I
—Creo que necesitamos ayuda.
Bronson y Mark estaban sentados desayunando a la mañana siguiente.
—¿Te refieres a la policía? —preguntó Mark.
Bronson negó con la cabeza.
—Me refiero a la ayuda de un especialista. Esta casa tiene aproximadamente seiscientos años de antigüedad, pero creo que esa piedra tiene un montón de años más, puede que dos mil años, de no ser así, ¿por qué se ha escrito la inscripción en latín? Si fuera algo contemporáneo a la casa, lo lógico sería que estuviera escrita en italiano. Necesitamos a alguien que pueda decirnos qué significa la frase en latín, y por qué es tan importante.
—Entonces, ¿quién piensas que… ah, crees que Ángela podría ayudarnos?
Bronson asintió con la cabeza con cierto pesar. Su anterior esposa era la única persona que conocía que estaba relacionada con el mundo de las antigüedades, pero no sabía cómo iba a reaccionar si se ponía en contacto con ella. Su separación había sido de todo menos amigable, pero tenía la esperanza de que se tomara este problema como un reto intelectual y respondiera de forma profesional.
—Confío en que pueda ayudarnos —dijo Bronson—. Sé que las inscripciones en pedazos de piedra no forman parte de su campo de experiencia, pero seguro que conoce a alguien en el museo Británico que pueda ayudarnos. Sabe además algo de latín, porque se especializó en la cerámica europea de los siglos I al III, aunque creo que tendremos que hablar con un experto.
—¿Entonces, qué? ¿La vas a llamar?
—No. Es probable que no conteste al teléfono si ve mi número de móvil en la pantalla. Le enviaré un par de fotografías en un correo electrónico. Confío en que tenga la suficiente curiosidad como para abrirlo.
Bronson subió al dormitorio y volvió a encender su ordenador portátil. Hizo doble clic en la primera imagen y giró la pantalla para que Mark pudiera verla también.
—Tenemos que elegir como máximo dos o tres —dijo—, y asegurarnos de que muestran la inscripción con claridad. ¿Qué te parece esta?
—Está un poco borrosa —dijo Mark—. Prueba con la siguiente.
Después de cinco minutos habían seleccionado dos fotografías, una tomada a unos metros que indicaba la posición de la piedra con respecto a la pared, y la segunda, un primer plano que mostraba la inscripción en mayor detalle.
—Estas servirán —dijo Mark mientras Bronson le escribía un breve mensaje a su ex mujer, en el que le explicaba dónde estaba la piedra y cómo la habían encontrado.
—Tardará algo de tiempo en contestar —anticipó Bronson.
Pero estaba equivocado. Solo una hora más tarde, su Sony emitió un tono musical doble que indicaba que había recibido un correo electrónico. No era de Ángela, sino de un hombre llamado Jeremy Goldman, y tenía una longitud de dos páginas.
—Escucha esto —dijo Bronson—. En cuanto ha recibido las imágenes, Ángela se las ha enviado a un colega, un especialista en idiomas antiguos llamado Jeremy Goldman, quien ha proporcionado una traducción del latín que coincide exactamente con la que nosotros hemos hecho: «Aquí yacen los mentirosos».
—Entonces, eso ha sido una pérdida de tiempo —comentó Mark.
—No, no lo ha sido. También proporciona información acerca del lugar de procedencia de la piedra. En primer lugar, miró la inscripción. No sabía qué eran los «mentirosos», pero ha insinuado que la palabra puede hacer referencia a libros o textos, algo así, algunos documentos que quienquiera que haya tallado la inscripción creía que eran falsos.
»No cree que el texto haga referencia a una tumba, porque se trata de un verbo incorrecto. Cree que simplemente se trata de algo que ha sido ocultado o guardado en secreto en algún sitio. Las letras, dice, fueron talladas de un modo muy rudimentaria y su forma sugiere que se trata de una inscripción muy antigua, puede que se remonte al siglo I d. C.
»Observó también la forma de la piedra, y una vez más no coincide con la de un marcador de tumbas. Cree que es probable que haya sido parte de la pared, y sugiere que en su ubicación original tuvo que haber una o más piedras inscritas por debajo de esta, que es probable que contuvieran un mapa que indicara la ubicación de aquello a lo que hace referencia la inscripción, sea lo que sea.
»Concluye diciendo que, como curiosidad, la piedra puede ser de interés, pero que no tiene un valor intrínseco. Supone que cuando esta casa fue erigida, los que la construyeron encontraron la piedra y decidieron incorporarla a la pared con fines decorativos. Y entonces, a lo largo de los años, los gustos cambiaron y la pared fue cubierta con escayola.
—Vale, supongo que eso puede ser útil —afirmó Mark—, pero no nos ayuda mucho, y seguimos sin saber por qué esos «ladrones» han estado entrando en la casa.
—Claro que nos ayuda —dijo Bronson—. Sea cual sea el significado de esas palabras, alguien, en algún lugar, está muy preocupado por mantenerlas ocultas, de no ser así, ¿por qué habrían vuelto a colocar la escayola en la pared? Y está claro que esa persona sabe exactamente qué son esos «mentirosos», y está desesperada por encontrar el lugar donde están escondidos. Está buscando el fragmento que le falta a la inscripción, el mapa, o lo que sea, que muestra el lugar en el que se esconden las reliquias.
—Entonces, ¿qué debemos hacer? —preguntó Mark.
—Eso creo que está bastante claro. Tenemos que encontrar la piedra que falta antes de que los ladrones regresen.