I
—Creo que estos versos están escritos en occitano, Mark —dijo Bronson, levantando la mirada de la pantalla del ordenador portátil. Se había conectado a Internet para intentar investigar la segunda inscripción, pero sin introducir frases completas. Había descubierto que algunas de las palabras podían proceder de varios idiomas («roire», por ejemplo, aparecía también en rumano) pero el único idioma que incluía todas las palabras que había elegido era el occitano, una lengua romance originariamente utilizada en la región de Languedoc, situada al sur de Francia. Buscando en diccionarios y léxicos en línea y comparando los significados, había logrado traducir algunas de las palabras, aunque muchas de las que se utilizaban en los versos no aparecían en los pocos diccionarios de occitano que había encontrado.
—¿Qué significa? —preguntó Mark.
Bronson resopló.
—No tengo ni idea. Solo he podido traducir esta palabra de aquí y esa de allí. Por ejemplo, esta palabra, «mire», en el sexto renglón significa «roble», y en el mismo renglón hay una referencia a un olmo.
—¿No crees que se trate simplemente de un poema medieval acerca de la conservación del bosque y la agricultura?
Bronson sonrió.
—Espero que no, de todas formas no creo. Hay además una singularidad. En el penúltimo renglón aparece la palabra «calix», y no logro encontrarla en ninguno de los diccionarios de occitano que he consultado. Puede que se deba a que se trata de una palabra latina, en lugar de occitana, en cuyo caso, se traduciría como «cáliz», pero no tengo ni idea de por qué aparece una palabra latina en un texto escrito en occitano. Tengo que enviarle una copia a Jeremy Goldman, es decir, a Londres. Puede que entonces averigüemos de qué demonios va todo esto.
Ya había tomado varias fotografías de la inscripción, que había transferido al disco duro de su portátil, y había escrito también el texto en un archivo de Word.
—Lo que tenemos que hacer ahora —dijo— es decidir qué vamos a hacer con esta piedra.
—¿Crees que los «ladrones» van a volver?
Bronson asintió con la cabeza.
—Estoy completamente seguro. Herí gravemente a uno de ellos anoche, y probablemente la razón por la que todavía no han vuelto sea porque saben que tenemos una pistola en la casa. Me parece que volverán, y no creo que tarden en hacerlo. Y esa piedra —señaló— es casi con total seguridad lo que están buscando.
—¿Qué sugieres entonces? ¿Crees que deberíamos volver a taparla?
—No creo que sirva de nada, notarán la escayola fresca en cuanto entren en esta habitación. Creo que debemos hacer algo más contundente que simplemente ocultar la piedra. Sugiero que dejemos la escayola como está, y cojamos el martillo y el cincel para borrar esa inscripción. De esa forma, no dejaremos pistas que alguien pueda seguir.
—¿De verdad crees que es necesario?
—Sinceramente, no lo sé. Pero sin esa inscripción, el rastro termina justo aquí.
—¿Y si deciden perseguirnos? No olvides que los dos hemos visto las piedras talladas.
—Para entonces ya habremos salido de Italia. El funeral de Jackie es mañana. Tenemos que salir en cuanto hayamos terminado con esto, y estar de vuelta en Gran Bretaña mañana por la tarde. Espero que quienquiera que esté detrás de todo esto no se moleste en seguirnos hasta allí.
—De acuerdo —dijo Mark—. Si eso es lo que va a poner fin a esto, hagámoslo.
Veinte minutos después Bronson había descascarillado la superficie completa del bloque de piedra, borrando todo rastro de la inscripción.