[POBRE VALERIO CATULO]

A quién darás hoy tus versos, infeliz Catulo?

sobre qué muslos posarás la mirada? Qué cintura rodeará tu brazo?

cuáles pezones y cuáles labios habrás de morder
inagotable hasta el hastío?

Termine ya la dolorosa pantomima: fue siempre
Lesbia,

exquisito poeta, caro amigo,
un reducto inexpugnable.

A qué recordar su mano floreciente de jazmines

o aquellos leves gorjeos
sonando tibios en tu oído?

para qué hablar del amor o del deseo si ella es su
imagen misma?

por qué evocarla y consagrarle un sitio perdurable en
la memoria? por qué Catulo?

por qué?

Que tus versos no giren más en torno a sus jeans, a su
blusa sisada,

que tu cuerpo se habitúe a esa densa soledad absurda
y prematura,

que su nombre y su figura de palmera y su mirada de gladiola
se pierdan, poco a poco,

ineluctablemente y de modo irreversible,
en el incierto y doloroso
ir y venir de los días.

Y que a nadie importe si se llamaba Denisse, Clodia o Valentina

qué caso tiene pobre Valerio Catulo? qué caso tiene?