Capítulo VI

Santa Cruz estuvo alerta toda la noche, paseándose solo en la solana de la rectoral. Al amanecer bajó al zaguán, y a los voluntarios que dormían escombrando el paso, les tocaba con el garrote para despertarlos. Después de oír misa, hizo formar en el atrio y municionar a los doscientos hombres que habían venido con Egoscué:

—¡Ahora a tumbar herejes!

Y con gesto taciturno y huraño los vio desfilar hacia las trincheras, donde ya comenzaba el fuego contra los sitiados del fuerte. Había dispuesto que se hiciese una mina, y trabajaban en ella sin descanso todos los vecinos leales, ayudados de algunas mujeres. A las doce, los voluntarios fueron racionados en las trincheras, ración de balas, de vino mosto y pan caliente, que recibieron relinchando. El Cura paseaba entre ellos, taciturno, con la frente obstinada y el garrote en el puño. En algunos sitios se detenía y daba orden de no interrumpir el fuego. Los cañones del fuerte respondían alternativamente, y las balas se enterraban en la tierra de los parapetos. Santa Cruz iba tranquilo, sin alarde, con la cabeza inclinada y santiguándose. En el camino de los viñedos, donde estaba la vanguardia, sentóse a descansar en una piedra, contemplando las líneas de tiradores. Reparó que venía a caballo por la misma senda un viejo, a quien todos en la partida llamaban el Secretario. Y viéndole correr, sintió una ráfaga jovial:

—Aquí no hace falta el tintero de cuerno, Don Rafael.

Cabeceaba el viejo sobre la silla:

—Salí por inspeccionar esas viñas tan lozanas.

—¿Son de usted?

—¡Mías!… Ni aun al dueño conozco.

Vieron caer muy cerca una bomba que levantó al sol, en surtidores, el agua de una acequia y Santa Cruz continuó sentado, mientras el caballo del otro daba una huida por el campo:

—Vuélvase, Don Rafael. En el establo de la rectoral han metido a la Marquesa de Redín. Mándele un confesor, Don Rafael.

Hablaba con voz vagarosa y soñolienta, sin mirar al viejo, que ponía un gesto muy apenado.

—¡Ilustre caudillo, primero le formaré tribunal, y la haré comparecer! Así, Lizárraga no dirá que fusilamos sin proceso.

Santa Cruz, al oír el nombre del general carlista, volvió a poner los ojos sobre las filas de tiradores y quedó mudo, con un frío reír entre la barba de cobre. El Secretario hizo una reverencia de letrado, y revolviendo su jaco trotó hacia Otaín. Santa Cruz entonces se levantó de la piedra, y subió hasta el viñedo donde estaba la vanguardia. Sus dos cañones, emplazados en lo alto de un cerro, no conseguían abrir brecha en los muros del fuerte. Era todo de piedra aquel antiguo convento, y los republicanos lo tenían aspillerado. El humo de las descargas parecía inmóvil sobre los paredones, rojos por los siglos. Al caer la tarde había cinco voluntarios muertos, que fueron llevados al cementerio en angarillas. Un clérigo con bonete iba detrás, entre algunas mujerucas que se cubrían con mantillas y lloraban. Rezó el clérigo un responso deprisa, y se volvió galgueando entre las mujeres, que corrían con las puntas de las mantillas apretujadas sobre el pecho. Santa Cruz, en el camino del cementerio, vigilaba el paso por donde retirarse hacia los montes. Comprendía que los republicanos esperaban ayuda y que no había tiempo de rendirlos. Al volver de las líneas, le salió al paso un confidente. Santa Cruz le miró despacio:

—¿De dónde vienes?

—De Elizondo.

El Cura oyó la confidencia con lo ojos bajos, apoyado en el bordón. Se confirmaba su recelo: Ya sabía que llegaban refuerzos para los republicanos. Mandó esperar al confidente, y entró en la rectoral. Cerrado a solas en una sala blanca con tarima lustrosa, comenzó a pasearse. Aún estaba intacta la cama que la madre del vicario le había mullido el día antes de la toma de Otain. Santa Cruz recapacitaba a media voz:

—Voy, los espero… Se retiran escarmentados… Ya estoy de vuelta y hago volar a estos… Que sale mal, pues al monte conmigo… ¡Y me olvidaba de la justicia que hay que hacer en la vieja de Redín!

Abrió bostezando la boca, grande y tan bermeja, que parecía hilar sangre por la barba encendida, y fue a descabezar un sueño en la cama que le esperaba hacía dos noches.

La Guerra Carlista
cubierta.xhtml
sinopsis.xhtml
titulo.xhtml
info.xhtml
Prologo001.xhtml
Prologo002.xhtml
Prologo003.xhtml
Prologo004.xhtml
Prologo005.xhtml
Prologo006.xhtml
Prologo007.xhtml
Prologo008.xhtml
Prologo009.xhtml
Prologo010.xhtml
Prologo011.xhtml
Prologo012.xhtml
Prologo013.xhtml
Prologo014.xhtml
Prologo015.xhtml
Prologo016.xhtml
Prologo017.xhtml
Prologo018.xhtml
Section0001.xhtml
Section0002.xhtml
Section0003.xhtml
Section0004.xhtml
Section0005.xhtml
Section0006.xhtml
Section0007.xhtml
Section0008.xhtml
Section0009.xhtml
Section0010.xhtml
Section0011.xhtml
Section0012.xhtml
Section0013.xhtml
Section0014.xhtml
Section0015.xhtml
Section0016.xhtml
Section0017.xhtml
Section0018.xhtml
Section0019.xhtml
Section0020.xhtml
Section0021.xhtml
Section0022.xhtml
Section0023.xhtml
Section0024.xhtml
Section0025.xhtml
Section0026.xhtml
Section0027.xhtml
Section0028.xhtml
Section0029.xhtml
Section0030.xhtml
Section0031.xhtml
Section0032.xhtml
Section0033.xhtml
Section0034.xhtml
Section0035.xhtml
Section0036.xhtml
Section0037.xhtml
Section0038.xhtml
Section0039.xhtml
Section0040.xhtml
Section0041.xhtml
Section0042.xhtml
Section0043.xhtml
Section0044.xhtml
Section0045.xhtml
Section0046.xhtml
Section0047.xhtml
Section0048.xhtml
Section0049.xhtml
Section0050.xhtml
Section0051.xhtml
Section0052.xhtml
Section0053.xhtml
Section0054.xhtml
Section0055.xhtml
Section0056.xhtml
Section0057.xhtml
Section0058.xhtml
Section0059.xhtml
Section0060.xhtml
Section0061.xhtml
Section0062.xhtml
Section0063.xhtml
Section0064.xhtml
Section0065.xhtml
Section0066.xhtml
Section0067.xhtml
Section0068.xhtml
Section0069.xhtml
Section0070.xhtml
Section0071.xhtml
Section0072.xhtml
Section0073.xhtml
Section0074.xhtml
Section0075.xhtml
Section0076.xhtml
Section0077.xhtml
Section0078.xhtml
Section0079.xhtml
Section0080.xhtml
Section0081.xhtml
Section0082.xhtml
Section0083.xhtml
Section0084.xhtml
Section0085.xhtml
Section0086.xhtml
Section0087.xhtml
Section0088.xhtml
Section0089.xhtml
Section0090.xhtml
Section0091.xhtml
Section0092.xhtml
Section0093.xhtml
Section0094.xhtml
Section0095.xhtml
Section0096.xhtml
Section0097.xhtml
Section0098.xhtml
Section0099.xhtml
Section0100.xhtml
Section0101.xhtml
Section0102.xhtml
Section0103.xhtml
Section0104.xhtml
Section0105.xhtml
Section0106.xhtml
Section0107.xhtml
autor.xhtml
notas.xhtml