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Borealtown, Wotan

Zona de ocupación de los Halcones de Jade

15 de diciembre de 3057

La furia que desprendían los ojos de Marthe Pryde hizo pensar a Crichell en el rayo de un CPP. Caminaba indignada junto a él, resoplando continuamente, mientras abandonaban la sala donde los Lobos de Jade votaban un Consejo del Clan. El viejo hombre sonrió y bajó el tono de voz para que los Elementales que los rodeaban no pudieran oírlo.

—No sabría decir, Khan Marthe, a quién ha enojado más mi proclamación: si a usted o a Vlad.

Lo miró con acritud.

—Usted sólo ha dado a Vlad un motivo de enojo. Mis razones para estar enojada son innumerables. Debería desafiarlo a un Juicio de Rechazo por la creación de un nuevo Clan.

—Pero no lo hará.

—¿No?

—No —contestó Elias con una sonrisa en los labios pese al duro tono de voz de Marthe. Sabía que podía cumplir su amenaza, pero también sabía que si hubiera estado totalmente convencida lo habría desafiado, no advertido—. Sabe que usted ganaría, y yo moriría. Se tendría que escoger a un nuevo Khan, y los Lobos (que serían Halcones gracias a su victoria) pondrían a Vlad en mi lugar. Aunque odia la política, sabe lo peligroso que sería. Si me destroza, podría destrozar también a los Halcones de Jade.

—¡Por supuesto! —exclamó Marthe con una mirada de incredulidad—. ¡Usted no es más que un guerrero de palabra! Firma una alianza con un mocoso sin linaje para eliminar a un Khan del Clan, y todo porque Vahn Chistu era el candidato más probable para ganar el puesto de ilKhan. Este no es el método de los Halcones de Jade.

—Tal vez, no, Marthe; pero es el método para preservar a los Halcones de Jade.

—Y eliminar a los Lobos, reduciendo nuestra fuerza a la mitad, ¿nos preservará?

Crichell se echó a reír y se tapó la boca cuando una ráfaga de aire frío le hizo toser.

—Usted y Vandervahn Chistu sólo se fijaron en el resultado militar de la guerra que entablamos con los Lobos. Sí, nos causaron graves daños y perdimos muchos guerreros y equipo. Todavía tenemos que pacificar algunos de los mundos que los Lobos liberaron. Quizá tendríamos que haber compensado nuestras pérdidas con las tropas y el equipo que Phelan Ward dejó atrás, pero eso nos habría destrozado.

Marthe frunció el ceño.

—¿Cómo podría haber ocurrido?

Elias se detuvo y señaló hacia el vestíbulo.

—¿No estaba usted conmigo, quiaf? ¿No ha visto cómo los Lobos han celebrado lo que Vlad ha hecho? Cualquiera de los cinco guerreros que se han interpuesto entre Vlad y su nombre de sangre habría entregado la vida. Cada uno representaba algo más que los rivales de un Juicio de Derecho de Sangre. Representaban la vergüenza de los Lobos que no consiguieron salir adelante y protestar contra la absorción. Ahora que sus líderes han muerto y sus mejores guerreros escapan hacia Morges, se sienten abandonados y aceptan nuestro liderazgo porque quieren pertenecer a algo.

Marthe se cruzó de brazos.

—Su algo estaba formando parte de nuestro Clan.

—No, nunca lo habrían aceptado. Vlad ha celebrado su propia ceremonia ahí dentro. Se ha presentado como Maestro de Juramento, y las preguntas que formulaba a los sustitutos eran preguntas que formulaba a todos los presentes. En este momento, le estarán proclamando Khan de los Lobos de Jade. Esa gente, su gente, nunca se habría sentido satisfecha entre nosotros. Desdeñan unas tradiciones que para nosotros son el método del Clan. Creen que somos demasiado conservadores y rígidos para sobrevivir. Los Lobos nunca podrían adaptarse a nuestro método.

Marthe se inclinó hacia adelante para protegerse del viento y siguió caminando.

—Sus palabras hacen que los Halcones parezcan inferiores a los Lobos.

—En absoluto. Nosotros ganamos el Juicio de Rechazo, derrotamos a Ulric y demostramos que éramos superiores a los Lobos —dijo Elias, asintiendo hacia un Elemental que les abrió la puerta de entrada al edificio donde los Halcones tenían su sede—. Al aferramos a las tradiciones establecidas por Nicholas Kerensky hemos erigido una base fuerte. Como demuestra la evolución, casi todos los cambios desembocan en la muerte. Puede ser que los Lobos sepan luchar bien en situaciones enrarecidas, pero eso significa que no luchan tan bien en otras. Nuestra fuerza reside en el entrenamiento y en la insistencia en honrar los fundamentos, porque cuando todo salga mal (y siempre llega el momento en que la guerra sale mal) lo que prevalecerá serán las habilidades básicas.

—No estaría mal, Khan Elias, que se preocupase más por nuestros fundamentos.

—¿A qué se refiere? —preguntó Elias, entrando en su despacho e indicándole que se sentase en una de las sillas que había junto al escritorio—. ¿Qué cree que he hecho mal?

Marthe se detuvo y lo miró, asombrada por la pregunta.

—Vlad Ward es un individuo peligroso, y usted le ha permitido que gane poder, pero no el poder que él quería. Al hacerlo, lo ha enojado. Creo que no ha sido una decisión sabia.

Elias asintió con la cabeza mientras se servía una copa de brandy para entrar en calor.

—Se refiere a haber creado el Clan de los Lobos de Jade sin previo aviso.

—Sí. Él quería que usted trajera a los Lobos y que se los entregara a él.

—Ya lo sé —dijo Crichell, sentándose detrás de su escritorio. Respiró hondo y mantuvo el licor en la boca un segundo o dos antes de tragarlo—. ¿Puedo ofrecerle algo, quiaf?

Neg —contestó Marthe, todavía de pie y con las manos apoyadas en el respaldo de silla—. Se burlará de usted por ello.

Crichell sacudió la cabeza.

—Creo que se equivoca, Marthe. Cuando me di cuenta de que quería los Lobos, vi la razón por la que no podía tenerlos. Él también la verá; no es estúpido.

—Nunca he creído que fuera estúpido, sino letal.

—Sí, letal —dijo Elias con una sonrisa en los labios y dando otro sorbo de brandy. El calor que sentía en el estómago no tardó en llegarle a la piel—. Vlad es ambicioso y se dará cuenta de que trabajar conmigo, con nosotros, es la mejor manera de perseguir sus propias ambiciones. No le gustará, pero no puede hacer mucho al respecto. Pronto lo comprenderá.

Marthe se encogió de hombros.

—Espero, por su bien, que no haya sobrestimado ni subestimado su inteligencia.

—Creo que no. No esperaba que exigiera su propio Clan. Pensaba que me pediría ocupar el puesto de Vahn como líder de la Turkina Keshik.

—No lo pensaría en serio, ¿quiaf?

—Cálmese, Marthe, no deje que su sangre de Pryde hierva por algo que nunca ocurrió —dijo Crichell, sacudiendo la cabeza. Pese a lo valientes que sois las Pryde, esta preocupación por las apariencias del honor está rozando el límite—. La reacción de los antiguos Lobos en la ceremonia de esta noche me convence de que la creación del Clan era lo mejor que podía hacer.

Marthe entrecerró sus azules ojos.

—¿Y qué le convenció de que planear el asesinato de Vahn Chistu era lo mejor que podía hacer?

Crichell levantó la cabeza.

—No haga preguntas si no quiere saber las respuestas, mi querida Khan. Conocía a Vahn lo suficiente como para saber que estaba escalando posiciones a fin de suplantarme. Supongo que eso le provoca cierta indignación. Deje que la situación siga como está y no progrese.

Marthe abrió la boca y la volvió a cerrar. Un escalofrío le recorrió el cuerpo. Miró a Crichell.

—Entonces ¿su objetivo en este momento es…?

—Sencillo —contestó Crichell, que dio un último sorbo de brandy y colocó la copa vacía sobre su carpeta—. Como vencedor en la guerra contra los Lobos, tengo que informar al Gran Consejo. He convocado una reunión para el dos de enero. Espero que se elija entonces a un nuevo ilKhan, y me gustaría ocupar mi lugar como Khan de los Khanes al frente de la campaña final en nuestro regreso a la Tierra.

Vlad había hecho acopio de toda su fuerza para evitar abalanzarse al cuello de Elias Crichell. Una cortina roja le enturbiaba la mirada, y la sangre aporreaba sus oídos a cada latido. En el pináculo de su triunfo, en el momento en que los Lobos deberían haber sido liberados y entregados a él, Crichell lo había arruinado todo rechazándolo.

¡Pagará por esta osadía! Vlad habría arremetido contra él en aquel instante, porque el vitoreo y la celebración de los Lobos le incitaba a seguir adelante y lo hacía invencible. Sabía que podría haber matado a Crichell con sus propias manos y que ninguno de los Lobos presentes hubiese aportado pruebas contra él. Habrían dicho que Crichell había atacado primero, o que no conocían la identidad del asesino; cualquier cosa que Vlad les hubiera pedido.

Sólo la indignación que vislumbraban los ojos de Marthe Pryde consiguió aplacar a Vlad. Su enojo, tan llameante en esa mirada azul, no iba dirigido contra él, sino contra el propio Crichell. Ella lo odia, lo desprecia. El enemigo de mi enemigo es mi amigo.

Tras haber recuperado el control, Vlad inclinó la cabeza al Khan de los Halcones de Jade.

—Es un hombre de lo más honorable, Khan Elias Crichell. Solicito que nos deje para que podamos reunimos como corresponde a un Clan renacido.

—Como usted desee —dijo Crichell, inclinando la cabeza hacia Vlad antes de abandonar la sala junto a Marthe Pryde.

Vlad se apartó hacia un lado cuando Marialle Radick se situó en el escenario central para convocar un Consejo del Clan. Pidió a los guerreros de los Lobos de Jade, que se habían quedado atónitos —sin sangre, como Vlad antes de la ceremonia—, que se fueran. Envió a otros a buscar a los pocos guerreros con nombre de sangre que estaban ausentes. Debido a la abjuración y las víctimas de la reciente guerra, los miembros del Consejo del Clan habían pasado de setecientos cincuenta a poco más de doscientos, pero con tantos Derechos de Sangre vacantes, la presencia de unos cien individuos habría constituido un quorum.

Pueden elegirme y me elegirán Khan de este nuevo Clan. Apretó los puños con fuerza. No puedo creer que Crichell sea tan estúpido como para negarme la restauración de los Lobos.

Vlad se quedó pensativo por un momento y se dio cuenta de que había llegado a una conclusión sin disponer de pruebas suficientes. Aunque no tenía ningún respeto por Elias Crichell, la vasta experiencia del hombre como Khan de los Halcones de Jade le indicaba que no era estúpido y que, además, tenía motivos para hacer lo que había hecho. Vlad estaba casi seguro de que Crichell no sabía cuál sería la otra mitad de su precio, por lo tanto la creación del Clan de los Lobos de Jade no era premeditada.

Habría sido más fácil volver a crear los Lobos. El hecho de que no haya sido así significa que aquí hay algo más, algo que estoy pasando por alto.

La victoria de Vlad en el Juicio de Rechazo por la absorción habría despejado el camino para la reaparición del Clan de los Lobos. De hecho, ponía en duda la legalidad de toda la absorción, una absorción que el Gran Consejo no había sancionado en ningún momento. Seguramente están esperando a que acabe la lucha en Morges antes de revisar la situación. Con la muerte de Chistu y la creación de los Lobos de Jade, Crichell evita cualquier fechoría.

Del mismo modo que la ley del Clan permitía la absorción de los Clanes, también permitía su subdivisión. Nunca se había dado el caso porque habría alentado la divisibilidad que había desmembrado a la Esfera Interior. Sin embargo, el hecho de que Nicholas Kerensky hubiera previsto una época en que un Clan querría sufrir la fisión respondía a su sabiduría. El uso de Crichell de esta oscura disposición en las normas que regían todos los Clanes demostraba una vez más su forma de entender los asuntos políticos de la vida del Clan.

Sin embargo, la subdivisión no repudia la absorción, sino que sólo la enmienda. ¿Por qué? Vlad se frotó la frente, y esbozó una sonrisa. ¡Claro, debería haberlo visto antes!

El Khan Crichell podía discutir y discutiría que el Juicio de Rechazo que Ulric había presentado contra los Halcones de Jade había perecido con él en Wotan. Como Phelan y los otros Lobos habían escapado al espacio de los Clanes, el resultado de la lucha en Morges era insignificante respecto al resultado de la lucha en Wotan. Los Lobos habían sido derrotados.

Vlad, como muchos otros Lobos, habían visto el Juicio de Rechazo como la manera de Ulric de evitar el repudio de la tregua de ComStar. Todo el mundo sabía que de eso trataba precisamente la guerra, igual que sabían que cuando Crichell fuese elegido ilKhan intentaría renovar la invasión. La batalla entre los Halcones y los Lobos había decidido la paz o la guerra, y los Lobos habían perdido su apuesta por proteger la tregua.

Pero el Juicio de Rechazo que lo había desencadenado todo no dependía de una decisión de repudiar la tregua, sino el rechazo de Ulric de aceptar el veredicto del Gran Consejo, que lo culpaba de genocidio. Con la pérdida del Juicio de Rechazo, todo el Clan de los Lobos admitía la culpabilidad de Ulric. Como el Gran Consejo había hecho anteriormente con otro Clan, tenía derecho a ordenar la exterminación del Clan de los Lobos, que acabaría, tras un breve espacio de tiempo, en el liderazgo de Vlad sobre el Clan que había salvado.

Así que al aplacarme me ha salvado. Vlad esbozó una adusta sonrisa. Puedo aprender de esto… He aprendido de esto.

Los aplausos inundaron la sala. Vlad alzó la vista cuando Marialle Radick le indicó que se adelantara.

—Les presento a Vladimir Ward, el primer Khan de los Lobos de Jade. Él creó este Clan y, al hacerlo, restauró nuestro honor. Que goce de una larga presidencia.

Seyla —corearon los Lobos al unísono con gran solemnidad.

Para llegar hasta aquí me he convertido en algo más que un guerrero. Vladimir Ward sonrió. Ahora me convertiré en algo más que un Khan.