EL PERRO
Con el perro,
amor,
hubo la casa,
el jardín,
la verja,
el ciudadano,
medianoche,
el recorrer,
dar la vuelta
y pasear
—la vida esa
sí,
el ruido del vecino,
la nobleza que tuvo
su dar la mano
matinal—.
Claramente,
amor,
con el perro
hubo animal
que espera
y muerde
y pasta,
como todo
animal,
que si se enferma
y pesa
y muere
y tiene nombre
es animal de fondo,
si le da rabia
y miedo
y si no es hombre
ni es monstruo
para nadie.
Con el perro
amor,
hubo la casa
y cartas de él:
Garúa mía,
que te espero,
manera suya
decir:
Garúa mía
si no vienes,
ten bondad;
no avises.
Manía mía,
pedir que venga
con la misma frase
con que pido que se vaya.