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Montañas Cross-Divide
Coventry
Provincia de Coventry, Alianza Lirana
5 de abril de 3058
Espero que esto funcione. Doc echó un vistazo al cronómetro que había en la esquina inferior del visualizador holográfico de selección del objetivo. Eran las 1459. Lo que significa que deben de estar a punto de llegar.
Durante las semanas que sus tropas habían trabajado como espías, Doc había aprendido a respetar la velocidad y eficacia de los Halcones. Los túneles y cavernas atravesaban las Cross-Divide a lo largo de unos ciento sesenta kilómetros y guardaban tantos pasadizos laterales y cámaras que a veces tenía la sensación de que vería aparecer un minotauro paseando por el laberinto. Sin embargo, la mayoría de los túneles no daban al exterior. Los Halcones de Jade sólo habían localizado seis salidas, en las que habían instalado estaciones de control sísmico para detectar las fuertes pisadas de los ’Mechs de la zona.
También habían creado una serie de bases armamentísticas a una hora de distancia de las estaciones de control más remotas, y cada una estaba dirigida por una estrella de tropas de ’Mechs. Cuando Doc envió patrullas de reconocímiento, los miembros del Clan respondieron rápidamente, pero hasta el momento se habían limitado a enviar desafíos e insultos por radio mientras sus tropas huían.
Cuando Doc descubrió las estaciones de control sísmico decidió utilizarlas contra los Halcones. Cada día, a las 1600 horas exactamente, durante quince minutos, un tech desconectaba los monitores sísmicos. Durante ese tiempo, no informaban de ninguna actividad. De ese modo, podían enviar una lanza de reconocimiento a una salida que no estuviera controlada y merodear por la zona hasta que la detectasen; luego, volvía a los túneles a través de una entrada que sí controlaban.
Aunque Coventry no era un planeta sísmicamente activo, los dispositivos que utilizaban los Halcones de Jade eran lo bastante sensibles como para detectar los pasos de un tech. Una interrupción de la actividad durante quince minutos era tan obvia como las pisadas de los ’Mechs en un suelo lleno de clavos. Los Halcones empezaron a reaccionar ante la falta de datos y la rutina predecible de los Soldados de enviar una patrulla al exterior en plena tarde.
Lo que los comandantes de los Clanes no podían saber era que los monitores sísmicos, que antiguamente habían sido utilizados para controlar el progreso de los ’Mechs pesados bajo tierra, eran programables. Como su función consistía en seguir el progreso de los excavadores de túneles, los dispositivos tenían una memoria intermedia que permitía el almacenaje de rastros de muestras de otros equipos y operaciones. Descargaban los rastros que no necesitaban en los monitores, y cuando detectaban uno de éstos, fitraban los datos y los desechaban. Mientras los monitores estaban desconectados, Andy Bick y otros dos techs cargaban rastros para los ’Mechs de las lanzas que no eran de reconocimiento y todavía pertenecían a la fuerza, y los preparaban para que los monitores no pudieran detectar los seísmos.
Doc reunió los diez ’Mechs de combate más pesados que estaban disponibles y creó dos lanzas de cinco ’Mechs cada una, basándose en las unidades organizativas de los Clanes. Luego, enviaron lo que ellos denominaban el «ataque de la gente-espía» y llegaron sin problemas al punto de emboscada más lógico de la ruta controlada fuera de las montañas.
Los Soldados habían llegado dos horas antes de que se apagase el monitor porque Doc intuía que los Halcones entrarían en acción y prepararían su propia emboscada. Mientras sus ’Mechs esperaban la compañía de reconocimiento más ligera, abandonó las montañas a través de una abertura que no estaba controlada y se preparó para la misión.
Los miembros de los Clanes no decepcionaron a Doc, un hecho que lo asustaba y lo emocionaba al mismo tiempo. Por primera vez hemos salido ganando en el juego de «¿saben qué sé que ellos saben…?». Tenemos que hacerles daño.
La estrella del Clan se elevó sobre la colina y atravesó la abrupta pendiente en riguroso orden. Dos Vixens protegían los flancos mientras un par de Peregrines se detenían y retrocedían. Cuatro ’Mechs ligeros rodeaban un Goshawk de peso medio. Los cinco ’Mechs tenían forma humana y se movían como tales. El esquema de pintura de puntos verdes y negros contrastaba con las rocas rojas y los montones de hierba amarilla que crecía en la llanura.
Un poco más allá. Doc agarró las palancas de mando para el sistema de selección del objetivo con ambas manos. Se había asignado la función de lanzar el primer disparo, a pesar de que todos los otros ’Mechs ya tenían asignados sus objetivos. En cuanto disparase, ellos lo seguirían, y aunque no era muy probable que derruyesen todos los ’Mechs de los Halcones en el primer bombardeo, sí esperaban causar graves daños.
El punto que había en el centro del retículo se iluminó de rojo, y Doc pulsó los gatillos de los seis láseres de pulsación. El fuego del láser golpeó el Goshawk con contundencia y licuó el blindaje del flanco derecho y el corazón del ’Mech. Los láseres también quemaron dos terceras partes del blindaje del brazo izquierdo del ’Mech y derritieron la protección del muslo. Los dardos energéticos de uno de los láseres impactaron en la pequeña cabeza del Goshawk y fundieron el blindaje de los hombros y el pecho del ’Mech.
El resto de la fuerza de ataque de los Soldados activó todo el armamento del que disponía sin quemar el sistema de circuitos. Tras un destello de rayos rojos y verdes, un Phoenix Hawk y el primero de los dos Ostsols de los Soldados arremetieron contra el primer Vixen del Clan. Los láseres vaporizaron la mayor parte del blindaje del lado izquierdo del protuberante pecho del ’Mech y quemaron la protección del brazo izquierdo. Las fibras de miómero cableado dieron un chasquido y los extremos salieron disparados con fuerza mientras los rayos prendían fuego a los huesos de ferrotitanio del brazo, que se iluminaron de blanco y se evaporaron.
El otro Ostsol arremetió contra el segundo Vixen con sus dos láseres largos de pulsación. Los rayos verdes chisporrotearon en el corazón del ’Mech *y desvencijaron toda la protección. El viejo Centurión de Doc, pilotado por Tony Wells, atravesó la nube de blindaje vaporizado con el cañón automático instalado en el brazo derecho. Las balas de uranio reducido rechinaron al atravesar los apoyos internos del pecho del ’Mech, destruyeron los giroscopios y desvencijaron el motor de fusión que activaba el ’Mech. El Vixen se estrelló contra el suelo. La placa facial de la cabina explotó, y el piloto salió propulsado hacia arriba en su asiento de eyección.
—¡Buen contraataque! —gritó Tony por radio.
El Vindicator de la unidad disparó al Goshawk con el cañón proyector de partículas y el láser de pulsación. El rayo cerúleo se insertó en la pierna derecha del ’Mech de los Halcones y dejó detrás una estela de blindaje fundido en el muslo. Las espinas rubíes del láser de pulsación desgarraron el blindaje del brazo derecho del Goshawk, pero no consiguieron traspasarlo.
El único Ostroc fornido de los Soldados se sirvió de uno de sus láseres largos para desprender el blindaje del brazo derecho del primer Peregrine. El otro láser largo del Ostroc y el fuego procedente del láser del Enforcer de los Soldados desintegraron todo el blindaje del centro del pecho del Peregrine y fundieron una parte de la estructura interna. A continuación, el Enforcer disparó el cañón automático y rasgó el blindaje del lado izquierdo del pecho del Peregrine, lo que dejó al ’Mech vulnerable para un segundo ataque.
El último Peregrine cayó presa del Rifleman de los Soldados y del Archer que Sharon Dorne pilotaba. Aunque normalmente se consideraba una nave de misiles, el Archer se convertía en un luchador mortal al mando de Sharon. Los dos láseres medios que lanzó desde el arco delantero del ’Mech convergieron en el pecho del Peregrine y lo perforaron. Del agujero salió un humo negro, y el ’Mech empezó a tambalearse, lo que indicaba que los rayos de Sharon habían quemado un giro y, probablemente, habían alcanzado el motor del ’Mech. El Rifleman sólo atacó con la mitad de su armamento, pero el láser largo calcinó la mayor parte del blindaje del brazo izquierdo del Peregrine y el medio desvencijó la mitad del blindaje del lado izquierdo del pecho.
Doc mantuvo el retículo sobre el Goshawk y volvió a embestir con una salva entera de fuego del láser de pulsación. Las agujas escarlatas explotaron en el blindaje del brazo izquierdo del ’Mech y eliminaron lo que quedaba del mismo, y los huesos y músculos artificiales que configuraban el brazo. El siguiente láser abrasó el blindaje del torso, la pierna izquierda y el brazo derecho del Goshawk, e infligió graves daños en la carne ferrofibrosa.
El Goshawk contraatacó, pero no disparó al Penetrator sino al Vindicator en el momento en que Ellis giraba la máquina para arremeter contra el miembro del Clan. El láser largo de pulsación del Goshawk lanzó una estela de dardos verdes que se insertaron en el blindaje que protegía el brazo del Vindicator desde la muñeca hasta el hombro. El trío de láseres medios de pulsación impactó en el pecho, el flanco izquierdo y la pierna, y en unos segundos evaporó una tonelada y media de blindaje, cuyo peso en platino tenía un gran valor para los Soldados.
El contraataque del Vindicator consistió en una saeta azul de rayo artificial, que se clavó en el desvencijado blindaje de la pierna derecha del Goshawk. Las agujas centelleantes del láser de pulsación alcanzaron la pierna y redujeron la capa de protección que la cubría. Pero lo más importante fue que la repentina pérdida de tal cantidad de blindaje desequilibró el ’Mech, y el piloto perdió el control. Como un niño que camina inseguro sobre una pista de hielo, el Goshawk resbaló y cayó al suelo.
El Centurión y el Ostsol, que habían inutilizado el segundo Vixen, dirigieron su ataque contra el segundo Peregrine, mientras los otros equipos mantenían sus respectivas asignaciones. Los rayos láser se entrecruzaron en el campo de batalla. Uno de los Peregrines impactó con fuerza en el suelo, y sus dos brazos salieron disparados por el aire. El otro atacó al Rifleman de Bobbi Spengler con dos explosiones de láser de pulsación y un disparo de láser largo. El fuego penetró en el blindaje del flanco derecho de Spengler y acabó con casi toda la protección de la parte central del ’Mech. El láser largo de pulsación del Vixen lanzó una estela de agujas verdes que se insertaron en el blindaje del brazo derecho del Enforcer de Bell y, acto seguido, se desplomó en el suelo.
El fuego de contraataque de los desolados ’Mechs del Clan tan sólo había conseguido fundir el blindaje de las tropas de Doc, que ya celebraba la victoria. Cuando estaba a punto de gritar de alegría por la caída del Goshawk, una luz verde se iluminó en su cabina. Debajo de él, el sistema antimisiles del Penetrator empezó a calentarse.
¿Qué? ¿Por qué? ¡Nadie ha lanzado misiles! Doc activó la modalidad magnética del escáner y en la pantalla aparecieron varias muestras de misiles.
—¡Vienen del otro lado de la colina!
Los misiles de largo alcance trazaron un arco detrás del ’Mech de los Halcones y crearon una feroz vorágine en la pendiente y el agujero donde los Soldados habían tomado posiciones. Doc observó las explosiones que se sucedían sobre su ’Mech. El Ostsol de Kevin Smith se tambaleó cuando los misiles arrasaron el brazo izquierdo de la máquina mientras el otro perdía todo el blindaje del mismo brazo.
Cinco misiles impactaron en la cabeza del Phoenix Hawk de la unidad, pero Brenda Pasek consiguió mantener el ’Mech en pie. Doc sintió cómo el Penetrator se estremecía cuando los misiles alcanzaron la parte izquierda de la cadera y, tras luchar contra la gravedad, estabilizó el ’Mech sobre sus anchos pies. Los demás ’Mechs de los Soldados también recibieron algún disparo y perdieron gran parte del blindaje, pero los misiles no consiguieron derrumbarlos.
Lo que sorprendía a Doc del ataque de misiles era que los ’Mechs de los Halcones de Jade también habían sufrido daños. Las explosiones desequilibraron los ’Mechs maltrechos y desprendieron algunas de sus extremidades antes de que éstos cayeran al suelo. Doc no sabía qué había sido del piloto que había salido propulsado en su asiento de eyección, pero cuando el polvo y el humo empezaron a disiparse vio a otros dos pilotos que habían sido expulsados de sus ’Mechs.
Seguro que creían que cerraríamos el ataque y, por eso, han abierto fuego sobre su propia posición. Doc encendió la radio.
—Retiraos, Soldados. Ya no hay nada que hacer.
—Entendido, Doc —contestó Tony sin su acostumbrado tono de frustración—. Les hemos enseñado que no pueden jugar con nosotros.
—Así es, Tony —dijo Doc, conduciendo el ’Mech hacia los túneles. Y también les hemos enseñado que deben protegerse, aunque no sé si es bueno que hayan aprendido la lección tan rápidamente.
Dos horas más tarde se reunieron con los miembros estáticos de los Titanes. Mientras el equipo de Doc atacaba a la patrulla del Clan en las montañas, los Titanes habían asaltado con éxito la base armamentística de los Halcones. Cuando neutralizaron las defensas de la base, los conductores se dirigieron a uno de los aerocamiones de los Soldados y liberaron tres cargamentos de provisiones y municiones, además de los aerocamiones que las transportaban. Quemaron todo lo que no podían llevar consigo y rastrearon el convoy de los ’Mechs de los Halcones que volvían de la emboscada.
Isobel Murdoch informó a Doc sobre la operación.
—Ha sido muy sencillo, Doc, y nadie ha intentado ir tras los ’Mechs que habían quedado inutilizados durante tu operación. Había un Goshawk rodeado por una estrella de ’Mechs que mi ordenador ha identificado como Baboons. Son naves ligeras de misiles. Podríamos haberle dado una buena paliza, pero nuestra misión consistía en conseguir las provisiones antes del anochecer.
—Y lo habéis conseguido. La munición y el blindaje que habéis obtenido nos serán de gran utilidad si no conseguimos reparar la protección de nuestros ’Mechs —dijo Doc, sonriendo y siendo incapaz de reprimir un bostezo—. Buen trabajo, Isobel. Gracias por mantener a los Titanes unidos.
—Bueno, en fin, tú nos has quitado una gran carga. Si sigues asignándonos misiones como ésta, no tendremos problemas —dijo con el ceño fruncido—. Ahora sólo me preocupa una cosa, pero no sé si es buena o mala.
—¿De qué se trata?
Isobel señaló hacia la cámara donde habían almacenado el botín del Clan.
—Todo lo que hay aquí ya estaba cargado en los aerocamiones. Los búnkeres de almacenaje estaban limpios. No tiene sentido que estableciesen las bases armamentísticas para abandonarlas a finales de semana.
—Ya entiendo —dijo Doc, poniéndose en pie y lanzando otro bostezo—. Creo que iré a dar un paseo. ¿Quieres ir a buscar los prismáticos y venir conmigo?
—¿Vas a mirar las estrellas otra vez?
—Sí, así no me aburro —dijo Doc, con un guiño—. Estaba pensando que tal vez esta noche haya una buena vista, Bel.
—¿Qué te hace pensar que esta noche será distinta?
Doc se encogió de hombros.
—Hay dos explicaciones a lo que habéis encontrado. Una es que si los Halcones han decidido dejar Coventry puede ser que veamos cómo despegan sus Naves de Descenso de Port Saint William.
—¿Y la otra?
—Que se alejen de nosotros porque han encontrado un enemigo mayor —dijo Doc con una leve sonrisa—. Si tenemos suerte, estarán llegando nuevas tropas y podremos ver cómo aterrizan.