Los Valles Coventry
Distrito de Donegal, Alianza Lirana
Doc Trevena podía sentir la soga alrededor del cuello. Encendió la radio y envió un mensaje de onda corta a la teniente Isobel Murdoch.
—Alerta, Bel; ya vienen.
—Entonces, ¿por qué estamos sentados, Doc?
—Para ver si consiguen avergonzarnos más que antes.
—Entendido. Me dirigiré al norte.
—Yo voy al oeste. Encuentro en 325,43, una hora.
—Wilco cierra.
Doc esbozó una sonrisa. Les dará una buena sorpresa. El Hunchback de Murdoch apareció en el arco de disparo delantero de Doc cuando despegó del pequeño valle y se dirigió al norte. Activó el rastreador magnético y detectó un metal que se desplazaba hacia el oeste. Están mejorando.
Doc se daba cuenta de que tenía que fortalecer sus tropas con una buena lección de supervivencia antes de empezar con algo tan complicado como las tácticas. Una norma en el combate de ’Mechs era que si un ’Mech se movía con rapidez era un objetivo difícil de alcanzar. Por suerte, los ’Mechs ligeros que habían sido asignados a su compañía eran de los más rápidos.
Por supuesto, un ’Mech que se movía con rapidez no tenía una plataforma armamentística muy fiable. Aunque necesitaba que sus tropas se movieran con celeridad, también quería que dieran siempre en el blanco. Ningún ’Mech ligero tenía suficiente artillería para derribar un ’Mech pesado o de asalto, pero una lanza podía causar graves daños a una máquina grande. Si sus lanzas conseguían disparar sin ser alcanzadas tal vez evitarían persecuciones, e incluso ahuyentarían una formación si la acosaban constantemente.
En la región conocida como los Valles —las laderas de escaso boscaje de las montañas Schwartzswerter, al noroeste de la ciudad más extensa de Coventry, Port Saint William—, Doc había sometido a sus tropas a un mes de ejercicios de busca y captura. Como habían acordado, el teniente intendente Copley había mejorado los discos blandos y duros de la Segunda Compañía, con lo que el equipo de la unidad se situaba al mismo nivel que la mayoría de unidades del frente de las FAAL. Aunque aquello aumentaba en cierto modo el grado de competencia del equipo, necesitaban algo más que tecnología.
Habían hecho grandes progresos después de que Doc consiguiera a la teniente Murdoch por ganar al Hauptmann Wells al póquer. Había apostado dos mil coronas por su traslado una noche en que las trampas de Wells le habían hecho perder todas las partidas. Murdoch no quería trasladarse a la Segunda Compañía, pero Doc consiguió convencerla cuando le presentó a sus tropas y le confesó que era lo único que se interponía entre ellas y la muerte. Tras acordar que le daría una parte de sus fondos para la jubilación, cerraron el trato y, desde ese momento, Murdoch llevó a la Segunda Compañía más allá de sus límites de habilidad.
El visualizador holográfico de Doc emitió otro pitido, y éste puso en marcha el Centurión. Los enormes pies del ’Mech revolvieron el césped y aplastaron los arbustos. Se sirvió de sus gigantescos brazos para apartar las ramas de los árboles y mantener el equilibrio del ’Mech mientras subía por una verde ladera. Al llegar a la cima, giró a la derecha y desplazó el cañón automático del antebrazo del Centurión de izquierda a derecha.
El cañón automático chirrió de un modo casi ensordecedor al lanzar los proyectiles indicadores de baja energía, que explotaron contra el blindaje de un Locust y tiñeron las placas verdes y negras de un tono naranja rojizo. Los escáneres del Centurión detectaron las manchas y las tradujeron en daños en el monitor secundario del Locust. El daño era mínimo, pero para un Locust de artillería ligera un daño mínimo podía ser considerable. En ese caso, el disparo dio en el torso del ’Mech y desgarró la mayor parte de sus estructuras de apoyo. En combate real, el disparo no habría llegado a lisiar al Locust, de modo que el ordenador de a bordo le proporcionaría una sensación de acuerdo con el ejercicio.
Pese a la aparición de Doc en medio de la formación, la segunda lanza de la Segunda Compañía no se asustó. Los disparos de los láseres medios del Valkyrie y el Jenner salieron desviados, pero las máquinas también tuvieron que disparar a los dos Locusts que bloqueaban el paso a su Centurión. Los Locusts tuvieron más suerte. Dispararon los láseres medios y tres de los cuatro láseres pequeños, y quemaron el blindaje de su ’Mech en seis puntos distintos.
Para Doc, más importante que la puntería —felicitaría a Eagan y a Nugent por ello en el informe— era la reacción de la unidad a su ataque. Los cuatro ’Mechs ligeros se apartaron de su línea de ataque y consiguieron dispararle por detrás. Los Locust se dirigieron a los flancos y se prepararon para seguirlo por ambos lados. De ese modo, si se giraba para apuntarles con sus armas delanteras, el otro podía disparar desde el flanco opuesto.
Doc giró a la derecha y condujo el Centurión hacia el Locust dañado de Eagan. Colocó el retículo del objetivo sobre el perfil del otro ’Mech, y un punto rojo se encendió en el centro del mismo. Pulsó el botón del pulgar y el primer gatillo, y disparó al ’Mech con el cañón automático y el láser medio.
¡Maldita sea! Cada vez es más difícil alcanzarlos.
La lanza volvió a atacar y lo hizo un poco mejor que él, aunque el Jenner de Regina Walford le dio dos veces con su láser medio: una vez en la espalda y otra en la cabeza. El disparo a la cabeza desprendió tanto blindaje de la cabina que bastaba con que disparasen otro láser medio para acabar con él definitivamente.
El Centurión alcanzó su velocidad máxima para disparar al Valkyrie de John Lindsey en una carrera. El Jenner y los Locust eran más rápidos que su ’Mech, pero si lo perseguían dejarían al Valkyrie rezagado. Se dio cuenta de que Lindsey se había elevado poco, lo que obligaba a sus compañeros de lanza a decidir si lo abandonarían o darían media vuelta.
Colocó el retículo más allá de las líneas doradas que marcaban el arco delantero de sus armas y lo desplazó sobre la silueta del Locust de Eagan. El láser trasero del Centurión clavó un rayo rojo en el centro del torso del pequeño ’Mech. El ordenador mostró la disolución del blindaje, pero el Locust siguió avanzando. Manteniéndose al lado derecho del Centurión, Reggie Eagan impedía que Doc disparase hacia su flanco derecho, que era exactamente el error que había cometido dos semanas antes.
El Jenner disparó uno de sus láseres medios y dañó el blindaje trasero del flanco izquierdo del Centurión. Eagan hizo lo mismo con uno de los pequeños láseres de su Locust y vaporizó el blindaje de la pierna izquierda del ’Mech. Cuando Percy Nugent falló el disparo, Doc sonrió. Casi me matan.
En aquel momento, el Valkyrie entró en acción. Dado que entonces Lindsey no se movía, su habilidad para alcanzar un objetivo aumentaba considerablemente. Los misiles de largo alcance del torso del Valkyrie salieron disparados, y el ordenador tradujo el impacto en el Centurión. Doc se estremeció cuando el blindaje de la columna y el flanco derecho de su ’Mech se evaporó. Entonces, el láser de pulsación del Valkyrie despedazó el escaso blindaje que le quedaba en el flanco derecho y detonó los MLA almacenados en el pecho.
Si hubiera sido un combate real, la explosión de los misiles habría destrozado el Centurión. Doc sabía, sin lugar a dudas, que no habría tenido tiempo de salir del ’Mech. No habría quedado un trozo de mí lo bastante grande como para teñir una muestra en el laboratorio de un patólogo.
El ordenador detectó la destrucción del ’Mech. Detuvo el Centurión y lo apagó.
Sentado en la sombría cabina del ’Mech mientras observaba una lanza de su compañía que se había reunido delante de él, Doc sonrió. No les he enseñado todo, pero les he enseñado algo.
Lanzó un suspiro.
—Esperemos que no llegue el momento en que tenga que averiguar si lo que han aprendido es suficiente.