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Nave de Descenso Barbarossa,
procedente del punto de salto Cénit
Coventry
Distrito de Donegal, Alianza Lirana
5 de junio de 3058
Sentado en el escritorio de su cabina, Victor Ian Steiner-Davion estudiaba la proyección holográfica del sistema de Coventry. Cada quince segundos, un avión verde neón descendía por el visualizador esférico para actualizar las imágenes mientras los escáneres de la Nave de Descenso mostraban la factorización de los nuevos datos. Cada nave representada en la esfera llevaba una pequeña etiqueta alfanumérica. Si pulsaba el código en el teclado del escritorio podía visualizar lo que los ordenadores sabían o preveían sobre cualquiera de los objetivos.
No hay mucho que prever. Las Naves de Salto del destacamento se habían situado en el punto de salto Cénit, a casi 4,7 billones de millas por encima del polo norte del sol del sistema de Coventry. A la misma distancia por debajo del sol, se encontraba la estación de recarga del sistema y, como era obvio, la flota de Naves de Salto y de Guerra de los Halcones de Jade. En la mayoría de los casos, se habría disputado la ubicación, pero las bajas y el daño que las Naves de Salto habían causado a las fuerzas de la Esfera Interior les habría dificultado la victoria.
Las Naves de Descenso que habían llegado con Victor llevaban la Barbarossa en retaguardia, mientras la formación semicircular avanzaba rápidamente hacia el tercer planeta. Seis horas después llegó una segunda formación con las Naves de Descenso del destacamento de Katrina. Victor no pudo reprimir una sonrisa cuando vio cómo la segunda tropa se unía a sus naves. Como avanzaban a dos G de aceleración, no le darían alcance hasta el amanecer de Veracruz, el continente más grande de Coventry.
Victor echó un vistazo a los visualizadores holográficos que había en el fondo de la esfera. Uno situaba la proximidad a la tierra, según el índice actual de velocidad, a tres cuartos de día de distancia. El segundo indicaba que quedaba menos de una hora para que Hohiro, Dan Allard y el capiscol marcial llegasen a la Barbarossa desde sus Naves de Salto para iniciar el análisis y el plan de acción en el planeta.
Victor observó la pantalla de su pequeño ordenador de bolsillo.
—Ahora que tres regimientos de los Dragones, los Undécimos Guardias Liranos, los Asaltantes de Harloc y los Caballeros de la Esfera Interior se han incorporado a nuestra fuerza, disponemos de unos doce regimientos y medio de ’Mechs. Los Halcones tienen una fuerza de cuatro galaxias en el planeta, por lo que nuestro tamaño es casi el doble. De acuerdo con la sabiduría convencional, las dos fuerzas son prácticamente iguales.
La mirada azul de Ragnar se desvió de la pantalla y se posó en Victor.
—Recordad, Alteza, que los Demonios de Kell, los Dragones y las unidades de ComStar están equipados según la tradición de los Clanes. Con la excepción de los Asaltantes de Harloc, el equipo del resto de las unidades de vuestra fuerza es el más sofisticado de la Esfera Interior. Hacía falta una proporción de dos contra uno a favor de la Esfera Interior para igualarnos a las fuerzas del Clan cuando la invasión empezó, pero ahora nuestra ventaja de dos contra uno puede ser una verdadera ventaja.
Sentado junto a Ragnar, Kai Allard-Liao asentía con la cabeza.
—No debemos olvidar las fuerzas que ya han aterrizado en Veracruz, que podrían contar con uno o dos regimientos más.
—O podrían haberse ido todos juntos —dijo Victor, sacudiendo la cabeza—. Si tenemos suerte, creo que podemos contar con los mercenarios para asegurar nuestra zona de aterrizaje. Sean los que sean, no nos darán la ventaja de tres contra uno que se recomienda normalmente para atacar con éxito a un defensor.
El guerrero de los Lobos esbozó una sonrisa.
—Esa ventaja la podéis ganar si negociáis bien.
—No le sigo. Cuando luchamos contra los Clanes durante la invasión mostramos todo lo que teníamos, y ellos decidieron qué utilizar contra nosotros —dijo Victor con el ceño fruncido—. Seguramente, la comandante de los Halcones usaría todas las fuerzas disponibles para enfrentarse a nosotros.
—No necesariamente.
—¿Por qué no?
Ragnar sonrió con indulgencia.
—Si tiene cuatro galaxias y utiliza dos para defender el planeta, crea rivalidades entre sus hombres para formar parte de la defensa planetaria. Conseguirá que sus guerreros se esfuercen al máximo porque, aunque mueran en el intento, su actuación quedará grabada y sus genes se incorporarán a la reserva de reproducción.
—¿Qué pasaría si dijese que defenderá con dos galaxias y yo decidiese atacar con todo lo que tengo?
—Un comandante del Clan jamás haría una cosa así. Es una gran pérdida de honor.
—Yo no soy un comandante del Clan, Ragnar.
El Lobo hizo un gesto de asentimiento.
—Ya lo sé. En este caso, probablemente decida luchar en un lugar de extrema desventaja para vos. Pero como los datos que hemos recibido son fidedignos, y ella sigue viva, estáis negociando con Marthe Pryde. Su línea de frente había estado en desventaja, pero Tukayyid la compensó. Los Pryde se ponen el listón alto. Podría declarar que un ataque con una fuerza superior convierte nuestra fuerza en deshon.
—¿Deshon?
—Deshonrosa. Hohiro pensaría que es sucia o vergonzosa —dijo Ragnar en un tono de incertidumbre—. Una declaración de este tipo tendría repercusiones si fuerais un miembro del Clan. En esta situación, podría permitirle retirar su fuerza, pero para ella sería una deshonra retirarse de un ataque de la Esfera Interior.
—¿Preferiría la muerte?
—Piénsalo, Victor —intervino Kai—. Nosotros queremos vivir para estar con nuestras familias y preparar a nuestros hijos para el futuro. En los Clanes la supervivencia del gen padre es algo secundario. Con una muerte valerosa, una persona podría garantizar una gran progenie.
—Bueno, es realmente cierto que en los Clanes preferimos gente que haya estado en combate y haya alcanzado posiciones de mando —comentó Ragnar—, sin embargo Kai tiene razón. Sin duda, la valerosa muerte de Aidan Pryde en Tukayyid salvó su linaje. Los Halcones veneran a los Pryde.
—Perfecto. Tengo una diosa de los Halcones defendiendo un mundo en mi contra —dijo Victor con una sonrisa que disimulaba sus sentimientos—. Es una lástima que mi hermana no esté aquí. Podría hacer lo que Phelan dijo y retarla a apoderarse del planeta. De ese modo, se enfrentaría a Marthe Pryde cara a cara.
—Marthe tendría que retarse a sí misma a utilizar un solo brazo —dijo Ragnar con una leve carcajada—, y aun así arrancaría la cabeza de Katherine.
Victor esbozó una sonrisa más amplia.
—Es una posibilidad.
Kai carraspeó antes de intervenir.
—Perderías el planeta.
—Sí, hay un inconveniente en todo esto —dijo el Príncipe con un suspiro—. Necesitaré ayuda para preparar el desafío.
—¿Propondrás tú la lucha, Victor, o dejarás que lo haga el capiscol marcial? —preguntó Kai—. Como ComStar y los ComGuardias ya han derrotado a los Clanes anteriormente, quizá los Halcones crean que Focht es el más adecuado para dirigir las negociaciones, sobre todo si la conquista de la Tierra por parte de Palabra de Blake induce a Marthe Pryde a violar la línea de tregua.
—Buena puntualización, Kai.
Ragnar asintió con la cabeza.
—Dispondréis de siete días antes de que Marthe os desafíe. Por supuesto, es posible que por entonces se haya llegado a un consenso.
—¿Qué quiere decir?
El Lobo soltó una risotada.
—Alteza… Victor, no soy el niño que era en Outreach hace siete años. Aunque he pasado mucho tiempo con los Lobos y me he convertido en guerrero, no he olvidado cómo funcionan las cosas en la Esfera Interior. Maldita sea, cada vez hablo más deprisa.
Victor se lo quedó mirando.
—¿Cómo dice?
Kai hizo un gesto de aprobación a Ragnar.
—Los miembros de los Clanes no hablan rápido.
—¿Cómo sabes…?
—He pasado más tiempo en los Clanes que tú, Victor. De hecho, incluso diría que he pasado más tiempo con los Lobos que vosotros dos juntos —dijo Kai, apoyándose en el hombro de Ragnar—. Volvamos a tu cuestión.
—Gracias. Mi cuestión es la siguiente: en la segunda fuerza tenéis tropas de la Liga de Mundos Libres, la Confederación Capelense, la Alianza Lirana y los Dragones de los Lobos. Ya en la conferencia de Outreach hubo divergencias entre los grupos. La Liga apoyaba al resto de los líderes de la Casa en la lucha contra los Clanes porque vuestro padre chantajeó a Thomas Marik. Tormano Liao mantuvo a las tropas de la Confederación Capelense totalmente fuera de la lucha. Los Asaltantes de Harloc están abriendo nuevos caminos, los Undécimos Guardias Liranos son una unidad leal y los Dragones probablemente estropearán su propia lucha para sacar a sus tropas de la situación.
Victor se quedó pensativo. El comentario de Ragnar era interesante. Las fuerzas que llegaban tenían todos los componentes de una fuerza de coalición, pero las envidias internas y los conflictos entre ellos podían convertirse en una amenaza mayor para el destacamento que los Halcones de Jade. Si no voy con cuidado, todo este lío me explotará en la cara, lo que no sólo me perjudicaría a mí, sino, sobre todo, al resto de la Esfera Interior.
—Tiene razón, Ragnar. La situación es tensa. Creo que tengo una solución, pero el capiscol marcial y Hohiro tendrán que dar el visto bueno antes de presentársela a los demás.
Kai se inclinó hacia adelante.
—¿En qué estás pensando?
—En nombrar al capiscol marcial jefe del destacamento. Como has dicho antes, él ha derrotado a los Clanes en diversas ocasiones y es un hombre al que todo el mundo respeta.
Kai hizo un gesto de asentimiento.
—Entonces, ¿cuál es tu papel?
—Como los Demonios de Kell están aquí porque tienen un acuerdo conmigo y además tengo el RC de la Guardia Pesada Davion, dispongo de la mayor parte de las tropas armadas.
Ragnar sacudió la cabeza.
—Los Dragones cuentan con tres regimientos y tenían dos en tierra.
Kai alzó una mano.
—Tú dirigirás a los Lanceros, y estoy seguro de que Hohiro estará de acuerdo en hacer lo mismo con el Regimiento de Genyosha.
—Gracias. Eso me convierte en el segundo al mando y evita una discusión sobre quién posee Coventry (de hecho, ahora pertenece a los Halcones), o sobre quién tiene derecho moral al mando. Si lo planteamos como un esfuerzo de la Esfera Interior por detener la agresión del Clan, podríamos ahorrarnos algunos problemas.
—Podría funcionar —dijo Kai con una carcajada y los ojos chispeantes—. Y si realmente funciona, podemos restablecer la Liga Estelar y ponerte al mando.
Victor se volvió a sentar y dejó los ojos en blanco.
—Con una tarea hercúlea de una vez me basta. Cuando expulsemos a los Halcones de Coventry, podremos soñar despiertos para satisfacer los deseos del corazón.