STEFANIA, 1943
Y en el Líbano era encierro
hasta las cinco de la tarde:
no podías salir a la calle
sin que el sol te abrasara
/una estampa de ríos congelados
surcará siempre lo que nombres, Stefania/
llegaban los extraños vientos
y el vendaval de polvo
levantando murallas
imposible escapar
de la respiración implacable del desierto
mejor cerrar los ojos
y los labios,
dejar pasar los vientos ardientes
como antes la nieve
barrida por el temporal de la estepa
pensaste que era pecado
en el calor enloquecido,
recordar el paisaje del hielo
y llorabas
porque toda tierra
te era inhóspita.