DESIERTO

también las cosas que odié
las quiero de mi lado

1

La tierra que jamás quiso tocar el agua

es el desierto que al norte está creciendo como un
estrago de luz.

Pero los hombres que han visto el despoblado

—su amplitud sin sobresaltos—

saben que no es cierto que la tierra esté reseca por
capricho,

o sin ninguna bondad;

es nada más su manera de mostrar

lo que transcurre bellamente sin nosotros.

2

Es para el dios de lo deshabitado

que se alzan templos invisibles

en la borrasca del desierto.

Es para él

que los árboles enanos inclinan en la arena

sus ramas

humildes,

fervorosas.

Es para que no te aferres

que existe un dios de la ausencia,

señor del desierto

que sabe

que,

como la sombra,

hay cosas que existen

con la fuerza de la luz

que las rechaza.

3

Nuestra tierra es desigual

abre surcos

avanza,

se interrumpe.

Sabe romperse.

Nuestra tierra

tiene brevísimos puntos

en que la luz

se colma

o se deshace

y una grieta

brillante

donde tiembla

UNA MUJER

que sabe

que todo

será el desierto

un día

al fin

desierto,

señor de los marchantes.

Verás,

no digo que el paisaje

fuera eso

pero supe de una tierra desprovista

en la que todo hacía ruido

e incluso

la existencia discreta de la rama,

pretendía un rumor,

un sonido,

un traqueteo vegetal.

Digo que he oído,

que las cosas no existen en la tierra;

existen como ella,

que todo

será el desierto

un día y

sabrá romperse