Ver despertar a alguien es un regalo. Observar cómo el de dentro desaparece y el de fuera renace es un nacimiento diario al que jamás tendríamos que acostumbrarnos y deberíamos gozarlo siempre.
Igual que no debemos acostumbrarnos al asiento del coche que la vida nos reserva. Para mí, un coche se parece bastante a la vida. Cuando eres pequeño vas detrás. Después, cuando nacen los hermanos, acabas apretujado en el centro. Luego, hacia los dieciséis pasas a ser el copiloto. Y cuando te sacas el carnet, lo pilotas. Pero con los años quizá retrocedes. Copiloto y luego, al final, acabas en la parte de atrás.
La vida te traslada, te mueve. Querer ser joven siempre es el error más estúpido que existe. Ama tu lugar en el mundo. Ama los días que cumples.