SOMBRAS
Nada he podido hacer para evitar la sangre
que llena tus pisadas sobre un campo de Módena
como un volcán herido bajo el cielo.
Ahora estás en Praga
y confías tu suerte al corazón del río.
— Esos troncos que flotan
tienen la mordedura de la brisa,
dices mientras escuchas sus quejidos
que recuerdan a ti
como un lugar cerrado advierte de una araña.
Todo el mundo hace daño alguna vez,
incluso yo,
que creí sostener entre mis manos
el bien y el mal.
Pero hay plagas que mojan los barcos y los árboles
igual que un cazador llena de plomo un rifle.
No entiendes las razones de quien levanta un muro
ni calculas la altura de las torres
para no sospechar su sombra o su caída.
— Quiero volver contigo a esta ciudad,
susurras en Varsovia esperando que nieve.
En un hotel de Amsterdam
pienso que es imposible volver a las ciudades
que son como una espada que atraviesa un deseo.
Puedo verte dormida
mientras los petroleros atraviesan el Bósforo.
En tus sueños,
son inmensas ballenas que convierten el mar
en cascadas de humo.
Sólo yo sé el secreto:
consiste en repetir tus pasos en la nieve
y evitar en la arena mis huellas quebradizas.
Hoy quiero pasear bajo el cielo de Módena
y recoger las uvas que escoltan los insectos
para salvar tu boca de la fruta podrida.