Sede de Turkina Keshik,
Port Saint William Coventry
Rosendo Hazen habría preferido cualquier otra expresión al rostro de enojo de Marthe Pryde cuando se reunió con ella. Al revisar las bases de datos que había enviado la fuerza de ComStar, se había alarmado con sus predicciones de futuro. Las tropas supervivientes de los Dragones y los Demonios de Kell serían las encargadas de hacer frente a los Halcones. Aquellas dos unidades mercenarias y la de Genyosha habían sido claves para derrotar a los Jaguares de Humo y los Gatos Nova, y apoderarse de Luthien, capital del Condominio Draconis, siete años atrás. A ellas se había incorporado una unidad de ComStar y un regimiento experto de cada Gran Casa de la Esfera Interior.
A no ser que aumenten el tamaño de la fuerza, es difícil imaginar que la Esfera Interior pueda conseguir un ejército mejor. Rosendo tenía claro que el destacamento de la Esfera Interior daría lo mejor de sí mismo. Ambas partes estaban casi igualadas, lo que significaba que se enfrentarían hasta aniquilarse mutuamente.
—¿Me ha llamado, mi Khan?
—Sí, comandante —contestó Marthe Pryde con furia en la mirada—. Estamos entre la espada y la pared, y me temo que no podemos hacer nada para liberarnos.
—¿Por qué lo dice? La fuerza de la Esfera Interior entablará una buena lucha, pero aún podemos derrotarla.
—Sí, y dejarnos la piel en el intento, ¿quiaf? —dijo girando la silla para alcanzar un holodisco que había sobre el escritorio—. Acabo de recibir esto.
Marthe introdujo el holodisco en la disquetera del escritorio y apareció una holografía de Vlad Ward mostrando su perfil a Rosendo. La ridícula reverencia que la figura hizo hacia el proyector que le daba forma no consiguió aliviar la presión que Rosendo sentía en el estómago.
—Saludos, Khan Marthe Pryde. Le deseo suerte en la inminente lucha contra la fuerza que la Esfera Interior ha preparado para hacerle frente. Siento una gran admiración por su profunda incursión en la Alianza Lirana y estoy seguro de que los hombres que ha traído y entrenado se convertirán en valerosos guerreros y herederos de las orgullosas tradiciones de los Halcones de Jade que separaron a su Clan del resto. Su estrategia es digna de elogio y la felicito por ello.
Vlad extendió las manos.
—Por supuesto, nunca creería que yo, el Lobo que asesinó a un ilKhan de los Halcones, me sienta intimidado por sus logros. Es fácil hablar, pero sólo actuando como lo ha hecho se puede medir el verdadero alcance de un propósito. Por lo tanto, créame cuando le digo que espero conocer y poner a prueba a las tropas que ha estado entrenando. Adjunto a este mensaje hay una lista de la disposición actual de mis tropas. Puede ser que no se sienta cómoda con ellas, pero este asunto será mejor discutirlo en el campo de batalla.
La imagen del Lobo explotó en un torrente de datos. Marthe pulsó un botón del escritorio y apagó el texto.
—¿Lo ve?
Rosendo tenía un gusto amargo en la boca.
—Amenaza a algunos de nuestros mundos…
—A seis. Todos resultaron gravemente heridos durante el ataque de los Lobos y sólo unos pocos se han restablecido. Él dividiría nuestra zona de ocupación en dos.
Rosendo se dirigió a una silla de madera y la retiró de la pared para sentarse con el pecho apoyado en el respaldo.
—¿Por qué nos advierte?
—Sólo era media advertencia, la otra mitad era burla —dijo Marthe, poniéndose en pie y echando a andar—. Vlad sabe a qué nos enfrentamos y las posibilidades que tenemos de salir perdiendo. Quiere que sepa que si decidiese retirarme de Coventry podría bloquear su ataque contra nuestro territorio. Con la amenaza de atacar algo que aprecio me obliga a dejar algo que no me importa: Coventry.
—Pero esa táctica sólo tendría sentido si procediera de la Esfera Interior. De este modo, los está ayudando.
—Está devolviendo un favor.
—No la sigo.
Marthe se detuvo y se lo quedó mirando.
—Si Vlad nos presiona de esta manera es porque sabe dos cosas. La primera es la formación de la fuerza de la Esfera Interior. Él ya sabía que era muy parecida a la nuestra, cosa que nosotros no supimos hasta hace dos días. Como no hemos enviado esta información fuera de Coventry, sólo puede saberlo por medio de la Esfera Interior.
»La segunda es que se ha referido a las unidades entrenadas aquí. Nosotros no hemos comunicado estos datos a nadie. Sin embargo, el asalto de Whitting proporcionó suficiente información a la Alianza Lirana para que una persona entendida pudiera llegar a la conclusión de que estábamos utilizando las tropas del programa especial de reproducción de Elias Crichell.
—¿Insinúa que los Lobos tienen una alianza con Tharkad?
—El Khan Phelan y sus hombres están enfrentados al gobierno. Incluso Vlad vio que podía beneficiarse si establecía relaciones con el enemigo de su enemigo —dijo Marthe, cerrando los ojos y echando la cabeza hacia atrás—. El mensaje parece indicar que Vlad sabe incluso que he apostado todo lo que tengo para defender el planeta. Me tortura con el hecho de que seré deshon si evacuó Coventry y vuelvo a casa. Yo lo avergoncé en Wotan, y ahora él me avergüenza a mí.
—La deshonra no importa, mi Khan. En determinadas circunstancias la retirada es lo más conveniente.
Marthe le habló con furia.
—Pero no es lo más conveniente para los Halcones de Jade. A Vlad le molestaba que los Lobos estuvieran hechos a nuestra imagen y semejanza. La opción que me da me obligaría a hacer a los Halcones a imagen y semejanza de los Lobos, y eso es algo que no puedo permitir. No destruiré nuestros verdaderos fundamentos para preservar la deformación del futuro.
—No vale la pena arriesgarse cuando la conformidad está coaccionada —dijo Rosendo, asintiendo lentamente con la cabeza—. Está claro que sólo tenemos una opción.
—La opción que siempre hemos tenido —dijo Marthe con una solemne sonrisa—: enfrentarnos a nuestro enemigo, derrotarlo, curar las heridas y volver a empezar.