II. Socio mayoritario
Nuevo León.– Por las calles de la Contry Sol hay que andar con cuidado, pues en el momento menos esperado se sueltan las balaceras. Desde que el cártel del Golfo comenzó a disputar la plaza de Nuevo León con Los Zetas estas calles del municipio de Guadalupe —como las de Monterrey, San Nicolás de los Garza y Escobedo— se convirtieron en blanco frecuente por ser residencia de varios miembros de esa organización.
Este fraccionamiento se fundó en un lomerío de la zona metropolitana de la capital, del lado de Guadalupe, y se fue expandiendo con imponentes residencias, en su mayoría de estilo californiano, influencia arquitectónica muy recurrente en los gustos de muchos adinerados del norte del país. A diferencia de la vida que se lleva en los cinturones pobres de abajo, más cerca de Monterrey, carentes de muchos servicios, en estas calles de la Contry Sol los funcionarios municipales sí suben a preguntar de casa en casa si algo se les ofrece a los vecinos. Son las ventajas de residir en una zona VIP, con vista directa al Cerro de la Silla. El dinero se distingue por el tamaño de las casas y los finos acabados, y porque a sus dueños difícilmente se les verá a pie.
Entre estas calles in memoriam de renombrados escritores exiliados españoles y mexicanos de la Generación del 27, destaca una mansión de cinco niveles, paredes entintadas en color marfil, cúpulas recubiertas de teja y columnas romanas que franquean las amplias terrazas, seis por nivel. El interior es aún más fastuoso: una docena de habitaciones provistas de aire acondicionado, salitas de estar, área de televisión y varios salones de billar. En el primer nivel hay tres cocheras automatizadas y una amplia alberca techada hacia el fondo; las escaleras bajas que dan hacia el sótano son tan grandes como la casa. Ocupa más de media manzana de la calle que lleva el nombre del autor de Mi vida en soledad, el veracruzano Rafael Delgado Sainz.
Curiosa coincidencia el que la mansión pertenezca también a un veracruzano: Francisco Guízar Pavón, originario de El Copite, en el municipio de Tierra Blanca. Él es Pancho Guízar, como lo conocen en toda la Cuenca del Papaloapan, o el Rey de la Gasolina, un peón petrolero que al cabo de los años logró insertarse entre la élite acaudalada de Nuevo León.