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Ciudad de Tharkad, Tharkad

Distrito de Donegal, Alianza Lirana

30 de abril de 3058

Tormano Liao se sentía incómodo al ser incapaz de leer la expresión de Katrina Steiner. No es que pensase que había perdido la habilidad de intuir el estado de ánimo de los demás y reaccionar al respecto, sino que veía a Katrina en un nuevo estado de existencia. Es la primera vez que tengo que tratar con ella cuando está tan… pensativa.

Katrina pulsó una tecla del ordenador y apareció una proyección holográfica por días sobre el escritorio blanco. Los diagramas mostraban las posiciones relativas de los Halcones de Jade y las tropas mercenarias en Coventry, con los Halcones en verde, los mercenarios en rojo y lo que quedaba de las tropas liranas en azul claro. Cada día, el perímetro se encogía a medida que los mercenarios se retiraban hacia el poblado de montaña de Leitnerton. El día 27, los mercenarios habían perdido una tercera parte de su fuerza y habían pasado de tres a dos regimientos, pero las estadísticas que aparecían a un lado del diagrama habían predicho el fracaso días antes.

El 28, un cuarto núcleo estelar de los Halcones de Jade se había incorporado a la fuerza del Clan.

Katrina, con el pelo recogido en una larga trenza rubia atada con cintas azules y rojas, miró a Tormano.

—La situación es de lo más alarmante. ¿Qué fiabilidad tienen las identificaciones de las unidades que están atacando a nuestras tropas?

—Yo diría que son intachables, Alteza.

Katrina asintió lentamente.

—Eso significa que nuestras fuerzas se han enfrentado y han luchado contra elementos de ocho galaxias distintas del Clan durante la campaña que está obligando a nuestras tropas a retirarse hacia su base. ¿Cómo es posible que los Halcones utilicen tantas tropas? La guerra con los Lobos debería haber acabado con ellos. Es una trampa, ¿quiaf?

Tormano hizo caso omiso del clanismo.

—No lo sé, Alteza. En la antigüedad, los caudillos intentaban engañar al enemigo encendiendo más hogueras de las necesarias, o haciendo marchar a las tropas en círculo para que los espías contasen a los mismos hombres más de una vez. Obviamente, el propósito era conseguir que el enemigo sobreestimase el tamaño de la fuerza. Aunque esto nos serviría si los Clanes fuesen mucho más numerosos, podemos ver a los miembros de las diferentes galaxias en combate. No cabe duda de que están allí.

—¿Dónde?

—En el continente de Chakulas. Al parecer, Graf Mannervek les está dando alojamiento o, al menos, tolera su presencia. Algunos de nuestros analistas de inteligencia creen que los Halcones están utilizando el tercer continente para hacer escala. Preparan a las unidades allí y las envían a luchar al continente de Veracruz. Es un error que nos informen de cuántas tropas tienen disponibles en Coventry, pero yo no estoy acostumbrado a ser el beneficiario de los errores del Clan.

—Es cierto que el hecho de que nos proporcionen esa información parece absurdo, pero los Halcones de Jade no son considerados gigantes intelectuales —dijo Katrina con la mirada perdida—. Su incapacidad para arrasar nuestras fuerzas ensalza su debilidad. La aplastante derrota de los Soldados de Waco fue una cosa, pero no han sido capaces de repetir aquella victoria. ¿Por qué?

Tormano sacudió la cabeza.

—No sé la respuesta, pero si nos centramos en esa cuestión pasaremos por alto asuntos más importantes.

—¿Como cuál?

—Como la amenaza a Tharkad. Ocho galaxias equivalen a doce regimientos de la Esfera Interior. Por suerte, Thomas Marik ha respondido a vuestro llamamiento, y sus Caballeros de la Esfera Interior están ahora en camino. Sun-Tzu también ha enviado a los Asaltantes de Harloc para que lo representen.

Y para enfurecerme porque de haber sido por mí los Asaltantes habrían desaparecido hace años si Kai no hubiese arruinado mis planes.

—Vuestros Undécimos Guardias Liranos están aquí; los otros tres Regimientos de los Dragones se encuentran en camino, y también disponéis de los Primeros y Segundos Guardias Reales en Tharkad. Si convocamos a la Milicia y traemos a la Reserva, tendríamos la misma fuerza que el Clan en Coventry.

—Por supuesto, sería prudente que mantuviésemos la presión en Coventry para seguir luchando allí en lugar de en Tharkad. Necesitamos tiempo para reunir fuerzas suficientes para defendernos aquí y, mientras tanto, podríamos aniquilar a los Halcones en Coventry. Pero para hacerlo tendría que ir enviando tropas al matadero que los Halcones han creado en Coventry, y así cambiaría vidas por tiempo.

—De eso se trata —dijo el viejo hombre, encogiéndose de hombros y entrelazando los dedos—. Una decisión de lo más difícil, Alteza.

Katrina arqueó una ceja.

—¡Ah!, ¿sí? Creo que el cambio vale la pena, sobre todo porque trocaría la vida de los demás por mi tiempo. ¿Qué me dice ahora, mandarín? No creía que tuviera una visión romántica del combate, ¿verdad? El combate es donde la gente muere, y yo prefiero que mi gente mantenga vivo el recuerdo de los valientes extranjeros que murieron por defenderla a que tengan que lamentar su propia muerte. Y una de las primeras unidades a las que recurriría es a la de su sobrino; así se deshará de ella.

La sugerencia de Katrina no redujo el miedo que su tono de voz había infundido en él. De pronto, perdió toda la belleza inocente por la que tanto la había admirado y adquirió la de una mujer de lengua viperina y corazón reseco. La imagen no le desagradaba, sino que le advertía que no bajara la guardia.

—¿Dónde está Victor?

—Todavía está en Tukayyid, Alteza.

—Bien.

—¿Bien? —repitió Tormano con el ceño fruncido—. Está lo bastante cerca como para amenazar vuestra frontera. Si quisiera podría desplazar sus tropas hacia el sur y amputar el Pulgar de Lyons, consumando vuestra pérdida técnica de la zona al Condominio. No es bueno que lo tengamos tan cerca.

—Cierto. Las manos inútiles son los juguetes del demonio —dijo Katrina con una sonrisa antes de morderse una uña—. La única persona a la que desearía ver muerta antes que a Sun-Tzu es a mi querido hermano. Creo que debería darle un motivo de preocupación.

Tormano alzó ambas manos.

—Tal vez deberíais reconsiderar la posibilidad de incluir a vuestro hermano en todo esto, Alteza. El desplazamiento de tropas a vuestro espacio por el bien del reino establece un precedente para él y no sería muy difícil convertirlo en una necesidad de ocupación militar.

—Cierto, pero no creo que mi hermano me asedie durante mucho tiempo —dijo Katrina, echándose hacia atrás mientras observaba el visualizador holográfico—. Lo que hará es lo siguiente, mandarín: preparará un informe sobre las operaciones en Coventry. Apuntará que los ataques previos han sido devastadores y que hemos bloqueado la noticia para ocultar nuestra debilidad. Puede incluso hablar de cierto malestar y animosidad social hacia mí porque el pueblo se siente engañado. Indique que me hago cargo de la situación en Coventry personalmente y que estoy analizando de manera exhaustiva cada aspecto de la misma.

Tormano esbozó una amplia sonrisa.

—Impediréis que Victor se mantenga alejado de Coventry.

—E impediré que salga de Coventry. Su informe mostrará las fuerzas correctas de las tropas que tenemos en tierra y sugerirá que la supervivencia es dudosa. También indicará que los elementos de cuatro galaxias han confirmado su llegada al planeta. Advierta que enviaré al resto de los Dragones, los Caballeros de la Esfera Interior, los Undécimos Guardias Liranos y los Asaltantes de Harloc a Coventry para poner fin a todo esto. Calculará su llegada para hacer que coincida con la de Victor.

La simplicidad de su plan inquietó a Tormano. Victor llegará bajo de fuerzas y se enfrentará al enemigo, donde encontrará la derrota, la muerte, o ambas cosas.

—Yo ya había nacido cuando vuestro tío Ian murió luchando contra el Condominio.

—Ian es el segundo nombre de Victor —dijo Katrina, reclinándose una vez más en la silla—. Ya ha tentado al destino enfrentándose a los Clanes en más de una ocasión. Tal vez, libre de culpa por el asesinato de nuestra madre y con la esperanza de redimirse impidiendo la entrada de los Clanes en Tharkad, se lance al combate y muera. Será una muerte trágica y heroica.

—Y pese al agravio de su muerte, vos aceptaréis el trono de la Mancomunidad Federada y uniréis el reino en memoria de vuestros padres y vuestro hermano, ¿no es así?

—Supongo que sí, mandarín.

—Un plan interesante, Alteza, pero sigue sin resolver el problema de los Halcones de Jade. Aunque Victor los ataque puede ser que no sea suficiente para impedir que vengan a Tharkad.

Katrina sacudió la cabeza.

—Eso no será un problema, mandarín; confíe en mí. Y aunque lo fuera, mi hermano debilitará tanto a los Halcones que las tropas que reunamos aquí podrán acabar el trabajo. No tengo la menor duda.

Tormano asintió tras la convicción de Katrina. Victor no es estúpido. No seguirá los pasos del coronel Rogers o de su tío. Tal vez muera, pero muchos Halcones de Jade morirán con él. Un plan maravilloso: fácil de ejecutar y recompensante.

Alzó la cabeza. Pero no es perfecto.

—¿Qué pasará si vuestro hermano gana y sobrevive, Alteza? Habrá derrotado a vuestros enemigos y habrá salvado vuestro reino.

—En tal caso, se lo agradeceré efusivamente y lo enviaré a casa. Su regimiento no podría aspirar a enfrentarse a las fuerzas que habrá en Tharkad —contestó Katrina con una de sus sonrisas más encantadoras y haciendo alarde de la perfecta blancura de sus dientes—. Haremos honor a los miembros de la Mancomunidad Federada que dieron sus vidas por defendernos y elevarnos a los muertos a la condición de héroes sin que nadie se plantee por qué mi hermano consiguió sobrevivir entre tanta muerte.

—Su esfuerzo en nombre de vuestra nación contribuirá a su vilipendio —dijo Tormano, ocultando su pavor—. Creo, Alteza, que me alegro de no ser el objeto de vuestra atención.

Katrina se acomodó en su asiento y pulsó un botón para apagar el visualizador.

—Yo también me alegro de que no lo sea. No me gustaría tener que destrozarlo —dijo con una carcajada y señalando hacia la puerta—. Sería demasiado fácil y, por lo tanto, no tendría ningún aliciente.