No todo el mundo ama igual. Cada uno tiene sus ritmos, su forma de hacerlo. El cine y el teatro han condicionado tu amor. Melodrama, clásico, neorrealista…
Pero, en realidad, el amor es como el ajedrez. Hay gente que ama con movimientos rápidos, como los álfiles o las torres. Otros quieren de una forma extraña, como los caballos, dicen una cosa y sienten la contraria. Y, finalmente, los hay que son como peones, que no saben amar, sólo saben dar pasitos cortos, pero ésos pueden llegar al final del tablero y transformar su forma de querer.
Confía en tu movimiento, es tu forma de hacer las cosas, y respeta el movimiento de los otros; siempre pueden llegar al final del tablero por amar mucho o por desamor y cambiar su forma de amar.