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Borealtown, Wotan

Zona de ocupación de los Halcones de Jade

11 de diciembre de 3057

Protegiéndose con el asiento de mando, Vlad se agachó en la oscuridad de la cabina mientras oía voces y pasos procedentes del exterior. Aunque los ’Mechs habían trabajado duro para desenterrar su Timber Wolf, él había sacado gran cantidad de escombros de la parte trasera de la cabina y los había apilado sobre el asiento de mando para fortificar su posición. Los láseres de los buscadores tardarían un tiempo en perforar los ladrillos y las piedras con las que había erigido su refugio.

Vlad había pasado los últimos dos días de forma constructiva. Se había servido de uno de los láseres de su equipo de supervivencia para hacer un agujero en la piedra que había caído sobre su ’Mech. Los escombros que lo sepultaban tenían suficientes agujeros para que pudiera respirar, y el que había hecho con el láser daría una pista a los buscadores de que había sobrevivido al derrumbamiento y de que lo habían enterrado vivo. Si encendía el láser por la noche y dejaba el rayo rojo conseguiría ayuda más fácilmente, pero lo tenía reservado para cuando se quedase sin alimentos. Al mismo tiempo que atraería a los rescatadores también les permitiría saber que estaba vivo, y Vlad creía que aquello no favorecía demasiado su supervivencia.

El asesinato del ilKhan Ulric Kerensky por Vandervahn Chistu debía haber sido un movimiento para adelantar al otro Khan de los Halcones de Jade en la carrera por convertirse en el nuevo ilKhan. El Khan Elias Crichell, el más veterano, era un político consumado, como dejaba claro el hecho de que hubiese conservado su rango mucho después de cambiar la cabina de un ’Mech por una oficina y un terminal de datos.

Aunque Crichell tenía mucho poder —además, los Khanes de otros Clanes le debían muchos favores—, era Chistu el que había asesinado a Ulric Kerensky, una hazaña que podía darle el prestigio suficiente como para conseguir el título de Khan de los Khanes, líder de todos los Clanes. La victoria de Chistu en combate singular con Ulric podía eclipsar a Crichell cuando el Consejo del Clan se reuniese en Strana Mechty para elegir al nuevo ilKhan. Ulric se había opuesto al rechazo de la tregua de ComStar, y Vahn Chistu lo había matado, de modo que Chistu era la elección lógica para declarar de nuevo la guerra a la Esfera Interior.

A menos que pueda explicar la verdad sobre lo que ha ocurrido en Wotan. Si la verdad sobre la muerte de Ulric salía a la luz, las esperanzas de Chistu de convertirse en ilKhan serían mucho menores que las que Ulric tenía en Wotan. Los otros Khanes lo expulsarían del Gran Consejo y seguramente el Consejo de los Halcones de Jade le quitaría el rango. Si tenía suerte, lo asignarían a una unidad solahma y pasaría el resto de sus días cazando bandidos y cualquier otra escoria indigna de un verdadero guerrero. Lo más probable es que lo maten porque los Halcones son muy inflexibles en asuntos de honor.

Chistu no podía arriesgarse a que Vlad viviera para explicar lo que había visto. Los buscadores rastrearían la cabina para asegurarse de que había muerto. Sólo podría sobrevivir si capturaba a los primeros que se metiesen en el agujero y escapaba antes de que pudieran pedir ayuda. Vlad estaba seguro de que el equipo de rescate sería pequeño, para que Chistu pudiera guardar el secreto.

La luz se filtró en la cabina e invadió el lugar. Vlad vio unos rayos redondeados a través de la portilla llena de fisuras y agujeros. Aquello era un error. Habían quitado tantos escombros que podría escapar si conseguía liberarse.

El extremo de una cuerda se bamboleó al descender por el agujero de la escotilla.

—Capitán de estrella Vladimir, ¿puede oírme? Soy la capitana de estrella Marialle Radick. ¿Está herido?

Vlad entrecerró los ojos. Marialle Radick le había ayudado a presentar los cargos de traición contra el ilKhan Ulric ante el Consejo del Clan de los Lobos. Ulric la había trasladado del Decimosexto Núcleo Estelar de Combate a los Undécimos Guardias Lobos para luchar en la guerra contra los Halcones de Jade. No le sorprendía que hubiese sobrevivido a la lucha —era una buena MechWarrior—, pero lo que sí le extrañaba era que participase en el rescate. ¿Es posible que hayamos ganado?

—Estoy aquí, capitana de estrella.

—Estoy bajando.

—Sola.

—Como desee.

—Y desarmada.

Un atisbo de temor se apoderó de ella.

—Como desee, capitán de estrella.

Vlad se tapó un ojo con la mano izquierda. De ese modo, cualquier dispositivo de luz que bajaran sólo le cegaría uno de los dos ojos y podría contraatacarlos cuando llegaran a la cabina. A sus pies tenía la máscara de gas del equipo de supervivencia y tendría tiempo de ponérsela antes de que llenaran la cabina de gas anestésico o irritante.

La cuerda se meció con más fuerza, y la silueta de unas botas apareció a ambos lados del agujero del parabrisas del ’Mech. Un segundo después, la escotilla se combó, se desprendió y se rompió en mil pedazos al caer al suelo de la cabina. Vlad seguía escondido cuando el polvo invadió la pequeña estancia.

—¿Está usted bien? No esperaba que se rompiera.

—Acérquese.

Marialle Radick bajó a la cabina del ’Mech. Su corta estatura y el traje de salto oscuro, que le estrechaba la cintura, le daban un aire infantil. Llevaba la rubia melena recogida en un moño y sus ojos ambarinos brillaban como el oro bajo la luz exterior.

—¿Está herido?

—Tengo alguna herida, pero nada grave.

Marialle asintió.

—Traigo una linterna para usted, en caso de que no tenga.

—Tengo dos, una enfocada y otra desenfocada. Preferiría utilizar sólo la última, pero eso será cuando haya descubierto cómo está la situación ahí afuera. Hoy es día trece, ¿quiaf?

Af Ulric murió el diez.

—Ya lo sé. Lo vi. morir.

—Pero si él murió a varios kilómetros de aquí… ¿Qué está haciendo en este lugar?

—Deje que haga yo las preguntas, por favor —dijo Vlad, tosiendo levemente—. Le aseguro que estoy en mi sano juicio; no me he golpeado la cabeza. ¿Hemos resistido la lucha?

—No.

—¿Y no ha habido represalias contra los Lobos?

—Hubo un Ritual de Abjuración contra nuestros brethren que se retiraron de Wotan y los que escaparon con el Khan Phelan.

—Abjuración.

La celebración de un ritual así tenía sentido porque exiliaba a los que habían escapado. La abjuración sólo se invocaba en caso de gran cobardía o negligencia en el cumplimiento del deber: un guerrero abjurado renunciaba a su nombre de sangre, si tenía uno, y a que su material genético entrase a formar parte del programa de reproducción del Clan.

Vlad no habría pedido abjuración para los Lobos que habían escapado porque no hubiera querido perder la jurisdicción de los que se habían ido a la Esfera Interior. Tal vez en un futuro fuera posible recuperarlos, pero después de la abjuración sería difícil. El ritual ha sido prematuro. Otra señal de que necesitan mi liderazgo.

—Dadas las circunstancias, la abjuración era la mejor elección. Los Lobos vencidos en Morges no tendrán nada que ver con nosotros.

—Eso no será suficiente.

Phelan y muchos de los Lobos habían salido hacia la Esfera Interior. Se habían enfrentado a los Halcones de Jade en un mundo llamado Morges. Vlad no estaba tan seguro como Marialle de la derrota de los Lobos, pero debía evitar cualquier reacción violenta por la lucha en Morges.

—¿Quién la ha enviado a buscarme, capitana de estrella?

—Órdenes de salvamento estándar. La inspección aérea detectó grandes daños en esta zona. No se advirtieron señales de la explosión de una bomba en el derrumbamiento del edificio, de modo que nos enviaron a rastrear el lugar.

—¿No la han enviado para matarme?

—¿Matarlo? —preguntó, atónita—. Ni siquiera sabíamos que era usted hasta que sacamos suficientes escombros para ver que era un Timber Wolf asignado a los Undécimos Guardias. Su nombre está escrito en el lateral.

¿Es posible que Chistu sea tan estúpido?

—Encenderé mi luz, capitana de estrella.

Vlad golpeó la linterna sujeta al cañón de la pistola láser contra el borde del asiento de mando. El botón se encendió y apuntó hacia ella.

—¡Librenacido! —maldijo.

—¿Qué ocurre?

La mujer a la que apuntó con el láser llevaba un traje de salto verde con la insignia de los Halcones de Jade en los hombros. Reconocía la cara y la forma, ya que conocía bien a Marialle Radick, pero verla vestida con el verde esmeralda de un guerrero de los Halcones de Jade lo había desconcertado. Cuando estaba a punto de pulsar el gatillo, levantó la pistola y la volvió a esconder en la oscuridad.

—¿Por qué está vestida como una Halcón?

—Porque es lo que soy.

Eso es imposible. No podía concebir la idea de Marialle rindiéndose a los Halcones, y aunque lo hubiera hecho, primero la habrían convertido en una sirvienta y luego, tiempo más tarde, tal vez le habrían permitido volver a ser una MechWarrior. Además, ella se llama Marialle Radick, y los Halcones de Jade no tienen sangre de ese linaje. Sólo es linaje de Lobos.

—¿Cómo puede ser una Halcón de Jade?

—Eso es lo que somos todos ahora, Vlad. Los Lobos perdieron un Juicio de Absorción. Ahora todos somos Halcones de Jade.

Vlad se quedó boquiabierto.

—¿Qué?

—El Khan Chistu dijo a los supervivientes que los Halcones de Jade nos habían absorbido. Por eso, llevamos a cabo el Ritual de Abjuración, porque no permitía que los Halcones de Jade se enfrentasen a sí mismos en Morges.

—Pero eso nunca fue un Ritual de Absorción.

—No, formalmente no; pero el Khan Chistu dijo que si Natasha y Phelan comprometían todo lo que los Lobos se jugaban en el Juicio de Rechazo se pasaba automáticamente a un Ritual de Absorción —explicó Marialle, inclinándose hacia adelante—. Ni a mí ni a ninguno de nosotros nos gustó al principio, pero el resultado era inevitable. La guerra contra los Halcones de Jade causó grandes daños, tanto a ellos como a nosotros. Ninguno de nuestros Clanes solo es lo bastante fuerte como para prevalecer, pero juntos somos una fuerza temible. Los guerreros que han sobrevivido son los mejores de ambos bandos. El Khan Chistu dice que fue un crisol que quemó las impurezas de los dos Clanes.

Vlad frunció el ceño.

—El Juicio de Rechazo surgió como respuesta a los cargos de genocidio y traición imputados contra Ulric. Los Lobos vencieron a los Halcones de Jade en todos los mundos en que lucharon, excepto aquí.

Marialle le lanzó una mirada desafiante.

—Fue más bien un empate. Los Halcones nos ofrecieron unas condiciones honorables tras la muerte de Ulric, y las aceptamos. Algunos se fueron con Phelan, y otros se quedaron aquí.

—Y Phelan sigue luchando. Los Lobos todavía no han sido derrotados, capitana de estrella Radick.

—¿Qué está diciendo?

—La cronología de los acontecimientos que ha citado me induce a creer que el Khan Chistu anunció nuestra absorción, y luego inició el Ritual de Abjuración para exiliar a los Lobos que se enfrentaron a sus Halcones de Jade en Morges, ¿quiaf?

—Así es como ocurrió, af.

—Sin embargo, sólo podía absorber a los Lobos si primero los derrotaba, ¿quiaf?

Af —contestó Marialle, con los ojos entrecerrados—. ¿Está diciendo que si Phelan venciese a los Halcones de Jade podría volver y desafiar al Khan Chistu a un Juicio de Rechazo sobre la absorción y la abjuración?

—Chistu no tendría que aceptar el desafío de Phelan porque ha sido abjurado. Debería ser un Lobo el que desafiase la absorción, pero todos los Lobos de Wotan se han convertido eh Halcones de Jade.

—Excepto usted.

—Excepto yo. Venga, capitana de estrella, ayúdeme a salir de esta tumba —dijo Vlad, sonriendo mientras se ponía lentamente en pie—. Explíqueme más cosas sobre la ficción que el Khan Chistu ha creado sobre la muerte de Ulric. Si lo hace, yo le demostraré cómo podemos redimir nuestro honor. Si lo hace, verá por qué los Lobos me fueron confiados.