Epílogo
En 2007, el primer año de gobierno de Felipe Calderón, las tomas clandestinas montadas dentro de la red de ductos de Pemex alcanzaron el mayor número registrado en la historia de la petrolera: 323, casi una diaria. Cuatro años después, la cifra se multiplicaba a más de tres tomas en promedio por día. Para 2011, sólo por esa vía el robo de hidrocarburos se había incrementado 300 por ciento, y quizá mucho más, si consideramos que sólo se contabilizan las tomas detectadas, mientras que hay otras que no están ubicadas y se ordeñan permanentemente sin posibilidad de ser clausuradas.
Así, el volumen de los hidrocarburos sustraídos a través de esas tomas clandestinas alcanzó niveles exorbitantes. Los números oficiales que Pemex dio a conocer en septiembre de 2011 revelan que los ordeñadores de ductos (que incluyen oleoductos, poliductos y gasoductos) sustraen en promedio 20 mil barriles de hidrocarburos diariamente. La cifra equivale a más de tres millones de litros de petrolíferos. Dicho de otra manera, el promedio de la sustracción clandestina asciende a 200 pipas diarias. Se trata particularmente de gasolina, aunque el robo de petróleo crudo —documentado en este libro— también va a la alza; son pérdidas patrimoniales que la Comisión de Justicia de la Cámara de Diputados ha calculado en mil 300 millones de pesos mensuales.
En el comunicado emitido en septiembre, Pemex finalmente reconoció: “El incremento en las tomas clandestinas y en el volumen estimado de robo, se debe a que los sistemas de ductos en el país están tomados prácticamente por bandas del crimen organizado, asociadas con grupos fuertemente armados”.
En relación con la información que proporciona la paraestatal sobre este escabroso tema, hay un dato que llama la atención: la administración de Pemex identifica a Sinaloa como la entidad que a partir de 2010 registró la mayor sustracción de refinados mediante tomas clandestinas, en municipios como Navolato, Culiacán, Ahome, Mocorito, Mazatlán, Guamúchil, Salvador Alvarado y Los Mochis, entre otros, con una incidencia de 28 por ciento en promedio de las tomas clandestinas de todo el país.
Como se sabe, Sinaloa es tierra controlada por el cártel del mismo nombre y sus grupos afines; curiosamente ésta es la organización a la que, según las interpretaciones de algunos especialistas de México y Estados Unidos, favorece la guerra de Felipe Calderón.