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Josef

 

 

 

Años después, cuando Isaac toca el violín en la fiesta de mi cumpleaños número treinta, es la única persona que me conoce por quien soy en realidad. Toca música que sabe que me agrada. Las melancólicas melodías de Brahms o el segundo movimiento del cuarteto de cuerdas Americano de Dvořák. El aire que toca el primer violín me hace llorar cada vez que lo escucho.
Tiene siete años menos que yo. Ahora es violinista en la Orquesta Filarmónica de Nueva York. Come los secos pasteles de Amalia y bebe vino dulce.
Me gusta creer que nos han cortado de la misma tela. Ambos llegamos aquí sin nadie. Yo cargo el peso de mi esposa y mi bebé atrapados en Europa; él carga su violín como si pudiera tocarles una serenata a sus fantasmas.
Me cuenta que le toca a su madre, que amaba la música típica de su pueblo en las afueras de Brno. Toca para su padre, que amaba la simplicidad de Mendelssohn; para su hermano menor, que detestaba el sonido del violín y que lloraba cada vez que tocaba una sola nota.
Mi Amalia se sienta en la cocina y lo escucha. Cruza las manos y cierra los ojos. En ocasiones, cuando él toca, la observo, su rostro transportado a algún sitio distante.
Los tres comemos alrededor de nuestra modesta mesa, con la canasta de pan pasando de uno a otro. Las flores que trae Isaac se colocan en una botella de vidrio de leche que Amalia ha guardado.
Y nuestras vidas transcurren en paz y seguras.
Aprendo el consuelo que puede traer un buen vaso de whisky. Encuentro solaz mientras limpio los pasillos de una sucia escuela primaria y aprendo a hablar inglés leyendo los libros que niños quince años menores que yo guardan en sus escritorios. Estas son las cosas que hago mientras prosigo con mis estudios de Medicina.
Las cartas que le escribí a Lenka para decirle que estoy a salvo y esforzándome por sacarla de Praga regresan sin abrirse y están en una caja bajo la cama que también contiene mi retrato de bodas, junto a los juguetes de madera y el avión en miniatura que compré hace casi diez años antes en Londres, en la eufórica anticipación del nacimiento de mi hijo.