PUERTO QUEBRADO

Si supieras que afuera de la casa,

atado a la orilla del puerto quebrado,

hay un río quemante

como las aceras.

Que cuando toca la tierra

es como un desierto al derrumbarse

y trae hierba encendida

para que ascienda por las paredes,

aunque te des a creer

que el muro perturbado por las enredaderas

es milagro de la humedad

y no de la ceniza del agua.

Si supieras

que el río no es de agua

y no trae barcos

ni maderos,

sólo pequeñas algas

crecidas en el pecho

de hombres dormidos.

Si supieras que ese río corre

y que es como nosotros

o como todo lo que tarde o temprano

tiene que hundirse en la tierra.

Tú no sabes,

pero yo alguna vez lo he visto:

hace parte de las cosas

que cuando se están yendo

parece que se quedan.