Nada sorprende más a los peloteadores que les devuelvas las puñaladas con sonrisas. Devolver puñaladas a los que te apuñalan sólo les sirve de alimento.
En realidad, en esta vida no se trata de ser «el más» o «el mejor», sino de sentirte en paz con el de dentro, con tu otro yo, y obtener felicidad cada día. ¿O prefieres perder el día devolviendo puñaladas?
Yo muchas veces cierro el puño, voy a la persona y le aviso de que dentro hay una sonrisa, que si lo abro deberá cogerla, que es una sonrisa de oreja a oreja. Lo abro y automáticamente esa persona sonríe.
Sonreír no está prohibido, pero cuando vas por la calle nadie lo diría. Cambia esa idea. ¡Sonríe y te fascinarás con lo que pasa!