BREVE CANTO SIN MÚSICA

El agua de los ríos se evapora en la tarde

y luego sube a transitar la noche,

ese océano olvidado en las piedras,

oscurecido a través de una desolación inconsolable,

y aún en esta sombra no es cierto que estés triste,

aún cantas con tu sonido de otro tiempo,

tu cabello sin bordes también es un murmullo,

música repentina se resbala en tus labios,

sobre tu piel oceánica la tarde es el discurso

de un cielo inusitado. Pero todo es olvido,

atrás quedan montañas que prosperan por fin bajo la
nieve

en el antiguo frío que nos precedió, el alba

es una larga carta de palabras oscuras, un lenguaje

perdido entre las piedras bajo todo el invierno.

Pero los manantiales nacen en piedras afiladas,

piedras sin limo, porque los manantiales son

un transparente filo líquido

donde los venados beben su propio rostro,

y por eso no es cierto que estés triste

aunque el otoño deje sus besos en tus pómulos

y hayas adquirido ese aroma

de calles desoladas que ha empapado estos meses

y las hermosas puntas de los pinos que miras se
volvieran oscuras

y el crepúsculo haya abandonado el horizonte para
buscar tus manos

y seas la silueta oscurísima de todas las ventanas.

La delicadeza de tu cuerpo sigue perteneciendo a los
jazmines,

este instante con frío.

Y por ello no es cierto que estés triste, aún tus manos

se mueven dibujando en la brisa caminos luminosos,

y tu mirada llega aún hasta la lejanía repleta de países
indómitos

y por eso no es cierto que has negado tus pies

a la hierba que crece desprolija en el abril interminable
que sueñas,

no es cierto que tu cuerpo tendido se haya vuelto
distinto

a la tibieza de la tarde, no es cierto

que tus labios no sean más la rima donde el cielo
se vuelva melodía absoluta,

y por ello no es cierto que estés triste y la niebla
contigo

se haya vuelto un susurro que rodea mi cuerpo como
unos lentos brazos.

No es cierto que estés triste ni que hayas pronunciado

mi nombre impronunciable en la penumbra,
no es cierto

que escribiste aquello que he callado en la noche
sobre el polvo.

En este día inacabable aún estamos juntos.

Ya no somos los mismos, pero somos nosotros.