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Ciudad de Tharkad
Tharkad
Distrito de Donegal, Alianza Lirana
3 de febrero de 3058
Tormano Liao no sabía si la voz de la general Nondi Steiner desprendía enojo o temor. En cualquier caso, no era un tono muy acuciante. Parecía controlar sus emociones con la misma voluntad de hierro que su hermana, la Katrina original.
—Me temo —dijo Tormano con voz pausada— que la arcontesa Katrina no se encuentra disponible y no quiere que la interrumpan. Si tiene algo que decirle, puede decírmelo a mí mismo.
—Sí, no me importa en absoluto comentárselo a usted, mandarín Liao —contestó la general, entrecerrando los ojos con desconfianza mientras paseaba la mirada por el blanco despacho nuevo—. Creo que me gustaba más como estaba antes.
Tormano extendió los brazos.
—Todos preferimos las cosas del pasado a las del futuro, hasta que nos acostumbramos a ellas. ¿Qué la trae por aquí, general?
—Un problema, un gran problema —contestó Nondi Steiner, que se dirigió a la amplia pantalla holovisual que había en un rincón de la habitación e introdujo un disco—. Hemos recibido este disco prioritario codificado con nuestros códigos de más alto secreto. ComStar tardará un mes aproximadamente en descifrarlo, y eso en el caso de que pueda. Por favor, póngalo en marcha.
Tormano asió el control remoto del escritorio de Katrina —maravillándose una vez más de cómo había conseguido un mando y un visor recubiertos de plástico blanco— y apretó un botón para encender la pantalla. Aparecieron unas interferencias sobre un fondo negro, hasta que la imagen se impregnó de color. La escena estaba grabada de noche y la única luz que aparecía procedía de los cohetes de retropropulsión que lanzaban cuatro Naves de Descenso enormes de clase Overlord. Las naves ovoides tocaron tierra, y un sinfín de BattleMechs aparecieron en pantalla cuando se abrieron las puertas de la crujía de ’Mechs.
La cámara se desplazó hacia arriba y enfocó la insignia dibujada en un lateral de la nave: un pájaro verde con una katana. Tormano sintió un vuelco en el estómago. Halcones de Jade.
Miró a Nondi.
—Pero ¿dónde?
—Este holovídeo procede de Engadine. Los Vigésimo Segundos Soldados de Skye están defendiendo el mundo, pero son una de las unidades a las que llevamos a todos los inadaptados y ruines, así que no espero gran cosa de ellos. Los Novenos Soldados Liranos están en Main Street, a un salto de allí, y tengo pensado movilizarlos para que ayuden a los Halcones.
Tormano se quedó pensativo. Cada Overlord podía transportar 36 BattleMechs, lo que proporcionaba a los Halcones una fuerza de 144 como máximo. El Vigésimo Segundo Regimiento de los Soldados de Skye tenía una fuerza operativa de unos 120 ’Mechs, pero como su equipo era más anticuado su fuerza de combate suponía la mitad de la de los Clanes. Los Vigésimo Segundos Soldados de Skye están muertos.
—¿Si enviamos a los Novenos Soldados Liranos parecerá que soltamos a las tropas buenas tras las malas?
Nondi Steiner se detuvo un momento antes de asentir con un gesto de cabeza.
—Puede ser, pero tenemos que responder con fuerza a esa agresión. Han aparecido Naves de Salto y Descenso del Clan en Willunga, Neerabup y Bucklands. Es una sólida incursión de treinta y tres años luz en nuestra frontera.
—Estoy de acuerdo, pero está a poco más de un salto de distancia de ellos.
Tormano no veía el ataque como un asalto fronterizo. Era tan común en la frontera del Clan y la Marca de Caos que conocía bien los signos. Sin embargo, el doble salto que se necesitaba para alcanzar Bucklands le hacía dudar. Una Nave de Salto equipada con baterías de fusión de litio podía hacer dos saltos antes de recargar los dispositivos de salto Kearny-Fuchida. Si saltaban inicialmente a la Alianza Lirana, podían reservar el segundo salto para una retirada rápida si la situación se volvía inhóspita.
Al llegar a Bucklands, los Clanes habían optado por adentrarse en la zona, lo que podía significar que pretendían atacar el mundo, pese a la resistencia que encontrasen.
—¿No hay defensa en Bucklands?
Nondi asintió.
—A efectos prácticos. Tenemos un grupo de veteranos que ha instalado ametralladoras en los AgroMechs, pero los Halcones acabarán con la resistencia en cuestión de segundos. Neerabup está defendido por un regimiento militar. Willunga, como Bucklands, no tiene tropas estacionadas. Los Séptimos Lanceros de Crucis están en Winter y pueden ser trasladados para defender cualquiera de esos mundos, pero tendrán que realizar dos saltos y tardarán unas dos semanas en llegar.
Tormano se sentó en el escritorio y pulsó el teclado integrado para visualizar un mapa holográfico de la Esfera Interior. El asalto inicial del Clan se había producido en la parte superior del círculo de la Esfera Interior y había abierto una brecha de relativa importancia. Si se miraba el mapa como si fuera un reloj, la brecha iría de las once a las dos. Esa nueva incursión era a las diez en punto. Si se trataba de algo más que de un asalto, podía ser el prefacio de un nuevo ataque que dividiera otra parte de la Alianza Lirana.
Pulsó una tecla para ampliar el mapa y aislar la Alianza. Enfocó la parte inferior del mapa, donde había un conjunto de mundos, desde Engadine hasta la frontera de los Halcones de Jade, y luego hacia la línea de tregua. Acababa en Coventry y Arc-Royal, dos importantes mundos de la Alianza. Coventry contaba con una de las mayores fábricas de ’Mechs de la Esfera Interior y con la Academia Militar de Coventry. Los Demonios de Kell tenían su sede en Arc-Royal. Ambos mundos eran un objetivo atractivo para una agresión del Clan.
Tormano también advirtió que la línea que se extendía desde Engadine hasta Coventry atravesaba la línea de tregua y pasaba por el centro de Tharkad. ¿Serán tan osados? Sintió un escalofrío e intentó deshacerse de él.
—Si lo interpretamos como algo más que un asalto fronterizo, podemos tener problemas.
—Pero tenemos que hacer algo.
—Estoy de acuerdo —dijo Tormano, mirando a la tía abuela de Katrina a través del mapa proyectado—. Supongo que trasladará a los Séptimos Lanceros de Crucis.
—Sí. Atacar el punto más débil de los Clanes es doctrina estándar. Bucklands también permite que los Lanceros apoyen Trentham si los Clanes desplazan su ataque a ese sistema. Como vienen de Winter, primero se detendrán en Trentham y luego zarparán hacia Bucklands —dijo Nondi en un tono vacilante—. Pero el principal problema no es hacer frente a esta incursión inicial, sino decidir cómo reaccionar en caso de que los Halcones decidan seguir avanzando.
Se desplazó a la derecha para apartarse de la imagen del mapa.
—Los habitantes de la Alianza Lirana son fuertes y se desviven por su nación, pero ya no podemos contar con la ayuda del ejército de Victor. Un nuevo ataque de los Clanes a la Alianza Lirana podría sembrar el pánico y detener cualquier intento de acabar con la amenaza.
Tormano sonrió y entrelazó las manos, juntando las yemas de los dedos.
—Incluso el indicio de una nueva invasión podría tener efectos devastadores.
La más leve señal de debilidad podría impulsar a Victor a atacar la Alianza Lirana con el pretexto de salvaguardar a su pueblo. Tormano apartó la vista del mapa y, al mirar a Nondi Steiner, advirtió que temía la pérdida de la independencia de la Alianza ante un panorama como aquél. Sabe que la relevarían del mando de las Fuerzas Armadas de la Alianza Lirana y tiene más miedo de no cumplir con su deber que de una deshonra personal.
Nondi intentó sonreír.
—Katrina intentaría calmar la situación mediante un discurso en el que le diría a su pueblo que no tenemos nada que temer.
—Exagerando las cosas, en el caso de que esto sea un asalto.
—Exacto.
—¿Preferiría un bloqueo informativo total en los mundos afectados hasta que hayamos resuelto la situación?
Steiner hizo un gesto de asentimiento y se cruzó de brazos.
—¿Cree que podrá convencer a Katrina de que tratar esta situación con discreción es la mejor manera de actuar?
—Creo que puedo asegurar, sin miedo a equivocarme, que la arcontesa Katrina no se opondrá a su plan —dijo señalando el conjunto holográfico de mundos en peligro—. Pero sí quiero que se alerte de algún modo a las tropas de esta zona. Si las cosas van más lejos, tenemos que ser capaces de responder.
—Tiene sentido alertar a las tropas de la frontera con la zona de ocupación de los Halcones de Jade. De hecho, están en constante situación de alerta —dijo Steiner con una expresión sombría—. Sin embargo, alertar a los Demonios de Kell sería prematuro.
Tormano intentó ocultar su sorpresa. Morgan Kell era famoso por su lealtad al régimen Steiner, una lealtad casi tan fanática como la de la propia Nondi. Al parecer, la general interpretaba la creación del Cordón de Defensa de Arc-Royal por parte de Morgan Kell como un acto que lo situaba al nivel de Ryan Steiner en cuanto a hostilidad. Nondi tiene un punto débil que podría perjudicarnos.
—Espero, general Steiner, que los acontecimientos se desarrollen como tiene previsto. De ese modo, Morgan Kell estará demasiado ocupado con su CDAR. Después de todo, esto podría ser un amago para retirar tropas de nuestra frontera con los Halcones.
—Me ha leído el pensamiento —dijo Steiner, asintiendo hacia el mapa—. Las otras tropas de su conjunto seguirán entrenando. Si el ataque continúa, recurriremos a todas las tropas de que dispongamos para hacer frente a los Halcones.
—Entablaré negociaciones con varias unidades mercenarias y revisaré los planes de movilización de tropas —dijo Tormano con una sonrisa en los labios—. Creo, general Steiner, que los Halcones no tardarán en arrepentirse de su audacia.