Esta frase deberíamos susurrarla a los bebés y no olvidarla nunca: «Uno puede ser todo lo que quiera ser». Sólo hace falta proponérselo.
La libertad de ser lo que quieras ser no es una quimera, es una realidad que se ha de conjugar.
No huyas de ser la persona que debas ser. Nuestro carácter lo determinan los problemas que no podemos eludir y el remordimiento que nos provocan los que hemos eludido.
Ésos son los que harán que te cueste dormir y los que te impidan ser quien debes ser. Pero nunca es tarde. Recuérdalo: somos traumas de la infancia, pero los traumas se pueden sanar. Puedes transformar lo que te prohibieron, lo que te obligaron a aceptar y lo que te arrebataron.