o una pregunta sobre Alice, al fin y al cabo era lo más interesante que había dicho, ¿no? Toda la gente que vivía por la zona hablaba de lo mismo. No sobre el hecho de que ella fuera periodista.
—Pues… sí, me permite conocer a todo tipo de gente. ¿Y tú? ¿A qué te dedicas?
—Soy editora de libros —dijo.
—Em trabaja redactando biografías de famosos —intervino Harry.
—¿Como negro literario? —preguntó Kate.
—No, el negro es otra persona. Yo me siento en mi habitación de invitados y me dedico a pulir las historias que otras personas escriben en su lugar.
—Entonces me temo que nos dedicamos más o menos a lo mismo —bromeó Kate con una sonrisa. Fue un poco forzado, pero decidió insistir con aquella charla informal—. Un trabajo fantástico, ¿no? ¿Has hecho alguno bueno?
Emma nombró a unos cuantos futbolistas de nivel y el proyecto en el que estaba trabajando en esos momentos, sobre una estrella del cine, y mientras tanto se dedicó a revolver su bolso en busca del maquillaje. Kate hizo todos los ruidos de rigor que indicaban que seguía la conversación.
—Debe de ser fascinante ver lo que hay tras la cara pública de esos personajes —dijo.
—Sí, es fascinante, aunque a veces da un poco de miedo —respondió Emma.
—¿Miedo?
—Bueno, saber cómo son realmente las personas y luego tener que describirlas como si fueran absolutamente diferentes, para que coincidan con la imagen pública que proyectan. Implica cierta responsabilidad cuando sospechas que alguien es un bruto violento, por ejemplo. ¿Mientes tú o mienten ellos?
—Dios mío, eso tiene que ser muy difícil. ¿Alguna vez has rechazado un encargo?
—No, necesito el dinero —se rio Emma. Fue una risa crispada.
—Debe de ser extraño ver todas estas caras conocidas desde hace tanto tiempo aquí reunidas —dijo Kate, cambiando de tema con rapidez.
—Sí, han pasado muchos años. Décadas.
—Entonces, ¿te marchaste del barrio hace tiempo?
—Bueno, físicamente no me marché muy lejos —respondió Emma, intercambiando una mirada con Harry en el momento en que esta salía de un cubículo, metiéndose la camiseta por dentro de los pantalones—. Nuestras vidas siguieron caminos distintos, supongo.
—¿Y cómo te sientes tanto tiempo después? —quiso saber Kate.
—Rara. Es como estar en un sueño —dijo Emma—. Miro a mi alrededor y veo caras que son casi conocidas. Me suenan, pero no acabo de ubicarlas. Luego me dicen cómo se llaman y quedan enfocadas de nuevo. ¿Sabes a qué me refiero?
Kate asintió, encantada con la descripción.
—Harry me ha convencido para que viniera. Tiene demasiada influencia sobre mí. ¿Verdad?
Harry le dedicó una sonrisa a su amiga.
—Te sienta bien salir. Y esto es fantástico —celebró.
—Me pregunto si ha venido Malcolm —soltó Kate, con una sonrisa malévola.
Las otras dos mujeres se echaron a reír.
—Apuesto a que lleva tupé y un medallón dorado que pone «fuera de mercado» —dijo Harry.
—Y que tiene una amante y se ha comprado una Harley por la crisis de la mediana edad —remató Emma.
—Vamos a ver si lo encontramos. Nos volvemos a encontrar aquí dentro de media hora, a ver qué descubrimos.
Kate abrió la puerta para volver a entrar en la fiesta y se despidió de ellas.
—Nos vemos luego. Que vaya bien la caza.