ATARDECE EN ULLAPOOL
Hay costas que dibujan trayectorias,
imaginadas líneas sobre playas
siempre invernales, siempre luz opaca,
y el olor a petróleo que se obstina
sobre todas las brisas.
Y es así que las piedras, las castigadas piedras,
aprendieron del agua y su constancia.
Puede que el Mar del Norte no distinga
las luces, los pequeños barcos intermitentes
en la quietud salada de Ullapool.
Calcular la distancia es como una renuncia.
Es mejor no pensarnos.
Mientras atardecemos,
que la brizna encendida del último minuto
se retenga en mis ojos.
Así podré gozar para siempre esta pérdida.