SIN GOBIERNO Y A MERCED DE LOS CÁRTELES
La ruptura entre el cártel del Golfo y Los Zetas que se atribuye a la ejecución en 2009 de Sergio Peña Mendoza, el Concorde, a manos de Samuel Flores Borrego, el M3, fue un parteaguas para la Cuenca de Burgos. La muerte del hombre que representaba en Reynosa a Heriberto Lazcano, y que además era mano derecha de Miguel Treviño Morales, Z-40, desató la división de la sociedad, pero ni una ni otra organización estaba dispuesta a ceder su cuota de negocios petroleros.
Ni siquiera la intervención de las autoridades estadounidenses frenó la sustracción, sólo que a partir de entonces, el mercado negro se dio en un clima de violencia exacerbada, porque ahora eran dos poderosos grupos antagónicos, con estrategias y poderío similares, en disputa permanente por el territorio y sus negocios; uno de los primordiales era el de los hidrocarburos.
En esta región no sólo estaba en juego el contenido de la olla de miel, sino su ubicación geográfica: una frontera medular para todos sus negocios ilícitos binacionales, el cruce de drogas, armas e indocumentados.
El área de Nuevo Laredo, uno de los municipios enclavados en la región de Cuenca de Burgos, es el punto fronterizo más estratégico para los cárteles mexicanos, debido a que conecta de forma directa con la autopista 35 de Estados Unidos, que atraviesa justo la mitad de territorio estadounidense y se une con otras importantes carreteras tanto del lado este como oeste de ese país. En la ruptura, el cártel del Golfo conservó el control de Matamoros, su cuna y bastión, además de Reynosa, Valle Hermoso y Tampico. Los Zetas tomaron la frontera chica.
La disputa entre los dos grupos ocurre también por el dominio de la estructura de negocios binacionales que ambas organizaciones construyeron a partir de relaciones políticas y sobre todo empresariales.
Son ilustrativas las revelaciones que a su detención hizo Jesús Enrique Rejón Aguilar, el Mamito, en julio de 2011, acerca de las relaciones y los acuerdos que supuestamente el cártel del Golfo mantiene con el gobierno, sobre todo a partir de su alianza con el cártel de Sinaloa, la organización que dirigen Joaquín el Chapo Guzmán, Ismael el Mayo Zambada y Juan José Esparragoza Moreno, el Azul.
Tras la disolución de la sociedad llamada La Compañía, entre ambos grupos, se agudizó la violencia contra los pobladores de la región gasera, particularmente en los 19 municipios de Tamaulipas que son, además, los que tienen los pozos más productivos. Entre dos fuegos, familias enteras de la zona ribereña se aventuraron en éxodos masivos ante la ausencia de gobierno, cuando su cotidianidad se vio a merced de tiroteos que podrían prolongarse hasta por ocho horas, como en Ciudad Camargo o en Ciudad Mier, con sus ranchos, brechas, derechos de vía y pozos petroleros ocupados por la mafia.
En Ciudad Mier, el “Pueblo Mágico” de Tamaulipas, antaño controlado por el cártel del Golfo, tras la muerte de Ezequiel Cárdenas Guillén (en noviembre de 2010), a punta de bala y granadazos, Los Zetas pusieron un ultimátum para que toda la gente saliera del pueblo. Con esos pobladores se fundó en el Club de Leones de Miguel Alemán —municipio fronterizo con Roma, Texas— el primer refugio oficial para víctimas de la guerra calderonista.
En cualquier caso, los métodos de sustracción ilegal de condensado se hicieron más violentos y para los trabajadores petroleros el simple hecho de acudir a cubrir su jornada laboral se tornó en una situación particularmente riesgosa.