EL INSTANTE
En el final del tiempo conocido, a la orilla del mundo
me empino para mirar un sol lejano, frío como un ojo
ciegoque intentase una última imagen…
No hay nada aquí, salvo una casa de piedra
levantada sobre la piedra, la arena
de un mar que huyó hacia los acantilados profundos
como una serpiente que se enterró en la oscuridad.
Nadie vendrá, no escucharé voz humana alguna ni
aullido animal.La humanidad, atrás de mí. Mi huella no la seguirá
nadie,soy el fin de una raza y de los cientos de razas desde
donde surgió,y mi lenguaje, que es el mismo que el de los astros, el
sonidodonde el silencio adquiere su significado genuino,
es un recuento, la palabra que calle será recibida
por las piedras.Ayer soñé con una historia que era todas las historias,
un hombre se levantó en mi sueño, venía del mar,
alguien más,cientos de miles de años más tarde, articuló un sonido
y otro máslevantó una piedra y la lanzó a una cabeza erguida
y otro dejó su marca sobre el basalto de una cueva
y otro más levantó una espada y su hoja brillaba
como el principio del día o el agua
que viene de las montañas en el lejano ártico,
y luego y luego y luego, cuántos vinieron a mi sueño,
se levantaron construcciones enormes, ciudades
de cristal, ciudadesque se elevaban por los cielos, y el cielo mismo era un
piso de fuegoque ascendió hasta donde otra humanidad crecía como
las semillasde trigo lanzadas de una mano monumental al campo
abierto,todo eso en una sola noche, enorme como esta soledad,
como esta hambreque debajo de mi lengua hace crecer lejanías terribles.
Demasiada paz es mala para el espíritu, los tambores
de guerrahubiesen sido un canto que me despertara durante la
siesta de la tarde,nada debía venir y nada debía de esperar, salvo la
nada misma,ese otro nombre de lo infinito, y mientras el universo, ese
mantel, se replegabasobre la mesa y la oscuridad cercaba al grano de luz,
mi pupila se hundió en un crepúsculo que no verá el
amanecer,y ahora comprendo que mi muerte es la única
importante, porque soy el finalpero soy el inicio…